DOMINGO 29/07 10ª ETAPA: MANZANILLO – BAYAMO – (bus) – CIEGO DE ÁVILA (63km/3h 20min) Bayamoraino, txirringaz hurbilduko gara, oso errez eta handik, autobusez ailegatuko gara Ciego de Avilara. Hasierako asmoa zen bide osoa autobusez egitea, baina ezinezkoa izan da txartelak lortzea. Harritu egin gaitu Bayamok, ez dauka zer ikusirik Santiagoko itxura zabarrarekin. |
Nuestro autobús no sale hasta las tres, así que nos lo tomamos con tranquilidad y no dejamos el hotel hasta las doce. En la estación de autobuses nos dicen que las “guaguas” a Camagüey y Ciego de Avila están completas, no hay opción siquiera de entrar en la lista de espera. Decidimos intentarlo con el tren, buscar algún transporte alternativo hasta Bayamo, hacer una reserva telefónica con otra compañía,… Aburridos, optamos por hacer los poco más de 60km en bici hasta Bayamo, tenemos margen para coger el autobús de la noche. Cubrimos la distancia de un tirón, bastante cómodamente. Hemos tenido que hacer una parada, obligados por una repentina y fuerte tormenta que, afortunadamente, nos sorprende junto a una marquesina. Hemos aprovechado otro ligero descanso para comer un bocadillo de cerdo asado, la especialidad de la isla y un granizado de piña. Para el granizado, tienen un instrumento casero para picar el hielo que luego te echan en un vaso hecho con cartón, ejercicio práctico de papiroflexia, añadiendo al fin el zumo de polvos de piña. Está rico y el vaso aguanta dos usos. Son tan sólo las siete cuando estamos en la estación de Bayamo. Aún hay tiempo y nos acercamos a dar un paseo por la ciudad, que nos sorprende gratamente, nada tiene que ver con Santiago. Accedemos por un gran puente sobre el río Bayamo, recorremos una amplia zona peatonal con farolas cubiertas por esculturas en forma de gigantescos tubos de témperas de colores, los carteles de los comercios recuerdan a los que podríamos encontrar en cualquier ciudad europea. Tomamos una cola y cuando voy a pagar descubro que me falta la cartera. El único momento en que la he sacado hoy, ha sido al pagar en el hotel, ahora me queda la duda de si me la he dejado olvidada o me la han levantado (me inclino por lo segundo, no recuerdo que se me haya quedado en el mostrador). No es grande la pérdida, pero necesitamos una CADECA o un cajero para conseguir c.u.c. con los que pagar el autobús (tenemos suficiente sólo para dos de los billetes). No encontramos ni lo uno ni lo otro, un hombre que ha oído la conversación nos dice que nos acerquemos al ”Cuper” y preguntemos por un tal Rogelio, diciéndole que vamos de parte de Jorgito. Seguimos las instrucciones y efectivamente, conseguimos un razonable cambio de 1 c.u.c/26 pesos cubanos. El primer autobús hacia Trinidad viene lleno; poco más tarde, a las 22:30, llega el procedente de Varadero, más grande y las bicis entran en el maletero sin tener que desmontar nada. A pesar de ello, el chófer insiste en que no se pueden meter en el maletero, pero los mozos hacen caso omiso y las cargan, así que se llevan el pago estipulado. Y estamos acomodados como podemos, porque la gente viene dormida y ocupa dos asientos. Yo hago lo mismo, pero el aire acondicionado, a tope, me da justo encima y al final comparto asiento con Javi. |
LUNES 30/07 11ª ETAPA: CIEGO DE ÁVILA - MORÓN (37km/2h 15min) Autobuseko bidaia neketsua izanda ere, Moronera ailegatuko gara, ezustekorik gabeko etapa batean. Segituan lortu dugu ostatu erosoa, gobernatzen duen andrea jatorra da eta afaltzeko, “pargoa” goxo-goxo prestatuko digu, bertoko uretako arrain handia, maiz jaten dutena. Bagoaz informazio biltzen “cayo”etako eulitxo beldurgarriei buruz eta eta “cayo”en beraien gainean ere, gure biharko helmuga. |
