JUEVES 15/07
1ª ETAPA: BUCAREST (Otopeni) – PLOIESTI
(48km/2h 45min)
Inork esan omen zuen bidaia, liburu on bat legez, ziurgabetasunaz hasi eta malenkoniaz bukatu egiten dela. Guk, hala espero dugu. Lehenengo etapak Ploiestin dauka bukaera, hiri industriala batez ere, Ceaucescuren garaiko hormigoizko blokez beterik.
1ª ETAPA: BUCAREST (Otopeni) – PLOIESTI
(48km/2h 45min)
Inork esan omen zuen bidaia, liburu on bat legez, ziurgabetasunaz hasi eta malenkoniaz bukatu egiten dela. Guk, hala espero dugu. Lehenengo etapak Ploiestin dauka bukaera, hiri industriala batez ere, Ceaucescuren garaiko hormigoizko blokez beterik.
Ayer llegamos a Otopeni, aeropuerto de Bucarest la 13:30, hora local (una menos que en casa), pisábamos suelo rumano. Nada de interrogatorios ni pago de visados en la aduana (los de la “Trotamundos” parece qJue no se apean). Las bicis también aterrizaron sin incidentes, así que a las puertas del aeropuerto y con un calor picajoso que amenazaba tormenta, dispusimos todo para el viaje. Un joven rumano que por allí pasaba, se ofreció a ayudarnos (en perfecto castellano, puesto que trabajaba en Madrid) y se encargó de negociar un lugar donde depositar nuestras cajas hasta el día de regreso, el almacén de limpieza, por un módico precio de 100.000 “leis”, unas 400 pesetas. Este mismo joven nos dio alguna información de interés, como que no lea quitáramos el ojo a las bicicletas pero que, en cualquier caso, Rumanía es un buen país por visitar.
Pedaleamos ya en dirección Ploiesti, con una sensación evidente de que los conductores no nos tienen demasiado en cuenta; incluso hay quienes tocan la bocina para que nos apartemos. No hay andén y la carretera está mal asfaltada. Cada rincón de la carretera está habitado: muchos, colocan pequeños puestos en los arcenes, en los que venden leche en botellas de agua, refrescos, productos de la huerta familiar (huevos, flores,...) o cestos de mimbre y azulejos cerámicos; otros, muchos también, ejercen de mecánicos en su “Dacia 1310”, el coche nacional por excelencia, clon del Renault 12. Hemos observado que las casas, unifamiliares la mayoría, están muy deterioradas y necesitadas de reforma. Tienen tejado de chapa y algunas, muestran aleros y balcones con tallas de madera
Entramos al fin en Ploiesti, atravesada por un trolebús de los que ya teníamos olvidados. Según nuestro mapa, debería haber 4 campings, pero se nos hace difícil entender para qué iba a venir nadie aquí a pasar unas vacaciones. Vemos un microbús con una cartel de “campina”, así que preguntamos al chófer a cuántos km lo tenemos y en pleno baile de números, un joven que habla inglés se nos acerca y nos dice que a 33, demasiados para nosotros –posteriormente nos enteraremos de que “campina” es el nombre de un pueblo, no “camping” en rumano -. Nos decidimos entonces por el “Gran Hotel Central”, un hotelazo, al menos por fuera. La habitación doble con desayuno sale 1.700.000, pero como somos millonarios desde que hemos entrado en este país (en el aeropuerto, nos han dado unos 8 millones) y se nos hace tarde, decidimos quedarnos. Aparcamos las bicicletas en recepción y subimos a la habitación, amplia y limpia. Tras la ducha, hay que buscar un lugar en el que cenar, que ya son las 21:30. Cerca del hotel, en un local se anuncia comida rumana, pero las oscuras escaleras, el desangelado restaurante y la carta sólo en rumano que no tenemos ganas de traducir, nos desaniman. Optamos, como excepción, por el McDonald´s que se anuncia en frente, en grandes rótulos luminosos. Hamburguesas de pollo, patatas y cerveza, nada muy recomendable, pero el cansancio nos puede y nos retiramos a los cercanos aposentos.
