MARTES 17/07
BILBAO – MADRID – LA HABANA – SANTIAGO
Egun luzea eta lehendabiziko hartu-emana Kubako bizi erritmo eta desesperatzeko moduko txikizkako salerosketarekin.
El viaje empieza temprano, es apenas la 1 de la mañana cuando, haciendo aún la digestión del “bocata” vegetariano de las txosnas de fiestas de Santutxu, cogemos el coche de alquiler y Javi, Jesus y yo, ponemos rumbo a Madrid. En esta ocasión viajamos con Air Europa, que nos permite 30kg de equipaje así que, por primera vez, vamos relajados con la cuestión del peso.
El viaje es largo, muy largo, cerca de diez horas y cuando, al fin, aterrizamos en el aeropuerto de La Habana, la temperatura es ya de 35º. En el aeropuerto, cuatro o cinco enfermeras vestidas a la antigua usanza, con cofia, tras un mostrador, haciendo… ¿qué? Es una estampa a la que acabaremos acostumbrándonos, la de varias personas haciendo el trabajo que una, haría con media jornada relajada. Pasamos los controles y las bicis de Javi y mía aparecen rápidamente, no así la de Jesus. Tras una hora de espera, alguien nos dice que habrá que realizar alguna gestión para recuperarla, una excusa en realidad para intentar sacar algún peso por un trámite inexistente. Tenemos suerte, sin embargo, en ese momento aparece la mujer de la gestión con la caja que nos faltaba.
La segunda parte consiste en llegar a la terminal de salidas, a cinco kilómetros de la nuestra y a la que hemos de ir, según nos dicen, en taxi. No nos lo acabamos de creer y con las cajas en un carro salimos del aeropuerto para llegar, tal y como nos habían avisado, a una carretera. No nos queda otra que recurrir al vehículo, Jesus y yo vamos en su busca, mientras Javi se queda esperándonos. El taxista, un auténtico cubano inalterable, nos cobra 7 pesos, al tiempo que dice “por hoy hemos resuelto”, pues hemos tenido suerte y las tres cajas y sus tres dueños, entramos en un viaje.
BILBAO – MADRID – LA HABANA – SANTIAGO
Egun luzea eta lehendabiziko hartu-emana Kubako bizi erritmo eta desesperatzeko moduko txikizkako salerosketarekin.
El viaje empieza temprano, es apenas la 1 de la mañana cuando, haciendo aún la digestión del “bocata” vegetariano de las txosnas de fiestas de Santutxu, cogemos el coche de alquiler y Javi, Jesus y yo, ponemos rumbo a Madrid. En esta ocasión viajamos con Air Europa, que nos permite 30kg de equipaje así que, por primera vez, vamos relajados con la cuestión del peso.
El viaje es largo, muy largo, cerca de diez horas y cuando, al fin, aterrizamos en el aeropuerto de La Habana, la temperatura es ya de 35º. En el aeropuerto, cuatro o cinco enfermeras vestidas a la antigua usanza, con cofia, tras un mostrador, haciendo… ¿qué? Es una estampa a la que acabaremos acostumbrándonos, la de varias personas haciendo el trabajo que una, haría con media jornada relajada. Pasamos los controles y las bicis de Javi y mía aparecen rápidamente, no así la de Jesus. Tras una hora de espera, alguien nos dice que habrá que realizar alguna gestión para recuperarla, una excusa en realidad para intentar sacar algún peso por un trámite inexistente. Tenemos suerte, sin embargo, en ese momento aparece la mujer de la gestión con la caja que nos faltaba.
La segunda parte consiste en llegar a la terminal de salidas, a cinco kilómetros de la nuestra y a la que hemos de ir, según nos dicen, en taxi. No nos lo acabamos de creer y con las cajas en un carro salimos del aeropuerto para llegar, tal y como nos habían avisado, a una carretera. No nos queda otra que recurrir al vehículo, Jesus y yo vamos en su busca, mientras Javi se queda esperándonos. El taxista, un auténtico cubano inalterable, nos cobra 7 pesos, al tiempo que dice “por hoy hemos resuelto”, pues hemos tenido suerte y las tres cajas y sus tres dueños, entramos en un viaje.
