MIÉRCOLES 14/05
1ª ETAPA: BILBAO – MADRID - CASABLANCA – SIDI HAJJAJ
38km / 2h 35min
Kilometro gutxikoa, baina bizipen handiko eguna: ohiko harrera eskasa ohiko mugako poliziaren partetik, bero itogarria Casablancan, liztor-habia ezegokia Martaren eskutik gertuegi eta suertatzen den guztiak bere izateko arrazoia duenez, antza, Rita emakume berritsua eta bere familia ezagutu dugu. Nahikoa eta soberan marokiar herriarekin bakeak egiteko.
1ª ETAPA: BILBAO – MADRID - CASABLANCA – SIDI HAJJAJ
38km / 2h 35min
Kilometro gutxikoa, baina bizipen handiko eguna: ohiko harrera eskasa ohiko mugako poliziaren partetik, bero itogarria Casablancan, liztor-habia ezegokia Martaren eskutik gertuegi eta suertatzen den guztiak bere izateko arrazoia duenez, antza, Rita emakume berritsua eta bere familia ezagutu dugu. Nahikoa eta soberan marokiar herriarekin bakeak egiteko.
Klemen nos recoge a las 7, aunque nuestro vuelo no sale hasta las 9:45. Pagan más las bicicletas (75€ cada una) que nosotros (salimos a 41 por cabeza). Los vuelos transcurren sin novedad y sin un triste vaso de agua. Nos anuncian 34º en Casablanca antes de desembarcar. El montaje de las bicis revela, afortunadamente, que están intactas. Y nos ponemos en marcha a las 16:30, parece que los 34º son a la sombra, hace un calor terrible, el aire quema, hay que refrescar la botella de gasolina antes de llenarla. Llegamos apenas llevamos 15km, pero decidimos buscar alojamiento, estamos cansados del viaje pero, especialmente, debido al calor. Sin embargo, no hay más remedio que continuar, no hay dónde dormir, a pesar de no ser un pueblo pequeño. En Sidi Hajjaj. Con una buena reserva de agua, decidimos acampar, se va haciendo tarde y unos jóvenes nos comentan que no hay alojamiento en esta zona. No es fácil, sin embargo, dar con un buen sitio que sea, a la vez, discreto. Cuando lo hacemos, Marta tiene la mala fortuna de apoyar la bicicleta junto a un avispero y una de ellas le muerde en la mano, es una picadura muy dolorosa. El amoniaco calma el dolor, pero el dedo y la mano después, se hinchan. Son alrededor de las 8 de la tarde, pero sigue haciendo calor, así que montaremos sólo la habitación. Cuando en ello estamos, se nos acerca Rita, su casa está justo al lado, nos obliga a desmontar y a alojarnos en su casa. Son un matrimonio muy majo, han estado en Holanda, 15 años ella y 20 él. Rita habla francés, holandés su marido, que no calla ni deja de dar gracias a Alá. Tuvieron cuatro hijos en Holanda y dos más en Marruecos. Reza él en la sala, Rita trae a Marta un “camisón” para cubrir sus formas. La ducha parece que ha de esperar de momento. Nos preparan una “cena ligera”, lo cierto es que no tenemos hambre: tortilla francesa, coliflor rebozada, aceite de oliva, leche de sus vacas, té. La llegada de uno de los hijos, que habla un poco de inglés, nos permite gestionar una ducha de agua fría, les sorprende que nos apetezca así. Es una ducha-balde que nos sabe a gloria. Estamos agotados, la mano de Marta sigue hinchándose. Rita nos acomoda en el salón, las bicis dormirán con las gallinas. |
JUEVES 15/05
2ª ETAPA: SIDI HAJAJ – BEN SLIMANE
(36km / 2h 50min)
Ritaren semeekin haur-opari truke baten ostean, Ben Slimanera heldu gara. Aurreko bidaia batean hurbildu ginen hona baina garai hartako ostatua, desagertu egin da. Hala ere, gertatzen den guztiak izateko arrazoiak duelaren susmoa (ziurtasuna, agian), baieztatu egin da: atzo, Ritaren familia ezagutu genuen; gaur, Hamada saharauiarena. Martak entzuten ez duela, listorraren asuntuak merezi izan du.