Son las 4:20 de la mañana cuando llegamos a Ciego de Avila. En la estación, la escena habitual, no hay agua, la TV en la sala de espera con el volumen a tope, una cuidadora dormitando a la entrada de los baños sin que quede muy clara cuál es su función… Pongo al día mi diario con el culebrón argentino de la tele como música de fondo. Salimos en busca de una Cadeca. La encontramos rápidamente, pero no abre hasta las 8, luego no nos queda otra que esperar. Al lado, en una casa, un hombre ha montado su pequeño negocio de guarda bicicletas. Nos da agua y las indicaciones necesarias para salir hacia Morón. Un joven que le acompaña nos habla de las maravillas de Cayo Coco y del Cayo de la Media Luna, donde veraneaba Batista y donde podremos visitar Playa Pilar (la más bella de la isla, dice), bautizada así en honor a su hija. Llegamos a Morón sin contratiempos, justo a la hora de comer. Hemos decidido dejar la búsqueda de habitación para la sobremesa, cosa que hacemos rápidamente. Jesus se aloja al otro lado de la calle, en una habitación para él solo. Nosotros ocupamos otra con aire acondicionado en el piso superior, pero tenemos además a nuestra disposición una salita con nevera y una terraza, es decir, que es más un apartamento que una habitación. La mujer que lo regenta es maja, nos prepara un sabroso zumo de mango y nos recomienda cenar en su casa, al parecer no hay gran oferta en Morón y nos promete preparar un pescado que nos va a gustar. Aceptamos su propuesta. Una vez acomodados y frescos, nos acercamos a la Casa de la Trova en busca de una cerveza. El local está abierto, hay música, pero somos los únicos clientes. Reposamos un rato y de vuelta a casa, tropezamos con un joven trabajador del Hotel Cayo Coco. Aprovechamos para preguntarle por los temidos mosquitos de los cayos. Sabemos que hay una cabañas en el Sitio La Güira, en Cayo Coco, pero la mujer que nos aloja nos ha contado que una clienta suya, una chica colombiana, tuvo que salir “por patas” y regresó a Morón con el cuerpo cubierto de picaduras. El joven nos dice que ahora están fumigando, que no será probablemente tan malo. Nos despedimos y vamos en busca de la cena. Y tal como nos había prometido, nos encontramos con “pargo”, asado con acompañamiento de patatas y salsa de comino, delicioso. Para abrir boca nos ha puesto unas vainas con salsa de aguacate y zumo de mango. A pesar de que las raciones son generosas, damos buena cuenta de ellas y se impone un paseo antes de retirarnos a descansar. Casualmente pasamos junto a una especie de oficina de turismo e intentamos hacer la “reservación” para el Sitio La Güira. El proceso es complejo al parecer, pero creemos que la reserva queda más o menos cerrada. El empleado nos cuenta que es cocinero aunque actualmente está sin trabajo y que tan sólo hace 15 días le movilizaron para un simulacro “de invasión del país”. No conoce La Habana y no tiene muy claro si llegará a hacerlo. De vuelta, vamos prácticamente solos por la calle. |
MARTES 31/07
12ª ETAPA: MORÓN – CAYO COCO (Playa Flamenco)
(70km/3h 45min)
Gaur, “pedraplén” korritu dugu, itsasoren hondoan altxatutako errepide bat, irla “cayo”ekin lotzen duena. Cayoak, irlatxoak dira, kostaldetik gertu, turismorako moldatuak, kubatarrek ezin dute haietan sartu, hoteletan lan egiten dutenek edota “entxufe”ren bat” dutenek salbu. “Playa Flamenco”n kanpatuko dugu, otarraina dastatu, bainu luze eta atsegina Cariben eta gaua bukatuko da Kubako kantutegiaren errezitaldi berezi batekin, kantautor inprobisatu baten eskutik, koroetan lagun batek eta hondartzako gau-jagoleak lagunduta. Eulitxoak, txikiak bezain aseezinak dira.