Estamos ya en el mostrador de facturación y nos damos de bruces con el reino del trapicheo. En este vuelo interno sólo podemos llevar 20kg cada uno y entre los tres, nos pasamos bastante, en 27. El tipo del mostrador nos avisa que ha de cobrarnos a peso el kilo, pero que puede ayudarnos y así lo hace, pero más bien poco: cobra 25 pesos que van directamente a su bolsillo y a cambio, en la tarjeta de embarque, anota que nuestro equipaje pesa los 20kg reglamentarios. Embarcamos puntualmente en un “Jakolev” ruso. Ya cada uno en su sitio, un humo sospechoso va invadiendo el suelo del pasillo; la azafata se anticipa a la pregunta y aclara que no pasa nada, que es simple condensación. En cuanto al cinturón de mi asiento, que no funciona, no tiene nada más que añadir. Nos ofrecen un caramelo y cuando se acerca el momento del despegue, nos hacen abandonar el avión “por problemas técnicos”. Esto supone dos horas de retraso durante las cuales, para compensar, Cubana de Aviación nos ofrece un refrigerio, un refresco en la cafetería del aeropuerto. Al fin en el aire, hace frío dentro, pero sin más contratiempos, hacia las 11 de la noche aterrizamos en Santiago. Enseguida se hacen cargo de las cajas que colocan, una sobre otra, amarradas en la baca del taxi. El taxista nos cobra 16 pesos convertibles (p.c.) por el viaje y nos lleva a una casa en la que nos ofrecen una habitación con 3 camas, por 30. Está bien cobrado, pero es tarde, no tenemos ninguna otra dirección y queremos dejar las bicicletas montadas antes de acostarnos. De esta manera, es la una de la mañana cuando, al fin, tras una reconfortante ducha, se acaba este interminable primer día. |
MIÉRCOLES 18/07
1ª ETAPA: SANTIAGO – YERBA DE GUINEA
(75km/5h 10min)
Bertoko girora moldatzen jarraitzen dugu: bero itogarria, ekaitzak eta gasolinazko sukalde berria, zaratatsua baina eraginkorra, oso.
1ª ETAPA: SANTIAGO – YERBA DE GUINEA
(75km/5h 10min)
Bertoko girora moldatzen jarraitzen dugu: bero itogarria, ekaitzak eta gasolinazko sukalde berria, zaratatsua baina eraginkorra, oso.
El matrimonio que regenta la casa nos obsequia en el primer piso, junto al balcón, con un suculento desayuno a base de zumo de “zapote” y mango, tortilla y café. Se quejan durante un rato de lo duro que resulta levantar un negocio aquí, de lo caro que resulta el material de obra,… Las quejas nos acompañarán durante este viaje. Son gente maja, a pesar de que comprobaremos más tarde que se han aprovechado de las circunstancias de nuestra llegada, para cobrar más de lo habitual en esta ciudad. Estamos en Cuba. Salimos de Santiago dirección Guantánamo, por la autopista. Llegamos a Alto Sanga, donde intentamos comer algo, sin suerte, es tarde y se les ha acabado la comida. Hay que conformarse con una especie de “pizza” local, algo grasienta pero que cumple su cometido de llenar el estómago. Aprovechamos para cargar de gasolina la nueva cocina que estrenamos este año (a ver qué tal nos va). Hace mucho calor, el cielo está plomizo, amenaza tormenta. El tiempo y los kilómetros van pasando y pensamos ya en buscar un lugar en el que acampar. En La Maya, llenamos el depósito/ducha y algo más adelante, encontramos una gran balsa en la que alguien lava el coche mientras otra persona se baña. Nos parece un buen lugar y no lo pensamos dos veces. Imitamos al que se refresca y nos metemos al agua, algo caliente. La tienda la colocamos un poco más alejada de miradas indiscretas, en un prado al pie de unas bellas montañas. Tenemos el tiempo justa de montarlas antes de un gran chaparrón que agradecemos, pues la temperatura es después mucho más agradable. Día de estreno de la cocina, nervios. La primera llamarada impone, la combustión es muy ruidosa, pero más tarde la intensidad de la llama se estabiliza. No así el ruido que mete, que ése permanece constante. Pero lo importante es que es rápida, en un momento hierve el agua esperando a los espaguetis que, con bonito, intentarán saciar el hambre que arrastramos. Hoy poco hemos comido, habrá que ir mejorando el sistema de avituallamiento, pero hay que tener en cuenta que es nuestro primer día. De noche ya, asistimos al asombroso baile de las enormes luciérnagas que vuelan por acá. Bonita manera de despedir el día. |
JUEVES 19/07
2ª ETAPA: YERBA DE GUINEA – TORTUGUILLA
(92km/5h 55min)
Jarraitzen dugu Kuba deskubritzen: janari salmenta postuak; arroza oilasko eta “fríjoles”ekin menua; bizikletek, gehienetan bizpahiru lagun garraiatzen;, autobusak eta kamioiak, lehertzear, bidaiariez leporaino beterik; iraultzaren konsignak errepideetako bazterretan; kubatarren adeitasuna,… baina, baita ere, militarren hertsikeria, mundu zabalean haien ezaugarririk nagusienetarikoa, antza. Guantanamo probintzian gaude.
