JUEVES 24/03
4ª ETAPA: TAMTATTOUCHTE – TINEJDAD
(86km/4h 50min)
Markoztatzeko etapa, ez bakarrik argia eta Todrako paisaiagatik, baizik eta herrialdearen erritmoan sartzen ari garelako. Lehenik, Tinerhirren, non Javiren parrillako pieza hautsia konponduko duten, plazer bat da ikustea oraindik badirela lanbide zaharrak eta praktikatzen dutenak; eta eguna Tinejdaden amaituko da, non Yusuf ezagutzeko zorte handia dugun, etxean hartzen gaituen bertako merkataria. Han, bere familiaz inguratuta, jende horren abegikortasuna ezagutuko dugu.
4ª ETAPA: TAMTATTOUCHTE – TINEJDAD
(86km/4h 50min)
Markoztatzeko etapa, ez bakarrik argia eta Todrako paisaiagatik, baizik eta herrialdearen erritmoan sartzen ari garelako. Lehenik, Tinerhirren, non Javiren parrillako pieza hautsia konponduko duten, plazer bat da ikustea oraindik badirela lanbide zaharrak eta praktikatzen dutenak; eta eguna Tinejdaden amaituko da, non Yusuf ezagutzeko zorte handia dugun, etxean hartzen gaituen bertako merkataria. Han, bere familiaz inguratuta, jende horren abegikortasuna ezagutuko dugu.
Esta mañana nos encontramos con la auténtica luz de Marruecos, ésa de la que me enamoré, la que todo lo tiñe y alegra; en un momento olvidamos todos los malos momentos pasados ayer empujando la bicicleta. Desayunamos en la terraza, al sol, pan, mantequilla, aceite, aceitunas, café,… La ropa está seca y a pesar de habernos relajado durante el desayuno, a las 9:30 estamos ya de camino. Hemos pagado unas 2.500 pelillas, algo más caro que lo habitual, pero lo merece. Pedaleando hace fresco, pero apenas si hay coches y el trayecto desciende suavemente hasta las gargantas de Todra, donde hay bastante gente escalando. Es cerca de la una cuando llegamos a Tinerhir. A pesar de que la reparación de urgencia de la parrilla de Javi parece que aguanta, buscamos un mecánico para asegurarnos. A la tercera, la vencida, un amable hombre que deja todo lo que estaba haciendo para atendernos. Buceando en un caos de tornillos, arandelas, chapas,… encuentra lo que busca, pero él no tiene soldador, así que marcha a otro taller cercano, de donde regresa con la pieza soldada y en condiciones de andar otros cuantos cientos de kilómetros. A la hora de pagarle, la voluntad y le damos 50dh. Es un privilegio participar del ritmo de vida de esta gente y de su forma de trabajar. Tienen, además, solución absolutamente para todo. Compramos unos dátiles y vamos en busca de un menú. Después de comer hace calor, pero el trazado es bueno y los kilómetros pasan rápidamente. Son cerca de las cuatro de la tarde y paramos en una terraza, a la entrada de Tinejdad, a tomar un té, amenizado por el reggae de la música de fondo. El tiempo pasa plácidamente mientras contemplamos el bello atardecer. En el pueblo, la casualidad nos lleva a la tienda de un comerciante que habla perfecto castellano. Charlamos con él y nos invita a su casa; en un principio rechazamos la invitación, no queremos causar molestias pero, cuando ya marchamos, lo reconsideramos y caemos en la cuenta de que no podemos dejar pasar la ocasión de ver cómo vive y cómo es esta amable gente. Volvemos, por tanto, sobre nuestras rodadas y nos recibe de nuevo complacido, haciendo inmediatamente una llamada a casa para avisar a su mujer de que va a tener invitados. Allí permanecemos hasta cerca de las 8, cuando guardamos las sillas, mesa y otros bártulos en una pequeña lonja, de la que saca su bicicleta, invitándonos a seguirle. Atravesamos el pueblo hasta detenernos ante una verja que da entrada a una gran casa de dos alturas. Aunque está sin pintar por fuera, nos sorprende, no esperábamos que un pequeño comerciante tuviera una casa así. Abajo, una puerta doble da entrada a un gran salón, iluminado por dos simples bombillas (una, fundida), con bancos corridos cubiertos de cojines en torno a las paredes. En el centro, una gran alfombra y dos mesas circulares. Yusuf, que así se llama nuestro anfitrión, nos abandona para regresar al de un momento con su padre, de 89 años, su madre y su