Pedaleamos ya en dirección Ploiesti, con una sensación evidente de que los conductores no nos tienen demasiado en cuenta; incluso hay quienes tocan la bocina para que nos apartemos. No hay andén y la carretera está mal asfaltada. Cada rincón de la carretera está habitado: muchos, colocan pequeños puestos en los arcenes, en los que venden leche en botellas de agua, refrescos, productos de la huerta familiar (huevos, flores,...) o cestos de mimbre y azulejos cerámicos; otros, muchos también, ejercen de mecánicos en su “Dacia 1310”, el coche nacional por excelencia, clon del Renault 12. Hemos observado que las casas, unifamiliares la mayoría, están muy deterioradas y necesitadas de reforma. Tienen tejado de chapa y algunas, muestran aleros y balcones con tallas de madera
Entramos al fin en Ploiesti, atravesada por un trolebús de los que ya teníamos olvidados. Según nuestro mapa, debería haber 4 campings, pero se nos hace difícil entender para qué iba a venir nadie aquí a pasar unas vacaciones. Vemos un microbús con una cartel de “campina”, así que preguntamos al chófer a cuántos km lo tenemos y en pleno baile de números, un joven que habla inglés se nos acerca y nos dice que a 33, demasiados para nosotros –posteriormente nos enteraremos de que “campina” es el nombre de un pueblo, no “camping” en rumano -. Nos decidimos entonces por el “Gran Hotel Central”, un hotelazo, al menos por fuera. La habitación doble con desayuno sale 1.700.000, pero como somos millonarios desde que hemos entrado en este país (en el aeropuerto, nos han dado unos 8 millones) y se nos hace tarde, decidimos quedarnos. Aparcamos las bicicletas en recepción y subimos a la habitación, amplia y limpia. Tras la ducha, hay que buscar un lugar en el que cenar, que ya son las 21:30. Cerca del hotel, en un local se anuncia comida rumana, pero las oscuras escaleras, el desangelado restaurante y la carta sólo en rumano que no tenemos ganas de traducir, nos desaniman. Optamos, como excepción, por el McDonald´s que se anuncia en frente, en grandes rótulos luminosos. Hamburguesas de pollo, patatas y cerveza, nada muy recomendable, pero el cansancio nos puede y nos retiramos a los cercanos aposentos.
VIERNES 16/07
2ª ETAPA: PLOIESTI – SINAIA
(60km/4h)
Bagoaz ohitzen filtratu gabeko kafearekin, bazter guztietan agertzen diren kaleko txakurrekin -arazo handia txirrindulariontzako-, herrialde honetako gasolinaren hatsarekin, errumaniarren gidatzeko era oldarkorrarekin eta barbakoarekiko zaletasunarekin, “Ursus” garagardo goxoarekin, menuetan ohizkoak diren “mititei” saltxitxekin,…
Amanecemos a una hora razonable, descansados y bajamos a desayunar en el “buffet” libre del hotel, café, pastel de chocolate, tortilla, queso y “jariguay” de naranja, nada de exquisiteces, pero nutritivo, al menos. Llama la atención el número de “curras” que hay en este hotel, bastantes más que clientes. Lo cierto es que al “Gran Hotel Central” igual le viene un poco grande el nombre, no por tamaño, que grande sí que es, pero está pelín decadente. Nos ponemos camino a Sinaia.
El día amanece soleado y con buena temperatura, pero hay nubes amenazantes. La carretera es una auténtica locura e intentamos coger otra interior, pero no lo conseguimos, entrando en una pista de firme que lo es bastante poco. Hacemos seis kilómetros a lo tonto entre ladridos de perros y niños que nos tiran piedras, así que no nos queda más remedio que resignarnos al ruido, la contaminación (¡a saber qué gasolina emplean aquí!) y el peligro.
2ª ETAPA: PLOIESTI – SINAIA
(60km/4h)
Bagoaz ohitzen filtratu gabeko kafearekin, bazter guztietan agertzen diren kaleko txakurrekin -arazo handia txirrindulariontzako-, herrialde honetako gasolinaren hatsarekin, errumaniarren gidatzeko era oldarkorrarekin eta barbakoarekiko zaletasunarekin, “Ursus” garagardo goxoarekin, menuetan ohizkoak diren “mititei” saltxitxekin,…
Amanecemos a una hora razonable, descansados y bajamos a desayunar en el “buffet” libre del hotel, café, pastel de chocolate, tortilla, queso y “jariguay” de naranja, nada de exquisiteces, pero nutritivo, al menos. Llama la atención el número de “curras” que hay en este hotel, bastantes más que clientes. Lo cierto es que al “Gran Hotel Central” igual le viene un poco grande el nombre, no por tamaño, que grande sí que es, pero está pelín decadente. Nos ponemos camino a Sinaia.
