MARTES 2/08
18ª ETAPA: HADIM – ERMENEK
(79km/5h 10min)
Etapa gogorra, mendikoa. Horregatik, paisaia ikaragarria da. Gure hankak airean ez daude ondo ikustita landa-eremuan, janzkera birplanteatu beharreko zerbait da . Ermeneken amaituko dugu, herri polita batean, inguru polit batean.
18ª ETAPA: HADIM – ERMENEK
(79km/5h 10min)
Etapa gogorra, mendikoa. Horregatik, paisaia ikaragarria da. Gure hankak airean ez daude ondo ikustita landa-eremuan, janzkera birplanteatu beharreko zerbait da . Ermeneken amaituko dugu, herri polita batean, inguru polit batean.
A las 6 de la mañana ya estamos preparando el desayuno en la habitación. Una hora más tarde abandonamos el hotel, para lo cual hemos tenido que despertar al recepcionista que dormía a pierna suelta en un sofá de recepción. Descendemos durante 2 kilómetros para subir después un ratico y volver después a bajar hasta Taskent, pueblecillo rural en el que enseñar las piernas, más siendo mujer, no está muy bien visto, a juzgar por las miradas y gestos de algún paisano. El paisaje de montaña es increíblemente bello, la carretera está flanqueada de esas barras blancas y rojas que se utilizan para marcar la vía allá donde nieva intensamente. Llegamos por fin al alto, Belpinari Beli, a 1.890 metros, con lo cual queda resuelta la primera dificultad montañosa de la jornada. Tras descender el puerto, las obras nos obligan a tomar un desvío por Baskoy, lo que supone subir una rampa que da miedo, justo a nuestra izquierda. Un chavalillo nos dice que son 9km de subida, así que habrá que tomarlo con tranquilidad. El primer kilómetro es muy duro y el segundo no le anda a la zaga pero, para nuestra sorpresa, pasado éste último la carretera comienza a descender y aprovechamos una pequeña mezquita que nos resguarda del viento para comer algo. Una cuesta más suave y corta nos deja en el alto, junto a otra mezquita y una generosa fuente. Las vistas son preciosas, las peñas están perforadas por infinidad de oquedades que, a buen seguro, aprovecharán las rapaces para anidar. El descenso se prolonga durante un buen número de kilómetros, el firme no es muy bueno y las manos se cansan de tanto frenar. Dejamos el desvío hacia Konya y comenzamos de nuevo a subir, 3km de rampa según reza la señal. Ermenek está cerca, pero parece que la subida no va a acabar nunca. Descendemos al fin hasta el pueblo. La entrada tiene su encanto pues, dentro del caos de tejados y antenas, conserva el caserío original que se recorta contra una gran roca próxima y altiva. El minarete de la mezquita mantiene el color de la montaña que nos rodea. Hay mucho comercio en las calles. Nos informan de que hay dos hoteles en Ermenek, cutre uno, y de cuatro estrellas el otro... la opción es clara. Está en un segundo piso, nadie nos responde y preguntamos en el salón de té que hay en el primer piso. El encargado, muy amable, nos invita a tomar un té mientras esperamos a la dueña, que aparece al de unos minutos, sofocada. Nos enseña una cutre habitación, con cutre moqueta, tres camas y lavabo, por la que nos pide 25YTL. Preguntada por la ducha, nos acompaña hasta el cuarto almacén de trastos varios, que incluye una manguera sin libro de instrucciones para echarla a andar. Decidimos quedarnos, pero conseguimos bajar el precio hasta los 20YTL. Las bicis las subimos a la habitación. Una vez instalados, una ducha, montamos el tenderete habitual con la ropa que lavamos y decidimos dar una vuelta por el pueblo, que recorremos de un extremo a otro. Hay banderines por todas las esquinas, mañana comienza aquí un festival de folklore o algo similar. El entorno es maravilloso, Ermenek está en lo alto de un gran cañón; sólo las nuevas construcciones afean las vistas. Nos sentamos en una terraza con jardín y vistas al valle. Para cenar, optamos por el restaurante que hay bajo el hotel donde nos atiende un chaval muy majo que hace de intérprete de la carta. Pedimos un combinado de carnes a la brasa (cordero, hígado, pollo y carne picada) acompañado de tomate asado, guindilla y cebolla y un kebab que resulta ser bastante parecido, pero sólo con carne picada. Si es cierto lo que nos ha contado el paisano que nos ha invitado al té esta tarde, la etapa de mañana hasta Mut es bastante rompe piernas, así que habrá que intentar descansar bien. |
MIERCOLES 3/08
19ª ETAPA: ERMENEK - MUT
(87km/5h)
Tenperaturak gora egiten du kostaldera jaisten garen heinean, Mut herrian 40 graduren bueltan ibiliko gara. Etaparen lehen zatia gogorra da berriro; jaitsi ondoren, baina beroa estutu egiten da. Jende hauen berezko abegikortasunaz gozatzen jarraitzen dugu. Alde txar gisa, Martaren parrillaren haustura, Mut herrian gutxi gotabehera konponduta eta "desadostasun" txiki pare bat herri honetan bertan.
