SÁBADO 21/07 4ª ETAPA: PLAYITA DE CAJOBABO – BARACOA (53km/3h 45min) La Farola mendate mitikoari egin beharko diogu aurre eta, aitortzekoa da, arrazoiz irabazi du ospea. Izugarrizko oihaneko paisaiak inguratuta gaude. Eguna, Baracoan eman dugu bukatutzat, sarritan urakanak zigortuta hiria. Honek, utzikeriaren eta gainbeheraren sentsazioa areagotu egiten du. Turistontzako etxe “ofizial” batean hartu dugu ostatua, oso jende atsegina eta gastronomia bikaina. |
Abandonamos la playa por el mismo camino que hicimos ayer, así que aprovechamos el campismo para llenar los botellines, pues el puerto de La Farola nos espera a escasos kilómetros. En las primeras rampas nos detenemos para un avituallamiento a base de piña, crema de coco (envuelta en un cucurucho fabricado con la hoja de palma seca) y plátanos. En una pendiente del 12% me ofrecen un tractor para finalizar la subida, pero no, esto hay que subirlo en bici. Hacia la mitad del recorrido, compramos chocolate con denominación de origen, muy rico y nos explican un poco el proceso de su fabricación. Lo tienen escondido, carecen de licencia y si les pillan vendiéndolo, se les cae el pelo. Uno de los hombres se pierde un poco en el bosque y regresa con el fruto del que extraen el caco. Javi viene un poco retrasado, ha parado a coger semillas de “frambuyán”, un árbol que florece espectacularmente rojo. Es una gente muy agradable. La ascensión es dura, pero hay sombras y a medida que ganamos altura, la temperatura se va haciendo más agradable. El paisaje es impresionante, no podemos hablar aquí de bosque, esto es una selva. Nos sobrevuelan las “auras”, una especie de buitre pequeño, negro, calvo y bastante feo. Tropezamos con Nadine, una cicloturista francesa de cerca de los Alpes que viaja sola. Es una aventurera, nos habla de sus viajes por Nepal, Irán, Pakistán,… aunque éste es el primero que hace en bicicleta. Ha iniciado su ruta en Holguín, lleva dos semanas en Cuba y aún le quedan otras cinco. Charlamos tranquilamente, hasta que los críos de una casa cercana empiezan a ponerse demasiado pesados pidiendo caramelos. Jesus se aburre y decide continuar la ascensión. Javi y yo charlamos un rato más, es una mujer muy interesante y cuando nos despedimos, confiamos en volver a encontrarnos durante nuestra estancia en estas tierras, pues nuestras rutas son similares. El punto más alto de La Farola es el Alto de Cotillas, desde el cual se tiene una espectacular panorámica de ambas vertientes, selva tropical en estado puro. Pero el cielo se oscurece amenazadoramente y el inevitable “tremendo aguasero”, como por aquí le dicen, nos pilla a cubierto, junto a una tienda de racionamiento. Llegada la calma, dejamos atrás Cagueybaje (el nombre se merece la foto) y paramos junto a la carretera a comer una de las piñas que unos guajiros venden allí mismo. Son pequeñas pero muy jugosas y satisfacemos la curiosidad de saber cómo es la planta de la que salen, una mata baja que tarda 2 ó 3 años en madurar. Llegamos al fin al valle, donde comienzan a aparecer algunas casas, rodeadas de palmeras y selva. |
Entramos en Baracoa y enseguida nos sale al paso un joven en bici, ofreciéndonos su casa. El tipo parece majo, así que no nos complicamos más la vida y decidimos acompañarle. Nos espera su mujer y un delicioso batido de “fruta bomba”. Javi y yo quedamos alojados en su casa y Jesus en otra, cercana. La casa es pequeña, no tienen muchos bienes los cubanos, pero algo que no falta, como en cualquier otro lugar del mundo, es la TV, delante de la cual meten horas y horas. A aún más ahora que son los Juegos Panamericanos en los que Cuba tiene opciones de medalla en varios deportes. Nuestra habitación está al fondo, junto a la pequeña cocina/comedor, hace calor dentro, pero tiene baño y ducha, ventilador y un aparato de aire acondicionado que creo que hace más ruido que efecto. Hemos quedado en que hoy cenaremos los tres en esta casa y mañana, en la otra, repartiendo así beneficios. Con el desayuno, haremos lo mismo. Salimos de paseo por Baracoa. Nuestra casa está situada en un laberinto de callejuelas con viviendas de planta baja y pequeños comercios de todo tipo, solapadas unas y otros, en líneas sin fin. En el centro, edificios oficiales coloniales en mejor o peor estado, simples fachadas de otros que no han tenido tan buena suerte. Las casas cercanas al mar, junto al malecón, están en un estado ruinoso, los jóvenes juegan al fútbol en la calle. En el extremo del paseo, en una bahía, contemplamos una bella vista de “el yunque”, un monte que recibe su nombre por su característica forma. Regresamos a cenar callejeando y nos paramos a charlar con el dueño de un Chevrolet. Lo emplea para hacer excursiones con turistas, nos dice que le pagan por él 17.000 dólares, mucho dinero, pues le ha puesto motor diesel, más barato y que además, consume menos que los antiguos de gasolina. En una lonja cercana, nos enseña otro coche más, éste con su motor original. Nos recomienda no regresar por Moa, una ciudad industrial con mucha contaminación. Es mejor regresar en autobús a Santiago y desde allí, retomar el pedaleo. El consejo parece sabio y decidimos aceptárselo. Llegamos a cenar un poco tarde, nos hemos despistado en el laberinto. Nos espera un rico y desconocido pescado acompañado con una salsa de coco. De guarnición, arroz y plátano frito y además, aguacate y ensalada de tomate y pepino. Para beber, Bucanero. Todo delicioso. |
Nos retiramos y como suponíamos, ventilador y aire acondicionado son más bien para enseñar. A pesar de ello, estamos tan cansados que descansamos bastante bien.