El día amanece soleado y con buena temperatura, pero hay nubes amenazantes. La carretera es una auténtica locura e intentamos coger otra interior, pero no lo conseguimos, entrando en una pista de firme que lo es bastante poco. Hacemos seis kilómetros a lo tonto entre ladridos de perros y niños que nos tiran piedras, así que no nos queda más remedio que resignarnos al ruido, la contaminación (¡a saber qué gasolina emplean aquí!) y el peligro.
Tras un breve café junto a la carretera, continuamos con ganas de llegar al destino. Al fin tenemos Sinaia a la vista y nos acercamos a turismo. Son las 15:40 y todas las piedras que aquí se pueden visitar cierran en 20 minutos, así que empleamos nuestras energías en buscar un camping. El de la ciudad está cerrado, así que hemos de retroceder por el mismo camino hasta otro que hemos visto antes de llegar a la ciudad.
El alojamiento nos sale por 100.000 lei, unas 200 ptas/cabeza, lo cual se puede entender después de ver los baños en los que se crían unos microbios tamaño oso transilvano, pero el agua caliente, aunque por donde quiere, sale muy buena. El sitio es una mezcla de zona de acampada con pequeñas cabañas con dos camas y una mesita que también se alquilan (las probaremos en otra ocasión). Decidimos cenar en el restaurante del camping: ensalada bulgaresca, huevos fritos, chuleta de cerdo a la brasa con patatas y unas salchichas, las “mititei” famosas, todo ello regado por 2 “Ursus” de medio litro (¡qué rica es esta cerveza!); de postre, unos profiteroles con tres bolas de helado. Y todo ello, por 306.000 lei (unas 1200 “pelas”). Sale realmente barato el turismo por estas tierras.
En la tienda, hay que meterse al saco con mallas y forro, porque hay bastante humedad y hace frío. La tarde ha quedado soleada y la noche, despejada y fresca. En cualquier caso, cogemos la “cama” con ganas.
El alojamiento nos sale por 100.000 lei, unas 200 ptas/cabeza, lo cual se puede entender después de ver los baños en los que se crían unos microbios tamaño oso transilvano, pero el agua caliente, aunque por donde quiere, sale muy buena. El sitio es una mezcla de zona de acampada con pequeñas cabañas con dos camas y una mesita que también se alquilan (las probaremos en otra ocasión). Decidimos cenar en el restaurante del camping: ensalada bulgaresca, huevos fritos, chuleta de cerdo a la brasa con patatas y unas salchichas, las “mititei” famosas, todo ello regado por 2 “Ursus” de medio litro (¡qué rica es esta cerveza!); de postre, unos profiteroles con tres bolas de helado. Y todo ello, por 306.000 lei (unas 1200 “pelas”). Sale realmente barato el turismo por estas tierras.
En la tienda, hay que meterse al saco con mallas y forro, porque hay bastante humedad y hace frío. La tarde ha quedado soleada y la noche, despejada y fresca. En cualquier caso, cogemos la “cama” con ganas.
SABADO 17/07
SINAIA
Monastegia ikusiko dugu eta gero, “Kota 2000”ra hurbilduko gara, telekabinan, menditik paseoa emateko. Turismo konbentzionalaren eguna, Peles Gaztelua bisitarekin bukatuko dena.
SINAIA
Monastegia ikusiko dugu eta gero, “Kota 2000”ra hurbilduko gara, telekabinan, menditik paseoa emateko. Turismo konbentzionalaren eguna, Peles Gaztelua bisitarekin bukatuko dena.