19ª ETAPA: ERMENEK - MUT
(87km/5h)
Tenperaturak gora egiten du kostaldera jaisten garen heinean, Mut herrian 40 graduren bueltan ibiliko gara. Etaparen lehen zatia gogorra da berriro; jaitsi ondoren, baina beroa estutu egiten da. Jende hauen berezko abegikortasunaz gozatzen jarraitzen dugu. Alde txar gisa, Martaren parrillaren haustura, Mut herrian gutxi gotabehera konponduta eta "desadostasun" txiki pare bat herri honetan bertan.
Nos preparamos el pan tostado con miel en la habitación y para las 7:15 ya comenzamos la marcha, cuesta abajo pero enseguida, lo que creíamos que era una salida de cadena es una rotura de una pieza de mi parrilla que nos obliga a parar. Javi recurre a su caja de tornillos y tuercas mil. Aprovechando uno de los tornillos que nos regalaron en Yesilova y con la ayuda de unas arandelas, montamos una estructura que parece que ha de aguantar, pero no es así, pocos kilómetros más adelante hay que hacer una nueva reparación, con una brida esta vez y que va a aguantar hasta el final de la etapa. La primera parte es dura, subimos el Körkuyu Beli, a 1360m. En el descenso tenemos una buena panorámica de las gargantas. Al parar en una fuente, se nos acercan unas mujeres que nos hacen vaciar los bidones para cambiar el agua por otra más fresca. Lo siguiente, es sentarnos con ellas para primero, tomar un té y después una ensalada de tomate con guindillas, bollos de queso, tortas y aceitunas. Toda la familia nos acompaña, nos hacemos una foto y cogemos la dirección para enviársela en cuanto regresemos. De despedida, nos regalan una bolsa con melocotones. Tras el descenso, nos espera la fatídica señal de rampa, que parece que nos ha de acompañar durante 10km. Según el mapa, parece que deberíamos descender hasta 275m desde los 1250 de Ermenek, pero no hacemos sino subir. Además, tenemos viento en contra que a veces sopla con bastante intensidad. En el alto, el paisaje cambia radicalmente, parece que estemos en los Monegros. Iniciamos un fuerte y prolongado descenso y la temperatura va subiendo rápidamente conforme bajamos. Al finalizar la bajada, el agua de los botellines está ardiendo y la primera fuente con la que topamos está seca. Nos detenemos en unos barracones para coger agua del lavabo, pero enseguida un hombre nos da otra, más fresca. Nos invitan, cómo no, a sentarnos con ellos para tomar un té. El paisano es mudo y no entendemos todo, pero sí nos deja claro que nos invita a quedarnos con ellos esta noche y a que yo duerma con él. A pesar de la tentadora oferta, nos despedimos para seguir camino. Vamos atravesando pequeños pueblos, de casas de cemento y de aspecto bastante pobre. Aunque el perfil no es muy duro, el calor y el fuerte viento lo complican. A los lados, dejamos puestos de venta de melones, demasiado dulces y pesados para la bici. Llegamos así a Mut, a cuya entrada, en una zona de talleres, encontramos un hotel. El recepcionista conoce al Athletic, es nuestra tarjeta de presentación en Turquía. Suponíamos que iba a tratarse de un sitio cutrillo, como para camioneros, pero nos encontramos con una amplia habitación con ducha y WC separados, ventilador, toallas, jabonetas, todo ello por 24YTL. El único inconveniente es el calor, aquí no emplean persianas, tan sólo unas cortinas más o menos tupidas que no impiden el paso del sol. Salimos con la intención de arreglar la parrilla en uno de los talleres que hay en el mismo bloque del hotel. Le mostramos al ingeniero (de unos 55 ó 60 años, es difícil calcular la edad en este país) lo que nos ha ocurrido. Le da unos martillazos, se sienta de nuevo y encarga al joven aprendiz de 14 ó 15 años que haga el agujero. Cuando regresa el chaval, veo que ha perforado demasiado cerca del borde, con lo cual la resistencia va a ser mucho menor. Se lo hago saber y él se limita a señalar al joven como diciendo “qué quieres, está aprendiendo”. No cobra nada, pero tampoco me apetece darle nada, estoy mosqueada. Colocamos de nuevo la parrilla, pero la reforzamos con una arandela y una brida, por lo que pudiera pasar. Es ahora el turno de tomar una cerveza, que hacemos en un local con aire acondicionado y cristales tintados que impiden ver el interior. Los camareros nos dan la bienvenida y una chica se sienta con nosotros. Estamos cansados y tan sólo nos apetece tomarnos tranquilamente nuestra cerveza, pero así son ellos, tan amables que no se dan cuenta de cuando deberían retirarse. |