2ª ETAPA: YERBA DE GUINEA – TORTUGUILLA
(92km/5h 55min)
Jarraitzen dugu Kuba deskubritzen: janari salmenta postuak; arroza oilasko eta “fríjoles”ekin menua; bizikletek, gehienetan bizpahiru lagun garraiatzen;, autobusak eta kamioiak, lehertzear, bidaiariez leporaino beterik; iraultzaren konsignak errepideetako bazterretan; kubatarren adeitasuna,… baina, baita ere, militarren hertsikeria, mundu zabalean haien ezaugarririk nagusienetarikoa, antza. Guantanamo probintzian gaude.
La humedad es elevada cuando nos levantamos, así que tardamos en recoger, esperando a que se sequen las tiendas. Ya en carretera, probamos por vez primera los “amorcillos”, una especie de ciruelas pequeñas con hueso demasiado grande. En el cercano Yerba de Guinea aprovechamos los puestos ambulantes para tomar un zumo de piña, fritura de maíz y unos bocatas. A la salida del pueblo, una rolliza cubana nos pide que la llevemos hasta Guantánamo. Nosotros no podemos, pero será luego una estampa habitual, cubano delgado llevando a gran cubana en una parrilla que no se sabe bien cómo puede aguantar. El tramo final hasta Guantánamo discurre por una autopista vacía de coches. El medio de transporte por excelencia es el autobús (o camión adaptado para ello), en el que viajan cubanos hacinados como ganado la mayor parte de las veces. Es frecuente también cruzarse con carros tirados por caballos. Y quien tiene coche, está casi obligado a parar cuando encuentra alguien haciendo “dedo”. Hace mucho calor y no hemos vuelto a encontrar puestos de fruta en la calle, así que en Guantánamo, una mezcla entre Nueva Orleáns y Beirut, lo primero que hacemos es buscar un lugar en el que comer. El primer restaurante es sólo para trabajadores, en el segundo hay que hacer cola y al fin, encontramos un tercero, vacío. Es una terraza con tres mesas pero, según avisa un cartel en la entrada, parece que no nos podemos sentar en “shorts”, con chancletas o camiseta sin mangas. La camarera pone mala cara, pero nos acepta como clientes, a pesar de sus advertencias de posibles multas y otras milongas. Comemos arroz con pollo, fríjoles y tomate y para beber, cerveza. Al rato sale a charlar con nosotros la camarera, mucho más afable. Hablamos sobre Baracoa y el puerto de la Farola, el que tendremos que subir para llegar allá, bastante duro al parecer. Después de pagar 150 pesos cubanos, salimos en busca de una “cadeca” (casa de cambio). Hay cola, pero los “guiris” tenemos preferencia. De nuevo en la carretera, que compartimos con carros, bicis que transportan 2 ó 3 personas y baches, bastantes baches. El calor sigue siendo intenso. El paisaje es más árido en esta zona, pero se ha levantado una suave brisa de frente que alivia algo el bochorno. El perfil se endurece y comienza a llover levemente, nos rodea el vapor de agua que sale del recalentado asfalto. No hay pueblos por aquí, hemos entrado en una zona militar de “alta sensibilidad”, hasta hacer fotos está prohibido, las consignas revolucionarias se multiplican en los márgenes de la carretera. Llegados a un río, vemos gente bañándose y decidimos imitarles. Ya hemos hecho 80km y estamos cansados. Una amable guajira nos da agua fresca cogida en su casa, nos cuenta que están celebrando el 7º cumpleaños de su nieto y el 77º de su marido. El agua del río está fresca y limpia, de modo que aprovechamos para hacer la colada, que colgamos al salir. Hemos decidido acampar aquí mismo, junto al río y bajo los árboles. El menú para esta noche consiste en arroz con salchichas y cuando ya está casi todo a punto, llegan los militares con la copla de que estamos en zona de seguridad y tenemos que recoger el campamento y marchar. Intentamos explicarles lo peligroso de salir a pedalear de noche los 10km que dicen que hay que recorrer hasta la playa y que no comprendemos