Nos acercamos a Sinaia en bici y subimos al monasterio por una incómoda cuesta de “pavés”. Dejamos las bicis fuera encomendándolas al santo en cuestión y entramos a verlo. No cobran entrada, pero un poco de dinero no les vendría mal para restaurarlo, en especial la ermita originaria, antes de que se caiga. Finalizada la visita relámpago, nos acercamos al telecabina y en la primera planta, junto a la taquilla, dejamos amarradas las bicicletas (tenemos que estar de vuelta antes de las 17:30, horario de cierre). El billete de ida y vuelta sale a 1000 pelillas por persona; es un paseo de unos quince minutos que te mueve el estómago con una sensación de vértigo con el movimiento de la cabina al pasar por las pilonas, pero el miedo que hemos pasado en la carretera estos primeros días parece que ayuda a superar el trance. Hace fresco arriba y siguiendo unas marcas amarillas y blancas, pretendemos llegar hasta un refugio que aparece en el mapa. Junto a un cuartel militar, un susodicho hace guardia en la garita; dejamos atrás un hotel y continuamos hasta la caseta del otro telecabina, el que sube de Busteni a Babele. Un poco más lejos, una gran cruz corona el monte Omul al que se puede ascender por dos caminos claros; sin embargo, andamos justos de tiempo y además, el cielo amenaza lluvia, así que damos la vuelta. El paseo por a esta altura discurre por una extensa meseta cubierta en gran parte por retamas o algo similar, con pastos intercalados; al fondo, los montes nevados de Poiana Craiului. De nuevo abajo, recogemos las bicicletas y decidimos visitar el Castillo de Peles. |
El camino hacia el castillo discurre entre maravillosas, aunque semi abandonadas y mal conservadas casas de madera dispersas en el bosque. Es un edificio muy rococó y merece más la pena el entorno que el edificio en sí, por lo que poco más tarde estamos en el pueblo para dar buena cuenta de medio litro de Ursus por cabeza, que nos deja medio borrachos y con dolor de susodicha, por lo que la opción de una retirada a tiempo se perfila como la más acertada. En el camping, hay bastantes más tiendas que esta mañana, incluido un grupo de “scouts” con guitarra incorporada (¡¡horror!!). La noche es menos fría que ayer, pero la humedad sigue siendo alta.
DOMINGO 18/07
3ª ETAPA: SINAIA – BRAN – RASNOV
(70km/4h)
Etapak, Errumaniako errealitatea islatzen du, paisaia naturalen edertasunaren eta industria-paisaien hondamena eta gainbeheraren tarteko dualtasuna edota ipuin moduko etxeen eta zartaturiko hormigoizko blokeez eraikien artekoa. Busteninitik, errepidea, egoera txarrean izan arren, mantsotu egingo da, errumaniar gidari arriskutsuen aparte. Rasnovera ailegatu aurretik, nahitaezko geldialdia egingo dugu Bran Gazteluan, Drakularena. Azkenik, Rasnoveko gotorlekua korrituko dugu. Nabarmentzekoak dira Bucegi mendi eta basoen ikuspegi ederrak. Ziur asko, hartz bat edo beste biziko dira bertan.
3ª ETAPA: SINAIA – BRAN – RASNOV
(70km/4h)
Etapak, Errumaniako errealitatea islatzen du, paisaia naturalen edertasunaren eta industria-paisaien hondamena eta gainbeheraren tarteko dualtasuna edota ipuin moduko etxeen eta zartaturiko hormigoizko blokeez eraikien artekoa. Busteninitik, errepidea, egoera txarrean izan arren, mantsotu egingo da, errumaniar gidari arriskutsuen aparte. Rasnovera ailegatu aurretik, nahitaezko geldialdia egingo dugu Bran Gazteluan, Drakularena. Azkenik, Rasnoveko gotorlekua korrituko dugu. Nabarmentzekoak dira Bucegi mendi eta basoen ikuspegi ederrak. Ziur asko, hartz bat edo beste biziko dira bertan.