Recorremos el pueblo, aunque hace calor (son las 18:30 y estamos a 37º). A diferencia de la mayoría de las mezquitas que hemos visto, de cemento, la de Mut es de piedra, es bonita. Cerca, un torreón con un jardín que lo rodea, donde nos sentamos a tomar un refresco y desde el cual se tiene una buena perspectiva de la ciudad. Han preparado varias hileras de bancos de madera, una mesa engalanada con lazos y flores y un escenario para la orquestilla. Es decir, que asistimos a los preparativos para una boda. Va anocheciendo y nos retiramos directamente al hotel, hemos comido tarde y no tenemos hambre. El calor en la habitación es insoportable, sudamos sin hacer el menor movimiento. El ventilador nos va a acompañar toda la noche.
JUEVES 4/08
20ª ETAPA: MUT – TASUÇU
(93km/5h)
Egunetik agunera, beroa handiagoa da. deigarria da iturriak, orain arte emariak zirenak, sarri lehor egotea. Nekatuta iritsi gara Tasuçura, etapagatik baino gehiago, beroagatik, etapa ez baita izan oso gogorra, luzea izan arren. Baina Mediterraneoa begien bistan dugu, eta hango uretan bizpahiru eguneko atsedenaldia hartuko dugu.
20ª ETAPA: MUT – TASUÇU
(93km/5h)
Egunetik agunera, beroa handiagoa da. deigarria da iturriak, orain arte emariak zirenak, sarri lehor egotea. Nekatuta iritsi gara Tasuçura, etapagatik baino gehiago, beroagatik, etapa ez baita izan oso gogorra, luzea izan arren. Baina Mediterraneoa begien bistan dugu, eta hango uretan bizpahiru eguneko atsedenaldia hartuko dugu.
Pronto empieza la jornada, aguantamos hasta las 6:30 y a pesar de la ducha, seguimos sudando. Tostamos el pan en la habitación y el ventilador se encarga de hacer salir el olorcillo por la ventana. Una hora más tarde ya pedaleamos. Entre una cosa y otra, nos han dado las 8, pero los primeros kilómetros son favorables. El paisaje recuerda a las Bardenas o los Monegros, se nota que vamos hacia el sur, hace más calor también. No hay muchas fuentes y a veces están secas. Atravesamos unas gargantas que estaban ya anunciadas en nuestro mapa. Hay cantidad de puestos de venta ambulante en los márgenes de la carretera, tienen cajas llenas de algún tipo de fruta grande y verde que resultan ser unos enormes y deliciosos higos. La carretera tira para arriba primero para descender después hasta un puente que cruza un río color chocolate. Ascendemos de nuevo, la camiseta se pega a la espalda; dejamos atrás el monumento en homenaje al “capitán barbarroja” que, al parecer, frenó alguna invasión que otra por estos cañones, hace ya una pila de años. Probamos “gozleme” con queso. Es una masa que una mujer trabaja una y otra vez, dándola vueltas sobre una tabla redonda de madera hasta dejarla fina, al estilo de los crêpes. Descendemos ahora hacia Silifke, las ruinas de un castillo quedan en lo alto. En la oficina de turismo, un local fresco y en penumbra, nos recomiendan un camping a 10km de Silifke, en Tasuçu, nos dan algún que otro panfleto más bien descolorido y nos recomiendan también visitar el Delta Göksu. Tenemos el honor de ser los dos primeros turistas de Bilbao que pasan por esta oficina. |
Tomamos la carretera de Antalya, una amplia autovía con bastante tráfico. A la izquierda, la señalización hacia el Delta Göksu y junto a ella, una enorme refinería o similar. En Tasuçu encontramos el cartel que anuncia que sólo nos quedan 4km hasta el camping, lo cual se agradece, pues llevamos ya más de 90km, hace calor y estamos realmente cansados. El pueblo parece bastante turístico, con abundante comercio y hoteles. Aquí, la autovía se transforma en una preciosa carretera que serpentea junto a la línea de la costa.
