LUNES 24/03
9ª ETAPA: ÂÏN-LEUH – AZROU
(54km/3h 45min)
Amanece un día totalmente despejado, después de desayunar bajamos andando al pueblo, que no parece Marruecos, con sus casas de piedra de tejados a dos aguas y teja roja. Hacemos alguna compra y de vuelta al albergue, recogemos y nos despedimos de la amable señora, que nos da una tarjeta de un alojamiento en Azrou, recomendándonos.
9ª ETAPA: ÂÏN-LEUH – AZROU
(54km/3h 45min)
Amanece un día totalmente despejado, después de desayunar bajamos andando al pueblo, que no parece Marruecos, con sus casas de piedra de tejados a dos aguas y teja roja. Hacemos alguna compra y de vuelta al albergue, recogemos y nos despedimos de la amable señora, que nos da una tarjeta de un alojamiento en Azrou, recomendándonos.
Tenemos que desandar algo del camino de ayer, lo que significa subir, aunque suavemente. Poco después de dejar atrás los “chalets” del té, tomamos hacia la izquierda, la carretera de Azrou, entrando en el Parque Nacional de Ifrane. La etapa es preciosa, vamos ascendiendo suavemente y cada vez se ve más nieve en los márgenes del camino. El sol derrite la de los cedros haciendo que llueva sobre nuestras cabezas. La temperatura es fresca a la sombra. El bosque está formado básicamente por cedros, pero se intercalan encinas cuyo porte no envidia mucho la de aquéllos. Como ayer, pasado un tramo ascendente de bosque, se llega una zona llana y abierta, en la que pastan los rebaños de ovejas. Los pastores nos ignoran más o menos y se entretienen jugando a una rústica petanca con piedras. La carretera se bifurca poco más adelante, nos decidimos por el ramal de la izquierda, pero vemos que ambos se unen más adelante. Sorprendemos un numeroso grupo de macacos, es gracioso ver cómo comen a dos manos y dos carrillos. Están relajados, así que se dejan hacer unas fotos. Poco después, salimos a la carretera general que, en un breve descenso, nos deja en Azrou. Poco tiene que ver esta ciudad con el Marruecos que estamos habituados a ver. Damos rápidamente con el albergue, El último león del Atlas. Aziz, el contacto que nos había dado la mujer esta mañana, está en Meknes. Tras acomodarnos, salimos a recorrer el pueblo en el que abundan los cafés de aire moderno y europeo. Va anocheciendo, la temperatura desciende a pesar de lo cual la ciudad parece que entra en actividad, las terrazas de las cafeterías se llenan de hombres, para las mujeres quedan las compras y pasear con los niños a la espalda. Nos acercamos a un pequeño restaurante que hemos localizado por la tarde, ponen pescado frito y tiene buena pinta. El camarero es majo, de español sólo sabe decir algo así como “trabajar y entrenar, trabajar y entrenar”, seguramente lo habrá oído en la televisión, donde siguen con gran afición la liga española de fútbol. Cenamos una sopa y unos pescados a la brasa, tipo lenguado, muy ricos. Nos cuesta 50dh más los 5 que quedan de propina. De vuelta al hotel, conocemos a Aziz, que habla un poco de español y que nos enseña a decir “mi nombre es Marta” (ana smitchi Marta) y “encantado” (musarrafit). Nos pregunta si venimos en bici por las montañas, se sorprende de que yo pueda hacerlo y coincide con nosotros en que es mucho más bonito hacer el recorrido en bicicleta que en coche. A las ocho y media, el termómetro indicaba 8ºC, demasiado frío para la tienda. El día ha quedado muy limpio, pero se va a agradecer dormir bajo techo. |
MARTES 25/03 10ª ETAPA: AZROU – carretera R714. (67km/4h 10min) Aziz se ofrece amablemente a buscarnos en internet algún hotel en Fez y cogemos también alguna dirección de la Lonely Planet que tiene en el despacho. Nos despedimos y emprendemos camino. Hemos decidido ir por Ifrane, que parece más atractivo. Comenzamos subiendo, hace calor pero, a medida que ascendemos, la temperatura desciende. Hay bastante tráfico, es una zona turística. Completamos el primer esfuerzo en una meseta, a partir de la cual, descendemos suavemente y mejor así, porque el aire es fresco. A lo lejos asoma Ifrane, lo menos parecido a lo que se puede esperar encontrar en Marruecos: chalets pintados en blanco con tejados a dos aguas, edificios de apartamentos, plazas con fuentes, bancos y parterres, cafeterías, supermercados,... todo sorprendentemente nuevo, aséptico y europeo, como el turismo que se ve por las calles. Es un pueblo levantado por los franceses que vienen a esquiar a las cercanas estaciones. Nuestra prioridad, es abandonarlo lo antes posible. A la salida, dirección Meknes, encontramos una carretera a nuestra derecha de la que nos ha hablado Aziz, no viene en el mapa, pero promete ser mucho más interesante que la que traíamos. Vamos dejando atrás tierras de cultivo en las que previamente han tenido que retirar y amontonar enormes cantidades de rocas para poder trabajarlas. La gente de las aldeas que atravesamos, nos mira sorprendida, de nuevo estamos en Marruecos. Vemos muchas fuentes, no parece que vayamos a tener problemas de agua. El resto del camino es en descenso, hacia el valle, las encinas han dado paso a campos de cultivo y plantaciones de almendros cercadas y vigiladas. En el cruce con la carretera principal hacia Fez hay un buen número de tiendecillas en las que aprovechamos para comprar sardinas, pan, cacahuetes y magdalenas. Tras un té reparador, cogemos agua, pues va siendo ya hora de localizar un lugar en el que acampar. La tarea no va a ser sencilla, a ambos lados de la carretera se suceden los campos de cultivo, es una zona ya bastante más humanizada. Optamos por un camino que nos lleva a una casa tras otra pero, al fin, encontramos un terreno más o menos tranquilo, aunque no a salvo de miradas indiscretas, para acampar. Nos duchamos y enseguida se acerca un joven ofreciendo cualquier cosa que necesitemos, su casa está cerca. Esta gente es maravillosa. Se lo agradecemos, tenemos lo que necesitamos. Y en este punto, finaliza bruscamente la crónica de este viaje. Hay malas noticias desde casa, ama está peor de lo que pensábamos y hemos de apresurar el regreso. |