Nada más levantarnos, ponemos la tienda al sol para que se vaya secando y vamos recogiendo ante la atenta mirada de los “scouts”. Junto a nosotros, un paisano con su Dacia 1310 nos ameniza (amenaza, diría yo más bien) desde las 7:30 con el infernal chunchún de la música tradicional rumana. Como el 90% de los Dacia, tiene el capó abierto y su propietario lo arranca de vez en cuando, no sabemos para qué, apestándonos con el olor de la gasolina de estos lares. Nos ponemos en camino, tomando la circunvalación de Sinaia que pasa junto a la estación de tren, nada especial a pesar de que la guía recomendara la visita. Pedaleamos hasta Busteni, en un marco incomparable, al pie de los Bucegi. Se ve movimiento de montañeros; de hecho, de aquí sale el otro telecabina, el de Babele, que asciende también hasta los 2000m. Agobiados por el intenso tráfico, vemos al fin el cruce que nos permite abandonar esta locura de carretera, dirección Rasnov. El firme es malo, pero hay pocos coches. Ascendemos un puerto por la cara buena, es decir, por la corta, y bajamos por la larga pero sin poder levantar la mirada del “firme” con demasiada alegría, porque uno puede dejar algo más que la rueda en alguno de los baches. Nos adentramos en un inmenso valle únicamente ensombrecido por una gran central térmica abandonada. Ya cerca de Rasnov, sobre la ciudad se ven las ruinas de una ciudadela medieval. Tomamos dirección a Bran, con intención de visitar el castillo más famoso de Rumanía. Hay mucho, mucho turismo. Hacemos una visita rápida, recorremos primero una especie de museo etnográfico ubicado en los jardines, que reproduce el modo de vida y costumbres sajonas durante la época medieval. El castillo está plagado de rincones en los que esconderse, de habitaciones con estufas de azulejos, es un lugar realmente bonito y acogedor. Acabado el paseo, decidimos volver a Rasnov para poder así visitar la ciudadela. Además, no está lejos y ha quedado una buena tarde. |
Entramos a la ciudad cerca de los restos de la central térmica, un paisaje sobrecogedor y de aspecto siniestro. En nuestra guía se menciona un camping en la carretera hacia Poiana Brasov, la misma que se dirige a la ciudadela y en efecto, allí aparece el cartel ansiado. Decidimos alquilar una de las pequeñas y acogedoras casetas-bungalow, por 300.000lei, con un par de catres y un minúsculo porche donde dejar las bicis. Ha quedado una tarde preciosa que ayuda a digerir la ducha de agua fría, nos acercamos a la ciudadela que, según nos ha contado el chaval del camping, ha comprado un millonario italiano que hizo el dinero con películas “porno”. Pagamos los 60.000lei de la entrada y aprovechamos las últimas horas del día. Están rehabilitando unas casas y reconstruyendo otras, manteniendo el estilo original con bastante fidelidad. Las ya recuperadas las emplean como museos en los que se exponen armas y otros utensilios de la época medieval. Parece ser que la iniciativa privada es la única opción para recuperar el patrimonio histórico del país. El problema está en saber si algo quedará para la gente de aquí de los beneficios que genere el turismo. Lo mejor del lugar son, sin duda, las vistas sobre el macizo de los Bucegi y el bosque que nos rodea y que parece no tener fin. Imposible saber dónde se pueden esconder los osos en esa inmensidad. Decidimos cenar en un restaurante cercano al camping. El sitio parece de postín, pero la oferta es escasa en un menú exclusivamente en rumano del que resulta que escogemos, “asesorados” por una simpática camarera, unas ensaladas (una de ellas, de pepinos en vinagre), pollo con patatas y una especie de san jacobo con queso. De postres, ni hablamos. Son las 12 cuando nos acostamos. |
LUNES 19/07
4ª ETAPA: RASNOV – SOARS
(80km/4h 40min)
Etaparen beroak akitu egin gaitu. Fagaras hondamendiaren irudia da; bestaldean, muino leunak, landazabalak, belar batze lanak, zaldiek tiratuta gurdiak, presarik gabeko bizi erritmoaren irudi. Lehendabiziko aldiz OVR (Organización de Viviendas Rumanas) organizazioaren etxe batean geratuko gara. Bertako nekazal turismo sarea da OVR, eta aparteko diru sarrera eskaintzen die krisialdi gordin bizi den herrialde honetako herritarrei.
4ª ETAPA: RASNOV – SOARS
(80km/4h 40min)
Etaparen beroak akitu egin gaitu. Fagaras hondamendiaren irudia da; bestaldean, muino leunak, landazabalak, belar batze lanak, zaldiek tiratuta gurdiak, presarik gabeko bizi erritmoaren irudi. Lehendabiziko aldiz OVR (Organización de Viviendas Rumanas) organizazioaren etxe batean geratuko gara. Bertako nekazal turismo sarea da OVR, eta aparteko diru sarrera eskaintzen die krisialdi gordin bizi den herrialde honetako herritarrei.