Al fin tenemos frente a nosotros el azul y plácido Mediterráneo. El camping está situado en una preciosa cala, junto a una pequeña playa de piedra con sombrillas y hamacas. Hay instaladas 3 autocaravanas y otras tantas tiendas y caravanas. Antes de colocar la tienda nos damos un baño, el agua está muy buena, más salada que la nuestra del Cantábrico, un placer en cualquier caso. Nos sorprende la visita de 2 ó 3 tortugas marinas que asoman la cabeza, como curiosas, para coger aire. Son esquivas, a ver si mañana las podemos observar mejor.
Tras la ducha, con la tienda ya colocada, nos decidimos por ir a cenar al restaurante del camping. Los precios no son los del interior, estamos en zona turística, se nota. Iremos acumulando deuda para pagar al final con la VISA.
Y así acabamos el día de hoy. Los 2 ó 3 siguientes los dedicaremos a descansar, que nos lo estamos ganando.
Al fin tenemos frente a nosotros el azul y plácido Mediterráneo. El camping está situado en una preciosa cala, junto a una pequeña playa de piedra con sombrillas y hamacas. Hay instaladas 3 autocaravanas y otras tantas tiendas y caravanas. Antes de colocar la tienda nos damos un baño, el agua está muy buena, más salada que la nuestra del Cantábrico, un placer en cualquier caso. Nos sorprende la visita de 2 ó 3 tortugas marinas que asoman la cabeza, como curiosas, para coger aire. Son esquivas, a ver si mañana las podemos observar mejor.
Tras la ducha, con la tienda ya colocada, nos decidimos por ir a cenar al restaurante del camping. Los precios no son los del interior, estamos en zona turística, se nota. Iremos acumulando deuda para pagar al final con la VISA.
Y así acabamos el día de hoy. Los 2 ó 3 siguientes los dedicaremos a descansar, que nos lo estamos ganando.
VIERNES 5/08
TASUÇU
Mediterraneoa plazerra da, baina beroa, itogarria, gauez bereziki. Esplorazio eguna Tasuçun, besterik gabe, eta itzaletan edo uretan beroa saihesten saiatzea.
Esta noche ha sido, sin duda alguna, la peor de cuantas llevamos aquí. Por la noche, el viento se para, el mar queda como una balsa y llega el momento de los mosquitos. Dormir en la tienda con la mosquitera cerrada resulta imposible por el calor, las colchonetas hinchables nos hacen sudar más que un puerto de primera especial.
Y entre una cosa y la otra, a las 5 y media ya estamos tumbados en las hamacas. Desayunamos abundantemente pan con miel y nos damos el primer baño del día. El mar está en completa calma y nos acercamos a la plataforma cercana a la orilla con la esperanza de ver alguna que otra tortuga. Ahí están, hasta media docena llegamos a contar y alguna de gran tamaño, el caparazón rondará el metro de longitud. Éstas, las mayores, son más difíciles de ver, aguantan más tiempo debajo del agua, hacen una breve aparición en la superficie, respiran un par de veces y se vuelven a sumergir. Afortunadamente, el mar está tan limpio y tranquilo que se las ve perfectamente desde lo alto de la plataforma. Nadar junto a ellas no es fácil, lo hacen bastante mejor que nosotros y son esquivas (muy bien que hacen).