Sólo de madrugada ha refrescado un poco. Por la mañana, la mano de Marta está bastante hinchada, también el antebrazo lo está algo y tiene picores. Desayunamos pan (con comino) recién hecho, mantequilla, mermelada, té,… Un curioso intercambio de regalos en el que salimos “perdiendo”, pone fin a nuestra estancia con esta gente tan maja.
2ª ETAPA: SIDI HAJAJ – BEN SLIMANE
(36km / 2h 50min)
Ritaren semeekin haur-opari truke baten ostean, Ben Slimanera heldu gara. Aurreko bidaia batean hurbildu ginen hona baina garai hartako ostatua, desagertu egin da. Hala ere, gertatzen den guztiak izateko arrazoiak duelaren susmoa (ziurtasuna, agian), baieztatu egin da: atzo, Ritaren familia ezagutu genuen; gaur, Hamada saharauiarena. Martak entzuten ez duela, listorraren asuntuak merezi izan du.
Sólo de madrugada ha refrescado un poco. Por la mañana, la mano de Marta está bastante hinchada, también el antebrazo lo está algo y tiene picores. Desayunamos pan (con comino) recién hecho, mantequilla, mermelada, té,… Un curioso intercambio de regalos en el que salimos “perdiendo”, pone fin a nuestra estancia con esta gente tan maja.
Hace calor, aunque corre una breve brisa. Decidimos hacer de un tirón los poco más de 30km que nos separan de Ben Slimane donde, por un viaje anterior, sabemos que hay, al menos, una pensión cutre. En las cunetas sigue acumulándose la basura y cientos de bolsas de plástico. Como las fotos del rey en todos los rincones, hay cosas que parece no vayan a cambiar próximamente. Se está edificando mucho en la zona, da la impresión que de forma bastante incontrolada, además. Entramos en Ben Slimane, no lo recordaba tan grande. Cambiamos dinero (a 10,95dh/€) y nos sentamos a tomar un refresco. El camarero habla un poco de castellano, dice que no hay alojamiento ya, los que había están cerrados. Es una mala noticia, Marta necesita descanso, tiene la mano bastante hinchada. En la farmacia le han dado unos anti histamínicos, pero le recomiendan ponerse alguna inyección. Tendremos que acercarnos al hospital. El camarero nos dice que ha conseguido que nos alojen “de estrangis” en la pensión cutre que conocíamos, nos cobrarían 50dh. Antes, nos acercamos al hospital, el centro de salud en realidad. Observamos que los y las jóvenes utilizan la bicicleta para ir al instituto, muchas de ellas no utilizan velo. Se ve bastante bici por la calle, aunque me temo que se deba a un tema económico, más que a una apuesta por la sostenibilidad. Llega la hora de la consulta y pasa otra entera hasta que Marta sale con una receta para tres inyecciones de cortisona contra la hinchazón y una pomada. Además, debe seguir tomando los anti histamínicos. Necesitamos, por tanto, tres días, para acabar el tratamiento. En la “fonda” esta vez nos recibe el jefe, dice que está “completo”, pero más bien es una estrategia para evitar alojarnos, meter a dos “guiris” en bicicleta en un local sin licencia, iba a resultar bastante “cantoso”. Recurrimos de nuevo a nuestro intérprete, quien esta vez nos invita a su casa. Es mucho más cansado, pero no tenemos otra opción. Se trata de una vivienda humilde, distribuida en el lateral de un pequeño patio: el baño a la izquierda, le sigue la cocina, una salita con la TV y la habitación del matrimonio, al fondo. Nuestro anfitrión, Hamada, no quiere ni oír hablar de dinero. Tienen dos hijos (aunque Habiba espera ya el tercero): el pequeño, Amir, de 6 años, nos engaña al principio, parece tranquilo, pero enseguida coge