mujer, embarazada de 8 meses. Nos sentamos todos, el padre marcha y al volver, observamos que se ha cambiado la chilaba. Yusuf marcha a comprar una bombilla y su mujer, a preparar la cena, así que nos dejan con los padres, para representar la más viva estampa de la incomunicación. Ella nos habla en berebere al tiempo que gesticula con las manos; él, de vez en cuando, nos pregunta “¿sa ba?”, tose y sonríe. Nosotros, nos limitamos a esto último, a sonreír. Se levanta y vuelve con una preciosa chilaba para Javi (que, dicho sea de paso, no viste con demasiada gracia). El padre gesticula, quiere saber si tenemos cámara de fotos, al parecer le encantan, así que le hacemos una a él solo, en seria y elegante pose y otra, con Javi. Intentamos que la madre y la mujer acepten también posar, pero no hay suerte. Y ya estamos todos reunidos en torno a la mesa, dispuestos a disfrutar de un enorme cous-cous que acompañan con una leche un poco agria que nos cuesta pasar. El cous-cous está muy bueno, lleva tomate, zanahoria, nabo, habas y un poco de carne y damos cuenta de él cada uno con su cuchara. Le sigue a este plato la fruta y el té y más tarde, cosa curiosa, unos deliciosos huevos revueltos con tomate y pimiento que se comen del plato directamente con el pan (allá donde fueres, haz lo que vieres). Con la tripa llena y tras una agradable sobremesa, nos traen sábanas y mantas para montar la habitación allí mismo, en el salón. Perfecto. Al ir al baño a lavarnos los dientes, vemos que ellos también duermen sobre colchones echados directamente al suelo, en habitaciones sin muebles o con lo mínimo necesario. A ver quién quita si no el polvo del desierto de las baldas. Nos despedimos, nos acomodamos y a descansar. |
VIERNES 25/03 5ª ETAPA: TINEJDAD – ERFOUD (102km/5h 30min) Atzoko afari goxoa, gosari handi batekin osatzen da. Ostirala da, asteko egun handia musulmanentzat. Eskerrak eman dizkiegu Yusuf eta bere familiari, eta etapa luze baina lasai bati ekingo diogu, Erfoud kanpoaldean utziko gaituena, basamortuaren atarian. Nos levantamos temprano y aprovechamos para ir recogiendo todos los bártulos. Nos espera un suculento desayuno de tortas de pan rellenas de pimiento y tomate absolutamente deliciosas, pan con aceite, aceitunas negras y cómo no, té. Hoy es viernes, día especial para los musulmanes y toda la familia se ha vestido para la ocasión. Nosotros nos sentimos en deuda por todas las atenciones recibidas y nos gustaría que aceptaran algo de dinero, aprovechando que van a ser padres próximamente para comprar algo al crío, sin embargo, lo rechazan sin dudarlo. Les digo que nos gustaría poderles dejar algo de recuerdo, pero es lo que tiene la bici, que viajas con lo justo. Nos despedimos con la promesa de enviarles las fotos y hacia las 8:30, pero con un sol ya intenso, nos ponemos en camino. La carretera es buena, tendida, pero tiene un problema añadido, los niños que nos asaltan de manera continua y agobiante, llegando incluso a hacer una cadeneta para obligarnos a parar. Nos rodean, uno de ellos acompañado de un gran lagarto color naranja (éste, me parece que acabará en la cazuela). Sin contratiempos, llegamos a Erfoud, un pueblo bastante grande en el que hacemos alguna compra antes de seguir dirección a Rassini. Esperamos encontrar algún buen sitio donde poner la tienda y lo intentamos cerca de Erfoud en un camino que se adentra hacia un palmeral. Sin embargo, unos ladridos nos hacen recular hasta las ruinas de una pequeña construcción cuyas cuatro paredes sin techo nos ofrecen protección contra las miradas indiscretas y el aire. Incluso tenemos dónde colgar el “camel-bag” que hará las veces de improvisada ducha. Montamos la tienda, preparamos la cena alumbrados por la luna llena y dormimos plácidamente bajo el cielo estrellado. |
SABADO 26/03
6ª ETAPA: ERFOUD – MERZOUGA
(51km/2h 40min)
Basamortura heldu gara ohitura pare bat betetzera: ilunabarra ikustea eta dunen artean lo egitea. Argiak ez du laguntzen eta haizeak zakuan sartzen digu hondarra, baina merezi izan du.