Zanganeamos un poco y hacia el medio día cogemos las bicis para acercarnos a Tasuçu. Hace mucho calor y nos refugiamos en el aire acondicionado de un súper para hacer alguna compra primero, en un una terraza para tomar un refresco después y, por último, un restaurante con clientela autóctona, los mejores según nos muestra la experiencia. Lo encontramos, con camarero simpático, además. Pedimos “adana kebab” (carne picada a la brasa con pan de pita) y un kebab de pollo, ambos acompañados de arroz, lombarda y cebolla picada; como es habitual, nos sacan una ensalada con abundante perejil. El perejil es el ingrediente omnipresente en todos los platos turcos, Argiñano estaría en su salsa. Tomamos dos tés y pagamos por todo 9YTL, así que le dejamos 10, cosa que nos agradece dándonos la mano al marchar. Seguramente, volveremos mañana.
Mientras saboreamos un helado, vemos en una cartel que, en el cercano Delta de Göksu se puede ver foca monje, dos especies de tortuga y gran cantidad de aves, así que igual merece hacer una visita mañana.
Regresamos al camping para darnos un baño, saludar a las tortugas, tomar una cerveza (el camarero está empeñado en que soy italiana) y preparar la cena. Javi ha decidido dormir en la hamaca, junto al mar. Nos tumbamos un rato, se ven las estrellas pero no la luna, las luces de los coches se reflejan en la superficie del mar y de pronto comienzan fuegos artificiales sobre Tasuçu. Los campistas están de tertulia en la calle. Javi se ha dormido y yo decido probar suerte de nuevo en la tienda. Me unto de Relec para poder dejar abierta la mosquitera; además, hoy hace algo menos calor que ayer. Aún así, de nuevo retiro la colchoneta inflable porque me hace sudar mucho. A ver qué tal se da esta noche.
TASUÇU
Mediterraneoa plazerra da, baina beroa, itogarria, gauez bereziki. Esplorazio eguna Tasuçun, besterik gabe, eta itzaletan edo uretan beroa saihesten saiatzea.
Esta noche ha sido, sin duda alguna, la peor de cuantas llevamos aquí. Por la noche, el viento se para, el mar queda como una balsa y llega el momento de los mosquitos. Dormir en la tienda con la mosquitera cerrada resulta imposible por el calor, las colchonetas hinchables nos hacen sudar más que un puerto de primera especial.
Y entre una cosa y la otra, a las 5 y media ya estamos tumbados en las hamacas. Desayunamos abundantemente pan con miel y nos damos el primer baño del día. El mar está en completa calma y nos acercamos a la plataforma cercana a la orilla con la esperanza de ver alguna que otra tortuga. Ahí están, hasta media docena llegamos a contar y alguna de gran tamaño, el caparazón rondará el metro de longitud. Éstas, las mayores, son más difíciles de ver, aguantan más tiempo debajo del agua, hacen una breve aparición en la superficie, respiran un par de veces y se vuelven a sumergir. Afortunadamente, el mar está tan limpio y tranquilo que se las ve perfectamente desde lo alto de la plataforma. Nadar junto a ellas no es fácil, lo hacen bastante mejor que nosotros y son esquivas (muy bien que hacen).
Zanganeamos un poco y hacia el medio día cogemos las bicis para acercarnos a Tasuçu. Hace mucho calor y nos refugiamos en el aire acondicionado de un súper para hacer alguna compra primero, en un una terraza para tomar un refresco después y, por último, un restaurante con clientela autóctona, los mejores según nos muestra la experiencia. Lo encontramos, con camarero simpático, además. Pedimos “adana kebab” (carne picada a la brasa con pan de pita) y un kebab de pollo, ambos acompañados de arroz, lombarda y cebolla picada; como es habitual, nos sacan una ensalada con abundante perejil. El perejil es el ingrediente omnipresente en todos los platos turcos, Argiñano estaría en su salsa. Tomamos dos tés y pagamos por todo 9YTL, así que le dejamos 10, cosa que nos agradece dándonos la mano al marchar. Seguramente, volveremos mañana.
Mientras saboreamos un helado, vemos en una cartel que, en el cercano Delta de Göksu se puede ver foca monje, dos especies de tortuga y gran cantidad de aves, así que igual merece hacer una visita mañana.