que podamos suponer una amenaza para nadie. El jefe llama por radio, no sé qué problema tienen con un coche blanco que no localizan de ninguna manera… pero no hay nada que hacer, hay que levantar el campamento. Ya estamos otra vez pedaleando, frontal en ristre, con las luciérnagas revoloteando alrededor. Los militares se ofrecían a acompañarnos hasta la playa, pero les hemos dicho que marchen, que no hay necesidad. La temperatura es muy agradable, encontramos gente en bici o de paseo por la carretera y también algún perro que sale en nuestra busca. Damos al fin con un sendero que nos lleva hasta la orilla del mar. Unos enormes cangrejos nos dan la bienvenida, nos hacen sitio y allí mismo, colocamos las tiendas. Hace calor aún, pero logramos descansar. |
VIERNES 20/07 3ª ETAPA: TORTUGUILLA – PLAYITA DE CAJOBABO (62km/4h 15min) Gogorra ari da izaten pedalei eragitea Kuban, uste baino latzagoa, eta ez bakarrik beroagatik, baizik eta perfilagatik ere. Batzuetan, zaila da turista izatea Kuban: ezin dugu sartu jatetxe zein kanpinaren batean, errazionamendu-liburuxka ezinbestekoa da arrautzak erosteko,.. Kubatarrentzat ez da erreza ere baina, garbiketa edota higiene produktu batzuk “pesos convertibles”etan ordaindu behar dituzte, luxu handia haientzat. Eta egundoko aurkikuntza, “Tukola”, Coca-Colaren bertoko bertsioa, biribildu dute! |
Nos despierta la conversación de Jesus con una pareja de militares que aún anda a vueltas con el famoso coche blanco. En San Antonio del Sur paramos a coger pan y nos damos en cuenta que Jesus no acaba de llegar ¿Habrá hecho amistad con alguna mulata? No, la explicación es mucho menos jugosa, ha pinchado. Tomamos un zumo de caña y vamos en busca del restaurante “del chino”, que nos han recomendado, pero problema, “no, mi hija, tenemos prohibido dar de comer a los turistas”. Para poder hacerlo, tienen que pagar una licencia que les sale una pasta y como por aquí hay poco turista, no la pagan, de modo que si les pillaran, la multa sería jugosa. Nos hemos de conformar con un restaurante estatal, con el menú habitual a base de pollo, fríjoles y tomate, además de la cerveza “Mayabe”. De nuevo en marcha, llegamos a Imias, bonito pueblo recorrido por coches de caballos y triciclos reconvertidos en taxis. Buscamos el mercado, pero la oferta es escasa, pepinos; para comprar huevos, hace falta la cartilla de racionamiento. De nuevo en la calle principal, disfrutamos de una cola cubana (gran imitación) mientras observamos a la gente de paseo, de vuelta de la “chopi” o de la panamericana, lugares en los que tienen que comprar artículos tan simples como puede ser el champú, en pesos convertibles además, una pasta para ellos. Pedaleamos, otra vez con viento en contra. Están resultando duras las etapas, menos llanas de lo que esperábamos. Llegamos a un “campismo”, pero sólo se admiten cubanos. Sí que nos dejan coger agua y nos indican por dónde llegar a Cajobabo, una histórica playita cercana en la que desembarcó José Martí en 1896. “Tremenda loma” para acceder a ella, pero desandamos camino hasta la playa anterior, más grande y en la que, según nos dice otro paisano, las probabilidades de tener un encuentro con un tiburón, son menores, que parece que alguno que otro se ha dejado ver. La playa en cuestión parece un paraíso, desierta, con agua cristalina y caliente. Tras un buen rato a remojo (y vigilando, de reojo, que no aparezca ninguna aleta caudal), Javi y yo nos duchamos, montamos la tienda y cenamos. Por cierto, que la cocina de gasolina es una bomba, mucho más rápida y menos ruidosa de lo que pensábamos. No conseguimos, sin embargo, librarnos del calor. Dejamos la mosquitera abierta y los mosquitos nos comen. A eso de las 2:30, cae una fuerte tormenta que, al menos, refresca el ambiente y me permite dormir. |