confianza y se desmelena; su hermana Maryane, de 10, parece más pausada (¡¡JA!!); y el último inquilino, “Bob”, un precioso pastor alemán, demasiado joven y metabólico. Tras una ducha “de balde”, salimos en busca de la pomada, pero no damos con ella. Recorremos de paso el mercado, pero es tarde y casi todos los puestos están cerrados. Marta está cansada, no vemos un lugar que nos atraiga para cenar, así que regresamos “a casa”. No sé si cenaremos, “Alá proveerá”, como dice Pedro (y seguramente también el marido de Rita), pero para mañana estaría bien encontrar otra opción de alojamiento, es muy complicado descansar en casa ajena. Tres días, además, nos saben a abuso. De vuelta al hogar, seguimos siendo el centro de atención de Amir y Maryane, la jornada se está alargando más de lo deseado. Hamada regresa tarde, trabaja muchas horas, todos los días de la semana. Cenamos unos deliciosos espaguetis con carne, tomate y alguna especia que les da un sabor muy rico. Intentamos convencer a Hamada que quedarnos dos días más sería abusar de su hospitalidad, pero no hay forma, es saharaui y realmente nos ofrece su casa de corazón. Además, acaba con una oferta que no se puede rechazar: todos los viernes se come cous-cous y su mujer “lo borda”, según cuenta. No tenemos la menor duda. Tienen una relación maja ambos, aunque sigue quedando bien claro el reparto de tareas. Conseguimos dormir en la salita, pretendían dejarnos su habitación. Es la una cuando nos acostamos. VIERNES 16 y SÁBADO 17: BEN SLIMANE Bi egun osoak eta ahaztezinak emango ditugu Ben-Slimanen, Habiba eta Hamadarekin, haien alaba Maryan eta Amir semearekin eta, baita ere, Bob txakurrarekin. Bi egun nekagarriak, alde batetik neketsua baita aurre egitea komunikazio zailtasunei (Hamada gazteleraz nahiko ondo moldatzen bada ere); bestaldetik, Maryan eta Amir nekaezinak dira (hala ere, baita haiekin, momentu zoragarriak biziz izango ditugu ere. Amaitzeko, ziztadaren zoriak Malica erizaina (Martari injekzioak jarriko dizkiona) eta bere familia ezagutzera eramango gaitu. Argi dago Ben-Slimanen bizi izandakoa (Habiba eta seme-alabekin paseoan edota Malicarekin zaldi-taxian) denbora luze eramango dugula buruan baina, batez ere, bihotzean. Mila esker, bene-benetan. Viernes Son casi las 10 cuando nos levantamos. Hemos descansado bien, aunque el movimiento ha comenzado hacia las 7, hay que ir al colegio. La mano de Marta va mucho mejor, seguro que el masaje que le dio ayer Habiba algo ha tenido que ver. Madre e hija regresan a las 11:30, nos preparan un suculento desayuno que, desgraciadamente, no podemos disfrutar ni acabar. Pero mucho mayor frustración genera la incomunicación. Amir vuelve un poco más tarde. Salimos a hacer alguna compra, fruta fundamentalmente. Y de nuevo en casa, hoy toca clase de cocina marroquí, cuscús, nada más y nada menos. Marta y yo (curiosamente, Habiba no pone ninguna pega en que yo colabore troceando las verduras, ni que curiosee en la cocina) procuramos no perder ni un detalle de este plato. Tras la clase magistral, es el turno de Marta, que enseña a los críos (y a mí) la “esku dantza”. Varios vídeos son la prueba del éxito. Llega Hamada al poco rato y disfrutamos de un cuscús extraordinario, que nos animamos a comer con las manos (yo, finalmente, me paso a la cuchara). Y a las 16:00, estamos de nuevo en el centro de salud, para la segunda dosis. Malica, la DUE, está medio dormida, pero se reanima con la visita, que se prolonga… ¡durante 2 