Regresamos al camping para darnos un baño, saludar a las tortugas, tomar una cerveza (el camarero está empeñado en que soy italiana) y preparar la cena. Javi ha decidido dormir en la hamaca, junto al mar. Nos tumbamos un rato, se ven las estrellas pero no la luna, las luces de los coches se reflejan en la superficie del mar y de pronto comienzan fuegos artificiales sobre Tasuçu. Los campistas están de tertulia en la calle. Javi se ha dormido y yo decido probar suerte de nuevo en la tienda. Me unto de Relec para poder dejar abierta la mosquitera; además, hoy hace algo menos calor que ayer. Aún así, de nuevo retiro la colchoneta inflable porque me hace sudar mucho. A ver qué tal se da esta noche.
SABADO 6/08
TASUÇU
Bero itogarriaren bigarren eguna. Gaur Göksuren deltara hurbiltzea erabaki dugu, baina ez du sortutako itxaropenik beteko.
En la tienda hace calor, pero un poco menos que ayer. A pesar de ello, me despierto totalmente sudada. Desayunamos, nos damos un baño, saludamos a las tortugas y nos tumbamos en las hamacas. El plan de hoy consiste en acercarnos al delta de Göksu después de comer en Tasuçu. Hace algo de aire en el pueblo y se está bien.
De camino al delta, nos acompaña al lado un buen trecho una gran fábrica de gas, que dejamos atrás para atravesar un puente, tras el cual pedaleamos por una pista sin asfaltar. A nuestra derecha, una larga fila de espantosos y caóticos “adosados” reunidos en una especie de urbanización veraniega. El camino se complica. Justo después de encontrar un martín pescador junto a un regato, tropezamos con tres chavales en bici. Se ofrecen para hacer de guías hasta la torre de observación. Uno de ellos es una auténtica guindilla turca, no para quieto ni deja de hablar. Avanzamos a través de pistas que pasan junto a más grupos de adosados, dejamos atrás una discoteca al aire libre con la música a tope, enfilamos a la playa y llegamos al fin a una señal que nos lleva hasta el observatorio. Es de madera y tiene una altura considerable. La barandilla está suelta y está peligroso. Los chavales nos siguen escaleras arriba, el guindilla se cuelga de un tejadillo y saca un paquete de Marlboro con 8 ó 9 cigarrillos aún, para satisfacción del resto. Otro, con los brazos tatuados con los nombres de sus novias, nos dice que su padre es policía de narcóticos y el último, un poco más pardillo, tiene un punto majo. Tienen 17 años, nos preguntan sobre nuestro viaje, nuestra edad, nuestro trabajo..., es decir, lo de siempre, pues hasta ahí les llega el inglés. Marchan despidiéndose con un apretón de manos.
La laguna es grande y bonita, pero no hay patos. Damos un breve paseo hasta otra laguna cercana, más pequeña y vemos unas avefrías, algún que otro pájaro desconocido, un perro que yo confundo con un gato grande, montés por lo menos y poco más. Llegamos hasta otra caseta de observación que alguien ha empleado como WC, así que los tordos que vemos no son los que esperábamos.
Recuperamos las bicicletas y regresamos junto a la playa, el mar está bastante agitado, hace viento. Hay muchos kioskos de venta de refrescos y cerveza en los que no aparece el cartel de alcohol exclusivo para hombres, como en el pueblo. En una terraza tomamos un refrescante “ayram” y son cerca de las 7 cuando llegamos al camping. Nos damos un baño y preparamos la cena, pasta con verdura y bonito y una ensalada de tomate y pepino. Cenamos a la luz de la bombilla de la autocaravana de nuestros vecinos italianos, que la encienden amablemente.
A las 9 de la noche estoy muerta de sueño, me tumbo en la hamaca y me quedo dormida, así que decido retirarme a la tienda. Javi va a dormir en la playa de nuevo. No ha parado el viento en todo el día, hace algo más fresco y no hay mosquitos, es decir, que hoy hay opciones de dormir en condiciones.
TASUÇU
Bero itogarriaren bigarren eguna. Gaur Göksuren deltara hurbiltzea erabaki dugu, baina ez du sortutako itxaropenik beteko.
En la tienda hace calor, pero un poco menos que ayer. A pesar de ello, me despierto totalmente sudada. Desayunamos, nos damos un baño, saludamos a las tortugas y nos tumbamos en las hamacas. El plan de hoy consiste en acercarnos al delta de Göksu después de comer en Tasuçu. Hace algo de aire en el pueblo y se está bien.
