JUEVES 31/03
OUARZAZATE – MARRAKECH
Eta bidaia hau hasi genuen bezala, amaitu dugu, autobusez, Marrakexera. Hirian amaitu da tratu atsegin eta desinteresatua, hemen "euro-aurpegia" duten turistak gara. Hala ere, egunaz gozatu dugu.
Madrugamos demasiado y aún tenemos tiempo hasta el autobús. Tras recoger y empaquetar todo, salimos rumbo a la estación de autobuses. Allí nos sorprenden, los billetes son algo más baratos, 50dh. Por las bicicletas, ofrezco un precio no negociable, 50dh. Nuestro autobús, la misma tartana de siempre, no tan coloreado como otro cercano, decorado al más puro estilo hippie.
OUARZAZATE – MARRAKECH
Eta bidaia hau hasi genuen bezala, amaitu dugu, autobusez, Marrakexera. Hirian amaitu da tratu atsegin eta desinteresatua, hemen "euro-aurpegia" duten turistak gara. Hala ere, egunaz gozatu dugu.
Madrugamos demasiado y aún tenemos tiempo hasta el autobús. Tras recoger y empaquetar todo, salimos rumbo a la estación de autobuses. Allí nos sorprenden, los billetes son algo más baratos, 50dh. Por las bicicletas, ofrezco un precio no negociable, 50dh. Nuestro autobús, la misma tartana de siempre, no tan coloreado como otro cercano, decorado al más puro estilo hippie.
Ya estamos en camino, la luz es buena, pero hace un viento sur bochornoso. El conductor toma las curvas como enseñan aquí, por la tangente, así que un pasajero vomita y no se corta para tirar la bolsa por la ventanilla. Creo que me estoy mareando. Llegamos a Marrakech entre acelerones y toque de claxon. Nos acercamos a la estación de tren en busca de nuestros billetes y el papel escrito a mano sí que es un comprobante de la reserva, aparece mi nombre en la pantalla del ordenador. Con los billetes en la mano, nos adentramos en la vorágine del tráfico de esta ciudad. El Hotel Alí está lleno, como era de esperar, es un alojamiento que aparece en todas las guías, así que vamos a “La Gazelle”, donde el dueño sigue siendo tan desagradable como lo recordaba. Pide 120dh por la habit6ación, más otros 20 por guardar las bicicletas, a lo que le replico que será la primera vez que nos piden dinero por guardarlas, pero tiene respuesta para todo, si no nos gusta, él fijo que va a ocupar la habitación con otros clientes. No nos queda otro remedio que aceptar suscondiciones. Cogemos una habitación en la terraza y hasta allí subimos las bicicletas, porque el sitio que nos ofrecían para dejarlas, era un cuchitril bastante inmundo. Toca ahora descansar, hacemos tiempo hasta la hora de cenar, en el puesto nº42 de la plaza Jmaa-el Fna, berenjenas, pimientos verdes, ensalada, cous-cous de pollo y pescado. A la hora de pagar, el tío nos quiere cobrar 15dh de más. Marrakech poco tiene que ver ya con el Marruecos que hemos conocido estos días de atrás. No hemos dejado de ser turistas, pero aquí te lo dejan bien claro. Paseamos por el zoco para bajar la cena, nos sentamos en la plaza, en el muro, junto a los coches de caballos. Hay mucho movimiento en la calle. Finalmente, nos vamos al “Café de France” y nos tomamos un batido de plátano y otro de aguacate en su terraza más alta, dominando toda la plaza. Es una buena manera de acabar este largo día.Haz clic aquí para editar. |
VIERNES 1/04
MARRAKECH
Egun pasa Marrakexen, Tangerreko trena hartzeko ordua iritsi arte.
Madrugamos, como es habitual. Ya a las 5:30 nos había despertado la potente llamada a la oración desde la cercana Koutoubia. Fuera, afortunadamente, ha refrescado y con el forro puesto, salimos a tomar un zumo en un puesto de la plaza, primero y un delicioso desayuno en el Café N´zaha, recomendado por la “Trotamundos”.
De compras o simplemente de paseo, confirmamos que te tratan a patadas en esta ciudad, pero es increíble la cantidad de turismo que mueve. Hacemos tiempo hasta salir hacia la estación, sumergiéndonos por última vez en el caos circulatorio de Marrakech, por la Avenida Mohamed V hasta la Plaza de la Libertad, donde giramos a la izquierda. Son las 6 cuando llegamos a la estación y facturamos las bicis (67dh) Al salir al andén con las bolsas negras de viaje, el jefe de estación pretendía que las facturáramos, pero le explicamos que es nuestro equipaje y nos deja pasar. El tren sale con media hora de retraso. En nuestro compartimento, dos ingleses. Nos preparamos un bocata de jamón con tomate y nos acostamos. No serán aún más de las 22:30.
MARRAKECH
Egun pasa Marrakexen, Tangerreko trena hartzeko ordua iritsi arte.
Madrugamos, como es habitual. Ya a las 5:30 nos había despertado la potente llamada a la oración desde la cercana Koutoubia. Fuera, afortunadamente, ha refrescado y con el forro puesto, salimos a tomar un zumo en un puesto de la plaza, primero y un delicioso desayuno en el Café N´zaha, recomendado por la “Trotamundos”.
De compras o simplemente de paseo, confirmamos que te tratan a patadas en esta ciudad, pero es increíble la cantidad de turismo que mueve. Hacemos tiempo hasta salir hacia la estación, sumergiéndonos por última vez en el caos circulatorio de Marrakech, por la Avenida Mohamed V hasta la Plaza de la Libertad, donde giramos a la izquierda. Son las 6 cuando llegamos a la estación y facturamos las bicis (67dh) Al salir al andén con las bolsas negras de viaje, el jefe de estación pretendía que las facturáramos, pero le explicamos que es nuestro equipaje y nos deja pasar. El tren sale con media hora de retraso. En nuestro compartimento, dos ingleses. Nos preparamos un bocata de jamón con tomate y nos acostamos. No serán aún más de las 22:30.