horas! Es una bereber de 39 años, soltera, que si nace muda, muere. Muy simpática, parece que su profesión le permite mantener un trato de igualdad con los hombres. Nos invita a café (que pide por teléfono) y a su casa (nos llega un día tarde su invitación). La última inyección, mañana, a las 10:00. Hace ya más bien frío cuando volvemos a “casa”. Nos esperan los dos pequeños terremotos con ganas de fiesta y una mesa con tortas caseras de aceite, mermelada, aceitunas negras,… comemos sin hambre y lo peor es que Habiba está preparando pescado para cenar. Es seria, manda temprano a la cama a Maryan y a Amir, y no hay opción a la réplica. Hamada llega a las 23:00 y también hay disciplina para él, una ducha antes de la cena, sí o sí. Sólo la llegada de “Bob” de su particular escuela canina (parece ser que lo están adiestrando), relaja un poco la “normativa”. Cenamos un pescado que recuerda a la dorada, aunque de cuerpo más estilizado. Lo presenta asado, sobre una cama de tomates y pimiento verde, extraordinario. Lástima que nos hayan cebado tanto a lo largo del día. La tertulia se prolonga hasta cerca de las 2 de la madrugada pero, como es habitual, Habiba queda bastante al margen. No podemos hacer mucho más que alabar sus dotes de cocinera, es una pena. |
Sábado A las 10 ya estamos en la consulta, desayunamos allí invitados por Malika. Salimos a las 11:30 acompañando a nuestra enfermera anfitriona, no hemos podido rechazar la invitación para tomar té en su casa. Nos acercamos en un taxi tirado por caballos (bueno, caballo). Ben-Slimane es una ciudad grande, ella vive en una barriada de casas de 2 y 3 alturas. La suya engaña por fuera, está mejor de lo que dice la fachada. Conocemos a su familia en el salón de decoración árabe de la segunda planta: dos hermanas, otro hermano y la madre, una mujer muy agradable que insiste en que comamos un tajine con ellas, pero nos debemos a Habiba. De nuevo en el taxi, invitamos a nuestra DUE privada a Bilbao, aunque no es probable que nos devuelva la visita: el billete es caro y no tienen fácil conseguir el visado, al parecer. Compramos unas extraordinarias fresas antes de la “pelea” diaria con Maryane y Amir. Hoy, de menú, sardinas, ensalada marroquí y alubias blancas algo especiadas, de quitarse la txapela, como siempre. Parece que hoy hay acuerdo, echamos una siesta hasta las cinco, más o menos. Al despertar, Habiba (parece ser la única que no descansa) nos sorprende (o quizás ya no) con un increíble bizcocho de plátano. Nos invita a dar un paseo con ella y los críos, ofrecimiento que aceptamos gustosos. Hay mucha gente por la calle, las mujeres con sus hijas e hijos en los parques, los hombres en las cafeterías y en la mezquita. Nos gusta mucho el ambiente de las ciudades marroquíes, los chavales corren y se manchan la ropa, que para eso están los unos y la otra. Son más de las diez cuando regresamos a casa, ha sido una experiencia muy especial acompañar a la familia de paseo, creo que para ellos también. A Habiba aún le quedan ganas de preparar cena, carne picada a la parrilla con tomate y cebolla. Hoy Hamada llega un poco antes y lo hace acompañado de su madre Amina y de cuatro cervezas (ayer comentamos en algún momento que poteamos un par de zuritos y lo tuvo en cuenta, es un “crack” Hamada). Habíamos montado la tienda de campaña para que los críos durmieran hoy en ella, pero les gusta dormir con su abuela. La cena y la “tertulia” alargan la velada hasta la una de la madrugada. |