De camino al delta, nos acompaña al lado un buen trecho una gran fábrica de gas, que dejamos atrás para atravesar un puente, tras el cual pedaleamos por una pista sin asfaltar. A nuestra derecha, una larga fila de espantosos y caóticos “adosados” reunidos en una especie de urbanización veraniega. El camino se complica. Justo después de encontrar un martín pescador junto a un regato, tropezamos con tres chavales en bici. Se ofrecen para hacer de guías hasta la torre de observación. Uno de ellos es una auténtica guindilla turca, no para quieto ni deja de hablar. Avanzamos a través de pistas que pasan junto a más grupos de adosados, dejamos atrás una discoteca al aire libre con la música a tope, enfilamos a la playa y llegamos al fin a una señal que nos lleva hasta el observatorio. Es de madera y tiene una altura considerable. La barandilla está suelta y está peligroso. Los chavales nos siguen escaleras arriba, el guindilla se cuelga de un tejadillo y saca un paquete de Marlboro con 8 ó 9 cigarrillos aún, para satisfacción del resto. Otro, con los brazos tatuados con los nombres de sus novias, nos dice que su padre es policía de narcóticos y el último, un poco más pardillo, tiene un punto majo. Tienen 17 años, nos preguntan sobre nuestro viaje, nuestra edad, nuestro trabajo..., es decir, lo de siempre, pues hasta ahí les llega el inglés. Marchan despidiéndose con un apretón de manos.
La laguna es grande y bonita, pero no hay patos. Damos un breve paseo hasta otra laguna cercana, más pequeña y vemos unas avefrías, algún que otro pájaro desconocido, un perro que yo confundo con un gato grande, montés por lo menos y poco más. Llegamos hasta otra caseta de observación que alguien ha empleado como WC, así que los tordos que vemos no son los que esperábamos.
Recuperamos las bicicletas y regresamos junto a la playa, el mar está bastante agitado, hace viento. Hay muchos kioskos de venta de refrescos y cerveza en los que no aparece el cartel de alcohol exclusivo para hombres, como en el pueblo. En una terraza tomamos un refrescante “ayram” y son cerca de las 7 cuando llegamos al camping. Nos damos un baño y preparamos la cena, pasta con verdura y bonito y una ensalada de tomate y pepino. Cenamos a la luz de la bombilla de la autocaravana de nuestros vecinos italianos, que la encienden amablemente.
A las 9 de la noche estoy muerta de sueño, me tumbo en la hamaca y me quedo dormida, así que decido retirarme a la tienda. Javi va a dormir en la playa de nuevo. No ha parado el viento en todo el día, hace algo más fresco y no hay mosquitos, es decir, que hoy hay opciones de dormir en condiciones.
DOMINGO 7/08
TASUÇU
Hirugarren eta azken jardunaldia Tasuçun. Ezer aipagarririk ez.
Duermo sin sobresaltos hasta las 8:30; para entonces, Javi ya se ha dado el primer baño. Es domingo y la playa se ha ido llenando de gente. Hace viento hoy también, pero en el agua se está muy a gusto. La mayor parte de los turistas son turcos pero todos, salvo una familia (madre e hijas se bañan vestidas), están bastante “occidentalizados”. Las mujeres llevan bikinis sin falda, los coches aparcados son muy nuevos (a diferencia de las zonas rurales, en las que abundan los viejos R12).
Hoy hemos decidido comer en el camping y cenar fuera, así que dejamos pasar la tarde tranquilamente y hacia las 6:30 salimos a esperar el autobús. Coches pasan sin cesar, pero durante cerca de tres cuartos de hora, ni un solo autobús. Asoma al fin uno pequeño, verde pistacho y blanco, al que hacemos gestos para que se detenga. Va a tope, pero nos hacemos hueco. El viaje sale por 2 YTL, parece que es tarifa única. Nos deja en la plaza y nos sentamos a disfrutar de un ayram, al que nos hemos aficionado. A pesar de ser domingo, están todos los comercios abiertos. En los restaurantes no hay mucho movimiento. Nos sentamos en uno que tiene un expositor con pescado y pedimos de dos tipos. Uno de los pescados es igual que el que comimos en el camping, está rico, aunque no tenga mucho sabor.