A pesar de estar desayunando ya a las 7 de la mañana, la prolongada charla con la mujer de la casa retrasa la salida pero, al fin y al cabo, hablar con la gente es una parte más de nuestras vacaciones. Nos cuenta que tiene miedo de lo que pueda pasar tras la retirada de Fidel, a quien la gente quiere a pesar de los errores cometidos, no sienten lo mismo por su hermano Raúl. Esta mujer tiene una hija que consiguió la visa para salir a los EEUU. A su nieto de 4 años sólo le ha visto una vez, pues únicamente pueden visitarla cada cuatro años. Nos despedimos sin garantizarle que nos veamos a la vuelta, no sabemos exactamente cuáles serán nuestros pasos al marchar de Cayo Coco. Un par de problemas mecánicos sencillos (en piñones y parrilla) nos llevan, entre manglares, hasta el “pedraplén” a cuya entrada hay un peaje en el que, sorprendentemente, se limitan a pedirnos la documentación y no nos cobran. Desde aquí, únicamente los cubanos con autorización (trabajadores de los hoteles sobre todo), con dinero para una “ayuda” o con “enchufe” pueden pasar. Comenzamos a pedalear rodeados de agua y en el camino nos acompañan, entre otros, fragatas, serretas y flamencos. Nos detenemos a charlar con dos pescadores, ambos profesores, de matemáticas uno. Han podido entrar porque tienen al hijo de uno de los vigilantes entre sus alumnos. Nos enseñan la pesca, una barracuda entre sus presas. Finalizado el pedraplén, a tan sólo 7km está el Sitio La Güira (la güira es el árbol cuyos frutos se emplean para fabricar las maracas). De camino, nos cruzamos con una enorme serpiente que, sin embargo, huye en cuanto nos intentamos acercar. Luego nos comentan que es el equivalente cubano a la boa africana, inofensiva en cualquier caso. En la oficina, la chica que nos atiende nos dice que no hay reserva a nuestro nombre (Javi “el vasco”) y que, además, están completos. Insistimos en que hicimos la reserva ayer mismo por la noche y que nos confirmaron que había una cabaña libre. Rebuscando en el libro encontramos, efectivamente, a Javi “el vasco”, pero ahora nos dicen que el problema real es que están sin agua para atender a los clientes, que la están acarreando con baldes. Dependen de un camión cisterna que, al parecer, anda con retraso. No nos queda otra que marcharnos, mosqueados pero también en cierto modo aliviados, pues el poco rato que hemos estado en el campismo, ya hemos sido el blanco de varios mosquitos. Cruzando la carretera, nos adentramos a Playa Flamenco. Allí, encontramos un chiringuito playero cuyo encargado nos da permiso para acampar donde queramos, pues estamos solos. Lo primero, tomar un refresco y comer, langosta y pargo. Hago una inspección en busca de un lugar en el que acampar y los mosquitos me rodean, es imposible acercarse a la zona de hierba, son voraces. Al final, optamos por poner la tienda en la tarima que sirve de restaurante, retirando las mesas. Dedicamos ahora un buen rato, más de una hora, a remojarnos en el Caribe y a disfrutar de los peces, de todas clases y colores, que nos rodean. La tarde se nos va sin apenas darnos cuenta. Marchan los responsables del restaurante y les toman el relevo tres tipos. Uno de ellos es el vigilante que se queda al cargo del chiringuito; los otros dos, amigos. Charlamos con ellos y Jesus les acompaña en el camión en el que han llegado al Sitio La Güira, a comprar unas cervezas (las traen en un balde con hielo) y una botella de ron. De vuelta, preparamos los habituales espaguetis para la cena. Uno de los amigos se ha traído la guitarra, toca en un grupo y se dispone a amenizarnos la cena con temas clásicos del folclore cubano más otros internacionales. La escena es de Almodóvar, nosotros tres cenando con la luz de los frontales mientras el guitarrista nos canta y el vigilante hace los coros acompañado de las maracas. Una y otra vez preguntan “¿les gustó?” y nosotros que sí, que mucho. Al fin acaba el repertorio y marchan los amigos, dejándonos solos con el vigilante y los mosquitos, escasos, pero suficientemente pequeños algunos de ellos para entrar en la tienda. Hace calor, para variar. |
MIÉRCOLES 1/08
13ª ETAPA: CAYO COCO (Playa Flamenco) – CAYO GUILLERMO (Playa Pilar) – CAYO COCO (Playa Flamenco)
(70km/4h 05min)
Playa Pilar ezagutzera hurbildu gara, hare zurizko hondartza, baina eguzki gogorretik babesik ez. Berriz ere inpresio aldaketa batzuk zaintzaileekin, bizikletak aparkatzeagatik kobratu nahi digutelako. Turista talde handi baten ailegatzearekin batera, hondartzan kanpatzeko ideia alde batera utzi eta Playa Flamenco-ra itzuli gara. “Sitio La Güira”-n afaldu eta fumigatu gaituzte, baina eltxoen jazarpena infernukoa da. Gure kanpalekuan, ekipo elektrogenoaren arazo teknikoak, giri-festa bat Playa Flamencon ospatzea saihesten du, gure atsedenerako.