6ª ETAPA: ERFOUD – MERZOUGA
(51km/2h 40min)
Basamortura heldu gara ohitura pare bat betetzera: ilunabarra ikustea eta dunen artean lo egitea. Argiak ez du laguntzen eta haizeak zakuan sartzen digu hondarra, baina merezi izan du.
Tras una tranquila noche, recogemos y a las 9:30, nos disponemos a hacer los 51km que nos separan de Merzouga. En Rassini, compramos pan y agua y seguimos dirección a Erg Chebbí, con calor, pero se aguanta bien sobre la bicicleta. Poco a poco, nos rodean las dunas, de las que nos separa una ancha franja de tierra negra. El viento sopla en contra, cuesta avanzar y además, se van notando los kilómetros en las piernas. Vamos dejando a ambos lados de la carretera carteles que anuncian albergues y campings; a lo lejos, entre la calima, se asoma una especie de castillo-hotel. Definitivamente, no vamos a tener ningún problema de alojamiento por aquí. Las caravanas de todo-terrenos, muchos con matrícula de Melilla, nos adelantan a toda la velocidad, casi la misma que llevan cuando atraviesan las poblaciones. Lo cierto es que dan por saco. Llegamos por fin a Merzouga al tiempo que se acaba el asfalto, comenzando entonces la caza del turista. De momento, optamos por sentarnos en una terraza a tomar un té. Una pequeña tormenta de arena (“gacela” las llaman, por lo rápido que llegan y marchan) oculta durante un momento la cima de la gran duna. Nos hablan de un albergue cercano, “El lago del Sahara”, al que vamos, tras un segundo té. En él nos recibe su simpático propietario y le explicamos nuestras intenciones, que son cenar, desayunar y por supuesto, una ducha, pero no dormir, porque queremos pasar la noche en el desierto. No hay ningún problema, le encargamos la cena (ensalada, tallín y otro plato a base de huevos) y disfrutamos del té de bienvenida. Descansamos en la sala tradicional, de bancos corridos en todas sus paredes, hasta las 16:30, cuando vamos hacia la duna. Según el libro de anotaciones, tenemos una hora de camino. Hace viento y la luz, probablemente debido a ello, no es buena. Es más duro de lo que recordaba andar por la arena, subir es agotador, se cargan los gemelos y hay que ir recto, en zig-zag es aún más difícil. Ya en el vértice, el viento sopla fuerte, levantando mucha arena. Esperamos rebozados como croquetas con la esperanza de que la luz mejore, pero al final, el sol se oculta sin pena ni gloria. A pesar de todo, es un bello espectáculo. Ya en el albergue, nos quitamos la arena con una ducha (de agua fría). Finalmente, llega la cena, sabrosa y abundante, no podemos dar con toda ella. Tras la cena, yo estoy agotada y aún tenemos que buscar una duna acogedora en la que dormir. Nos despedimos y con los sacos y las esterillas caminamos bajo la intensa luz de la luna llena por las dunas del Sahara. Es algo mágico. Nos cuesta dar con un buen sitio, pues hace un poco de viento. Finalmente, nos decidimos, nos tumbamos y nos dormimos, pero no por mucho tiempo, pues se levanta un viento que arroja arena a la cara. Dormimos poco, a pesar de que la temperatura es muy buena. |