DOMINGO 13/06 BILBAO – MONTREAL – QUÉBEC Egun luzea, Montrealera lehenengo zatian handik Quebecera autobusez joateko., bigarrenean Espazio zabaletako paisaiarekin topo egin dut, espero nuena, baina mendiak urrun omen daude oraindik. Puntualmente, a las 7:10, salimos rumbo a Frankfurt, a donde llegamos dos horas y un bocata de jamón con triste lechuga más tarde. Tenemos el tiempo justo para embarcar en nuestro vuelo a Montreal, pero no hay problema, pues Joseba ya ha asimilado su condición de líder y tira del grupo por los interminables y musicales pasillos del aeropuerto. Hacia las 10:15, el enorme Boeing 747 consigue levantarse de la pista. Por fuera, el aparato ya será grande, ya, pero nosotros vamos como sardinas en lata. Por delante, 7 horas de vuelo y 5800km. No hacemos más que comer: pizza, canelones, helado, café,… Por fin, a las 11:15 aterrizamos en Montreal y tras pasar un estricto control policial, a las 12:30 ya tenemos las bicicletas. Un autobús nos deja en la Estación Central a las 13:15 (a cambio de 2$/bici que me parece a mí se va a embolsar directamente el chófer). Tenemos un enlace a Québec a las 14:00, pero viajar en bici tiene sus inconvenientes y cuando ya estamos dispuestos a subirlas, nos dicen que primero hay que pesarlas, lo que supone que tengamos que esperar una hora más. Con nosotros, sólo viajarán 5 de las 6 bicicletas, al parecer por un problema de espacio; la sexta, llegará en otro autobús, unos 10 minutos más tarde. Esperamos que así sea y que mañana no haya que llevar a nadie en la parrilla. Abandonamos la ciudad cruzando un gran puente sobre el caudaloso río San Lorenzo. Desde la autovía, el paisaje que se observa no es quizás el que imaginas al pensar en Canadá. Es llano, con amplias zonas de cultivo, granjas de vacuno, aunque también se pueden ver extensos bosques, de abedul fundamentalmente y otras especies que no alcanzo a distinguir. Como en casa, han debido estar regando, que está todo muy verde. Adelantamos un nutrido grupo de moteros “born to be wild”, enfundados en cuero y enormes camiones de los que por nuestra tierra sólo conocemos por las películas. Si el perfil de la etapa de mañana es como hasta ahora, Joseba puede acabar con el equipo. En casi todo el recorrido, una pequeña carretera discurre paralela a la autovía, alejándose un poco a veces; podría ser una buena vía alternativa. Vamos dejando atrás también numerosas señales que te recomiendan andar con ojo, no se te vaya a cruzar un alce o un caribú. Al fin, a las 18:00, descargamos nuestras bicicletas en la estación de autobuses de Québec. ¿Y las cajas? En la estación nos dicen que las tiremos, que no tienen sitio para guardarlas. ¿Será acaso porque ellos venden las suyas por 5$? Escondemos las nuestras y si a la vuelta las encontramos, bien y si no, también. El Albergue Abatjour regentado por un amable matrimonio musulmán es, a primera vista, un poco más cutre que lo que dejaba ver en la web, pero resulta acogedor cuando traspasas la puerta. Cernamos, reponemos fuerzas con fundamento, pero el cansancio del largo día se nota y sin sobremesa, nos retiramos al “sobre”. |
LUNES 14/06
1ª ETAPA: QUÉBEC – SAINTE ANNE DE BEAUPRÉ
(40km/2h 30min)
Uste baino motzagoa izan da gaurko etapa; alde batetik, euria egin du eta, bestaldetik, arazo mekaniko bat izan dugu. Baina, osabak esaten duen moduan, “vayamos en pequeñas diócesis”.
1ª ETAPA: QUÉBEC – SAINTE ANNE DE BEAUPRÉ
(40km/2h 30min)
Uste baino motzagoa izan da gaurko etapa; alde batetik, euria egin du eta, bestaldetik, arazo mekaniko bat izan dugu. Baina, osabak esaten duen moduan, “vayamos en pequeñas diócesis”.