Tras la cena damos un paseo hacia la playa, hacia la que parece la zona de marcha. En una pista de baloncesto o similar, se reúne mucha gente, hay luces y música y nos acercamos a curiosear. Para nuestra sorpresa, se trata de una especie de concurso de miss infantil. Hay unas 20 niñas, de 6 ó 7 años, con sus bikinis. ¡Es horrible! Huimos despavoridos. En la estación de autobuses, nos dicen que no hay ninguno que salga ya hacia el camping, debemos coger un taxi, allí mismo. El viaje nos sale 7YTL.
El camping está tranquilo, los domingueros han marchado. Aprovechando que el dueño, Mehmed, está en la recepción, le pedimos la factura. Va haciendo la cuenta en voz alta, son 10.900YTL que le pagamos con la VISA. Nos invita a tomar un par de cervezas en una mesa, junto a su mujer y su hermana. Charlamos del viaje, de fútbol (¡cómo no!) y, nos dice que a unos 40km en la dirección que tomaremos nosotros mañana hay otro camping. Nos da pena abandonar tan pronto el Mediterráneo, así que decidimos acabar en él la etapa de mañana. Cuenta también que trabaja 6 meses al año y los seis restantes los dedica a dormir y beber algo similar al “pastís”, en su versión turca. Septiembre es un buen mes y ya tiene apalabrado un grupo de autocaravanas holandesas. Nos habla de un camping en Capadocia, para cuyo dueño nos da una especie de nota de recomendación. Tras las despedidas, nos retiramos a la tienda, porque queremos levantarnos temprano.
TASUÇU
Hirugarren eta azken jardunaldia Tasuçun. Ezer aipagarririk ez.
Duermo sin sobresaltos hasta las 8:30; para entonces, Javi ya se ha dado el primer baño. Es domingo y la playa se ha ido llenando de gente. Hace viento hoy también, pero en el agua se está muy a gusto. La mayor parte de los turistas son turcos pero todos, salvo una familia (madre e hijas se bañan vestidas), están bastante “occidentalizados”. Las mujeres llevan bikinis sin falda, los coches aparcados son muy nuevos (a diferencia de las zonas rurales, en las que abundan los viejos R12).
Hoy hemos decidido comer en el camping y cenar fuera, así que dejamos pasar la tarde tranquilamente y hacia las 6:30 salimos a esperar el autobús. Coches pasan sin cesar, pero durante cerca de tres cuartos de hora, ni un solo autobús. Asoma al fin uno pequeño, verde pistacho y blanco, al que hacemos gestos para que se detenga. Va a tope, pero nos hacemos hueco. El viaje sale por 2 YTL, parece que es tarifa única. Nos deja en la plaza y nos sentamos a disfrutar de un ayram, al que nos hemos aficionado. A pesar de ser domingo, están todos los comercios abiertos. En los restaurantes no hay mucho movimiento. Nos sentamos en uno que tiene un expositor con pescado y pedimos de dos tipos. Uno de los pescados es igual que el que comimos en el camping, está rico, aunque no tenga mucho sabor.
Tras la cena damos un paseo hacia la playa, hacia la que parece la zona de marcha. En una pista de baloncesto o similar, se reúne mucha gente, hay luces y música y nos acercamos a curiosear. Para nuestra sorpresa, se trata de una especie de concurso de miss infantil. Hay unas 20 niñas, de 6 ó 7 años, con sus bikinis. ¡Es horrible! Huimos despavoridos. En la estación de autobuses, nos dicen que no hay ninguno que salga ya hacia el camping, debemos coger un taxi, allí mismo. El viaje nos sale 7YTL.
El camping está tranquilo, los domingueros han marchado. Aprovechando que el dueño, Mehmed, está en la recepción, le pedimos la factura. Va haciendo la cuenta en voz alta, son 10.900YTL que le pagamos con la VISA. Nos invita a tomar un par de cervezas en una mesa, junto a su mujer y su hermana. Charlamos del viaje, de fútbol (¡cómo no!) y, nos dice que a unos 40km en la dirección que tomaremos nosotros mañana hay otro camping. Nos da pena abandonar tan pronto el Mediterráneo, así que decidimos acabar en él la etapa de mañana. Cuenta también que trabaja 6 meses al año y los seis restantes los dedica a dormir y beber algo similar al “pastís”, en su versión turca. Septiembre es un buen mes y ya tiene apalabrado un grupo de autocaravanas holandesas. Nos habla de un camping en Capadocia, para cuyo dueño nos da una especie de nota de recomendación. Tras las despedidas, nos retiramos a la tienda, porque queremos levantarnos temprano.