SABADO 2 – DOMINGO 3/04
TANGER – ALGECIRAS – BILBAO.
Ferryaren irteeraren atzerapenak eta aduana-kontrolak direla eta, Algeciraseko autobusa galtzeko zorian egon gara. Tangerreko portuan, migrazioaren aurpegi ilunena, gazte magrebtarrak itsasontziko sotoan sartzeko aukeraren zain. Batzuek lortuko dute, beste batzuek poliziaren jipoia besterik ez.
La noche ha sido tranquila, aunque Javi se ha caído de la litera, ante la mirada sorprendida del vecino. Afortunadamente, estaba en la de abajo. Me despierto en Asilah, son las 6:30 y una hora más tarde estamos en Tánger. Nos cuesta un buen rato recuperar las bicicletas, no hay prisa para bajarlas pero sí para pedir dirham. Sellamos los pasaportes donde lo hacen los peatones hacia las 9 de la mañana. Mientras esperamos a embarcar, vemos cómo un policía del puerto golpea con furia a un joven que ha intentado colarse. Hay un grupo de ellos en el espigón, la cara de Marruecos que el turismo no enseña. El estrecho es la franja de mar que les separa de la “tierra prometida”. Me he dado cuenta en este viaje que los marroquíes no son agradecidos, les ayudas a cargar el agua y no te dan las gracias, tampoco cuando les regalas algo. Al fin y al cabo, no tienen nada que agradecerte, les ha tocado nacer y vivir en el lado oscuro, el de los que no tienen nada que agradecer, de los que se juegan la vida para buscar la oportunidad que el destino les jugó.
Son las 11:30 cuando finalizan las labores de carga del ferry que debía haber salido a las 9. Al final, con la hora que debemos sumar, vamos a andar justos de tiempo para coger el autobús. Sin quitar la mirada del reloj, salimos al galope del ferry en Algeciras, pero dos policías nacionales nos esperan al otro lado, intentando hacer su trabajo, cosa que no entendemos en ese momento. Les explicamos que vamos con retraso, que nos falta el tiempo, pero ellos insisten y a pesar de todo, se conforman con echar un rápido vistazo a una de las alforjas de cada uno de nosotros. A pesar de las prisas, entramos al fin en la cercana estación de autobuses, cubrimos las bicis con plásticos, hacemos lo mismo con las alforjas y demás bultos y nos sentamos, más relajados ya.
En cuanto al viaje, poco que contar. Descendemos del autobús cansados, al viaje se ha hecho más largo esta vez, hemos dormido peor. En Bilbao, el día está templado. Mientras subimos a casa, sorprendemos los preparativos de una carera popular en el paseo del Guggenheim. Pero no es esta batalla para nosotros hoy.
TANGER – ALGECIRAS – BILBAO.
Ferryaren irteeraren atzerapenak eta aduana-kontrolak direla eta, Algeciraseko autobusa galtzeko zorian egon gara. Tangerreko portuan, migrazioaren aurpegi ilunena, gazte magrebtarrak itsasontziko sotoan sartzeko aukeraren zain. Batzuek lortuko dute, beste batzuek poliziaren jipoia besterik ez.
La noche ha sido tranquila, aunque Javi se ha caído de la litera, ante la mirada sorprendida del vecino. Afortunadamente, estaba en la de abajo. Me despierto en Asilah, son las 6:30 y una hora más tarde estamos en Tánger. Nos cuesta un buen rato recuperar las bicicletas, no hay prisa para bajarlas pero sí para pedir dirham. Sellamos los pasaportes donde lo hacen los peatones hacia las 9 de la mañana. Mientras esperamos a embarcar, vemos cómo un policía del puerto golpea con furia a un joven que ha intentado colarse. Hay un grupo de ellos en el espigón, la cara de Marruecos que el turismo no enseña. El estrecho es la franja de mar que les separa de la “tierra prometida”. Me he dado cuenta en este viaje que los marroquíes no son agradecidos, les ayudas a cargar el agua y no te dan las gracias, tampoco cuando les regalas algo. Al fin y al cabo, no tienen nada que agradecerte, les ha tocado nacer y vivir en el lado oscuro, el de los que no tienen nada que agradecer, de los que se juegan la vida para buscar la oportunidad que el destino les jugó.
Son las 11:30 cuando finalizan las labores de carga del ferry que debía haber salido a las 9. Al final, con la hora que debemos sumar, vamos a andar justos de tiempo para coger el autobús. Sin quitar la mirada del reloj, salimos al galope del ferry en Algeciras, pero dos policías nacionales nos esperan al otro lado, intentando hacer su trabajo, cosa que no entendemos en ese momento. Les explicamos que vamos con retraso, que nos falta el tiempo, pero ellos insisten y a pesar de todo, se conforman con echar un rápido vistazo a una de las alforjas de cada uno de nosotros. A pesar de las prisas, entramos al fin en la cercana estación de autobuses, cubrimos las bicis con plásticos, hacemos lo mismo con las alforjas y demás bultos y nos sentamos, más relajados ya.
En cuanto al viaje, poco que contar. Descendemos del autobús cansados, al viaje se ha hecho más largo esta vez, hemos dormido peor. En Bilbao, el día está templado. Mientras subimos a casa, sorprendemos los preparativos de una carera popular en el paseo del Guggenheim. Pero no es esta batalla para nosotros hoy.