Hemos amanecido hacia las 7. Tras la ducha, a las 8 ya tenemos delante un copioso desayuno: zumo (de naranja y especial de la casa, muy energético según nos dicen), 2 crepes (con mermeladas, sirope de manzana,…), bollos caseros, café, chocolate a la taza, macedonia de frutas,… Luego hay que levantarse. Explican un poco por encima a Karlos (aparte de Joseba, es el único que habla francés) el tema de las propinas: son dos conceptos, el T.P.S. (tasa por servicio, a nivel nacional) y el T.V.Q. (impuesto específico de la región de Québec), ambos de un 7% más o menos. Si no aparecen reflejados en la cuenta, hay que pagarlos, sumando una cantidad del 10 ó el 15%. Tras las despedidas y las fotos del “Lizardi Taldea” con el más grande campeón del mundo, a las 9 pedaleamos ya. El día está gris, chispea un poco y no queda más remedio que cubrir las alforjas. Joseba se acerca a una macro tienda en busca de guardabarros y Klemen compra una botella de “Gatorade” que sustituya al botellín que no ha limpiado desde que estuvimos en Finlandia, hace un año ya y al que le sale el moho por el tapón. Lleva también en el manillar aún el mapa de Finlandia, que nunca se sabe dónde va a acabar uno, oyes tú. Compramos algo para comer y agua mineral como nos han recomendado en al albergue, pues al parecer la del grifo no cae bien a todo el mundo. Cuando al fin nos ponemos en marcha, son más de las 11 y el tiempo ha empeorado bastante, con una lluvia, que si bien no es intensa, no para un momento. Afortunadamente, frío no hace. Hacemos una parada en las cataratas de Montmorency, espectaculares, que intentaremos visitar de nuevo de regreso a Québec, si el tiempo atmosférico y el material, nos lo permiten. Salimos a la carretera 138, pero la abandonamos en cuanto surge la oportunidad, porque es una autovía con mucho tráfico, muy incómoda a pesar del amplio arcén. En el primer intento tomamos una pequeña carretera paralela a la anterior, que se transforma primero en pista de tierra, para acabar después repentinamente en una valla; vuelta atrás y la segunda vez sí que acertamos, dando con una vía que va atravesando todos los pueblos, no muchos, pero sí muy largos. Las casas, de dos alturas, tienen casi todas ellas porche, son de madera y en algunas de ellas hay clavada en la fachada una placa en la que se dan datos como su fecha de construcción, su estilo, el nombre del constructor,… No está hoy el tiempo, sin embargo, para fotos, porque no para de llover. En un momento nos damos cuenta de que Joseba y Klemen se retrasan. Cuando, al fin, aparecen, Klemen tiene la llanta trasera rajada y hay que cambiarla. Decidimos seguir hasta Sainte Anne, unos 8 ó 10km más, con la esperanza de encontrar un taller de bicicletas. Y tenemos suerte, porque lo encontramos y para mañana a las 9 estará reparada. Se trata ahora, pues, de encontrar alojamiento y la “Lonely Planet” recomienda el albergue de la basílica de Sainte Anne, así que ahí que nos presentamos, mojados y más bien sucios. El sitio está muy bien, aunque se respira un cierto aire rancio y eclesiástico. Cogemos dos habitaciones, ponemos los bártulos a secar, una ducha y a la calle. Es aún temprano para cenar, así que nos acercamos a la basílica, horrible, de dimensiones de catedral gótica, imitando sus líneas pero con materiales de construcción actuales y con alguna concesión a un estilo más moderno; un batiburrillo que hace que la visita sea perfectamente prescindible. Ha dejado de llover, así que paseamos junto al río y damos después una vuelta por el desierto pueblo, pero el “pueblo” está hambriento, por lo que nos equivocamos y entramos en un chiringo, negocio familiar, en el que nos dan una sopa, un plato (espaguetis, croquetas o pavo), un postre y un café deslavado. Un error. Más tarde, el tiempo mejora y, cómodamente sentados en la terraza del albergue, con un mapa decente planeamos la etapa de mañana. La de hoy ha sido corta así que Joseba plantea hacer mañana unos 160km. Y lo peor de todo, es que creo que habla en serio. |