DOMINGO 22/07 5ª ETAPA: BARACOA – PLAYA MAGUANA – BARACOA (46km/3h 10min) Playa Maguanara hurbiltzeko asmoa dugu, Baracoatik 20 bat kilometrotara. Lehenengo aldiz, CDR-en berri (“Centros para la Defensa de la Revolución”) izan dugu eta iraultza espiritua sumatu egin dugu, bizirik oraindik. Karibeko hondartza baten ur gardenak ikusi eta gozatu ditugu, baina eguzkiaren indarraz ere jabetuko gara, uretan zehar harrapatu baikaitu. Gaur, Javik ezin izan du gastronomiaz gozatu Baracoan, koko urak txarto egin ei baitio. |
Al levantarnos, nos espera una grata sorpresa, un desayuno a base de fruta (mango, papaya, piña, banana), yogurt de soya (el gobierno lo da para los niños, tiene mucho alimento), café, chocolate, pan, mantequilla, miel y dos huevos fritos. Nos ponemos las botas. Reunidos con Jesus, ponemos rumbo a playa Maguana. Resulta un paseo agradable, es domingo y hay mucho movimiento de gente hacia el río o la playa. Van en bici, en carros, en camiones, en coches, andando,… Coincidimos con un señor en bici, le pregunto a ver qué es eso de los CDR y me lo traduce como Centros para la Defensa de la Revolución. Hay uno en cada barrio, los domingos hacen trabajo comunitario. Le pregunto acerca del espíritu revolucionario de los jóvenes que a su juicio se mantiene en general, pues lo viven desde la escuela. Piensa que tras Fidel vendrá su hermano Raúl y que no veremos una Cuba capitalista a pesar de todas las dificultades. Y entre las muchas consignas, en una cooperativa leo una, no recuerdo de quién, que llama la atención: “el triunfador busca una solución a cada problema; el perdedor, un problema a cada solución”. Dejamos atrás la fábrica de chocolate de Baracoa, al parecer única en Cuba. Llegamos a una cala de postal, de arena fina y blanca, aguas cristalinas y palmeras. Hay otra mayor, ésta es menos visitada y hay más restos acumulados por las mareas en la orilla. Un joven nos ofrece un plato de fruta a 1,5 pesos por barba, probamos la guayaba, que no nos hace demasiada gracia. Nos saca también unos cocos que agujerea con un machete para que bebamos el agua. Cuando nos cansamos de ellos, nos cogen el relevo las gallinas que, igual que un par de cerdos, disfrutan también del sol caribeño. Tenemos detrás una casita de la que sale un paisano con dos hermosas cigalas que acaba de pescar. Nos las ofrece por 6 pesos cada una, acompañadas de arroz y ensalada, pero acabamos de comer la fruta, quizás más tarde. Fuera del agua apenas se puede aguantar. Las gafas de bucear y el pelotón de playa nos ayudan a pasar largos ratos a remojo (por la noche nos daremos cuenta que tenemos los hombros quemados, el intenso sol traspasa estas aguas cristalinas sin esfuerzo alguno). Peces, pocos veo y continuamente me ronda la idea del tiburón por la cabeza (“el Caribe, es lo que tiene”, dice Javi). No hay demasiada gente en la playa, un viaje de estudios de adolescentes franceses, unos italianos,… somos turistas la mayoría. Se nos acerca un vendedor de plátanos, necesita un euro para “un tiser” y “unos chors”; reivindica su vasquismo con un sonoro “la ostia”. Es un tío majo, se lleva el euro y nosotros nos quedamos los plátanos. Hacia las tres de la tarde, una amenazadora tormenta nos anima a levantar campamento. En un desvío, nos animamos a acercarnos hacia “el yunque”. No resulta fácil dar con el camino, pero lo conseguimos. Acabamos en un río en el que Javi y yo nos damos un chapuzón en las agitadas y turbias aguas para quitar el salitre. Hay ambiente, gente jugando al dominó, o al voley, o simplemente bañándose. Han llegado allí en camiones, “Chevrolets” como el que vimos ayer, motos con sidecar,… Emprendemos el último tramo de carretera a Baracoa. Tras la ducha, salimos a tomar una cerveza. Javi no se encuentra muy bien, parece que le ha caído mal el agua de coco, a pesar de haber bebido poca. Conocemos a Luis, profesor de AEK en Hernani y a un canadiense que pregunta si estaríamos interesados en compartir un taxi hasta Santiago. Al parecer el autobús de mañana está lleno, deberíamos haber hecho una reserva, cosa de la que nos enteramos ahora. Nos recomiendan acercarnos mañana a primera hora a la terminal de buses en busca de los pasajes, pero no parece que vaya a ser tarea fácil. Mañana se verá. Se acerca la hora de cenar y Javi se retira a la habitación, aún tiene el estómago revuelto, de modo que nos quedamos Jesus y yo, hoy en su casa. Toca camarones con arroz, ensalada, plátano frito y por supuesto, Bucanero. No comemos demasiado, no tenemos mucho apetito y los camarones nos dejan un poco “fríos”. De vuelta en mi habitación, Javi se encuentra mejor. |