13ª ETAPA: CAYO COCO (Playa Flamenco) – CAYO GUILLERMO (Playa Pilar) – CAYO COCO (Playa Flamenco)
(70km/4h 05min)
Playa Pilar ezagutzera hurbildu gara, hare zurizko hondartza, baina eguzki gogorretik babesik ez. Berriz ere inpresio aldaketa batzuk zaintzaileekin, bizikletak aparkatzeagatik kobratu nahi digutelako. Turista talde handi baten ailegatzearekin batera, hondartzan kanpatzeko ideia alde batera utzi eta Playa Flamenco-ra itzuli gara. “Sitio La Güira”-n afaldu eta fumigatu gaituzte, baina eltxoen jazarpena infernukoa da. Gure kanpalekuan, ekipo elektrogenoaren arazo teknikoak, giri-festa bat Playa Flamencon ospatzea saihesten du, gure atsedenerako.
Unos 35km nos separan de Playa Pilar. La primera parte es aburrida, estamos rodeados de árboles y manglar, se hace monótono pedalear pero, más allá de Cayo Guillermo, el paisaje se abre y resulta realmente bello. Observamos un flamenco, algunas aves similares a martinetes y otras que desconocemos, pero no tiene mayor importancia saber o no sus nombres, disfrutamos igualmente. En Playa Pilar pretenden que dejemos las bicis en el aparcamiento para, lógicamente, cobrarnos. Sin hacer caso, llegamos con ellas hasta la misma playa, que nos decepciona bastante. La arena sí que es blanca y fina, pero la única sombra la proporcionan unas casetas de palma. Frente a nosotros, el Cayo Luna, lugar al que la gente va a bucear desde aquí mismo, en catamarán. Nada más llegar a la arena, ya hemos discutido con el “guarda“ y encargado de alquilar las hamacas. Pregunta si hemos pagado el “parcaje”, a lo que, lógicamente, le respondemos que no; responde que no se pueden traer ni bicis ni motos a la playa, que lo prohíbe medio ambiente, ante lo cual alegamos que, si algo no hace la bicicleta, es contaminar. Al final marcha, decepcionado, porque ni siquiera le alquilamos una hamaca (1$). Hemos decidido comer en el chiringo playero, pargo para no variar. De vuelta a la arena, la calma se ve rota por la llegada de un demasiado numeroso y molesto grupo de turistas argentinos, españoles e italianos. Es el momento elegido para marchar. habíamos considerado la posibilidad de hacer noche aquí, pero decidimos al fin regresar a Playa Flamenco. Ya de vuelta nos encontramos con que han retirado mesas y sillas para instalar un equipo de música, alimentado por un grupo electrógeno. Los cocineros que conocimos ayer nos dicen que desde las nueve hasta media noche hay organizada una fiesta para 160 turistas ingleses a la cual, por supuesto, estamos invitados. No lo dudamos y salimos por piernas hacia el campismo, con la esperanza de que tengan un hueco para nosotros. Tan sólo les queda libre una choza con tejado de palma en cuyo interior hay más mosquitos que fuera. Optamos por cenar algo aquí mismo y hacer tiempo hasta finalizar la fiesta, para volver al sitio de ayer. Cenamos ensalada de tomate con aguacate, bistec de puerco y otro de vaca. En los postres, llega la hora de la cena para los mosquitos, que nos atacan sin piedad. Nos dicen que van a fumigar y aparece un tipo con una máquina que lo inunda todo de una nube de polvo con olor a carburante (para nosotros, inofensiva, nos prometen). Desde luego, el ambiente no se presta para la tertulia, de modo que decidimos ir acercándonos a la playa, a ver si se va tranquilizando la noche. Nos cruzamos con un camión cargado de gente y varios coches, alguien nos grita que no hay nada. En la playa, el vigilante de hoy nos dice que no han conseguido hacer funcionar el grupo electrógeno y han tenido que suspender la fiesta. Nos apetece darnos una ducha, pero no hay agua en el grifo, así que llenamos el depósito con la que cogemos de un balde. Sólo cuando vamos a acostarnos, caemos en la cuenta de lo cerca que hemos tenido una tarántula de tres arrobas en canal. Sorprendentemente, Javi no sólo no sale corriendo, sino que se acerca a hacerle una foto. Con la mosquitera cerrada (y bien cerrada, que la visión del bicho sí que ha hecho efecto), pasamos la noche. |