Hemos dormido de un tirón hasta que nos han despiertan los ladridos de los perros. Nos levantamos hacia las nueve, los vecinos tienen montada la parrillada para las diez, qué afición. En el primer pueblo, en Zarnesti, unos “apartamentos” semiabandonados y desconchados, dan más miedo que el castillo de Drácula. Continuamos camino hasta Sinca Nova, que dejamos atrás para adentrarnos en un amplísimo valle, sembrado de cereal, al tiempo que nos vamos alejando de la montaña. Hace un calor sofocante, pero seguimos dirección Fagaras, no por la general, sino por el interior, entrando al pueblo por los suburbios, atravesando los restos derruidos de una fábrica y las casas abandonadas y semiruinosas de la época Ceaucescu. Da bastante impresión; parece que estamos adentrándonos en Palestina. Decidimos seguir dirección Soars, donde creemos que hay alojamiento. Abandonamos Fagaras atravesando un puente de hierro, cuesta arriba. Hace mucho calor, pero el paisaje es refrescante, colinas suaves y campiña.
Llegamos a Soars y nos informan que los alojamientos aquí están integrados en la OVR (Organización de Viviendas Rumanas). Al final del pueblo vemos una “i” de información donde nos recibe amablemente el señor Patrichi que nos acompaña a la casa de Andrada, donde permaneceremos dos días en los que nos colmará de atenciones. Aquí, la acogida es inmejorable, como si fuésemos viejos conocidos. El precio es 15€ por persona y al principio nos parece algo caro para el nivel de vida del país, pero nos percatamos que desayuno y cena están incluidos, con lo cual la cosa cambia ostensiblemente.
Llegamos a Soars y nos informan que los alojamientos aquí están integrados en la OVR (Organización de Viviendas Rumanas). Al final del pueblo vemos una “i” de información donde nos recibe amablemente el señor Patrichi que nos acompaña a la casa de Andrada, donde permaneceremos dos días en los que nos colmará de atenciones. Aquí, la acogida es inmejorable, como si fuésemos viejos conocidos. El precio es 15€ por persona y al principio nos parece algo caro para el nivel de vida del país, pero nos percatamos que desayuno y cena están incluidos, con lo cual la cosa cambia ostensiblemente.
Andrada nos pone un poco al día. Tiene una hija de 7 años que se llama como ella y vive con su madre Elena y su padre. Enviudó el año pasado; estudió enfermería y trabaja de inspectora de sanidad en los ferrocarriles. De Mr. Patrichi nos dice que fue el precursor del turismo rural en Soars: tuvo un día la suerte que los redactores de la “Trotamundos” pararan cuatro días en su casa, quedaron encantados con el trato recibido y decidieron mencionarle en la guía. El turismo empezó a llegar, él no daba abasto y así es como este profesor de historia integró las casas rurales de su pueblo en la OVR. Andrada pensó que arreglar la casa familiar acondicionando un par de habitaciones, era una forma de ayudar a la maltratada economía familiar (su sueldo es de 200€ mensuales, al parecer, alto para la media del país). Y lo cierto es que toda la familia es terriblemente amable, el padre empeñado en que Javi se tome una “tuica”, un aguardiente de ciruela; la madre, trajinando sin parar y Andrada hija, preguntando a su madre cómo se dicen las cosas en inglés. Nos duchamos y cenamos una “ziorba” (sopa), carne con puré de guisantes y arroz. De aperitivo, hemos aceptado la copa de tuica. La tertulia tras la cena en nuestro desastroso inglés, se ha prolongado hasta más de las 12 de la noche. Nos retiramos cansados pero contentos por el lugar al que hemos ido a dar. |
MARTES 20/07
5ª ETAPA: SOARS – VISCRI – RUPEA – SOARS
(79km/4h 40min)
Aintzat hartuko dugu Andradaren gomendioa eta Viscri herriko eliza gotortua ikustera hurbilduko gara. Sara andreaz galdetu behar bertan, bera arduratzen baita erakusteaz. Merezi izan du bisitak eta bidean, deituriko “saxoi herriak” zeharkatu ditugu, haien bereizgarri harresiztatu etxeekin, nahiz eta denboraren poderioa eta mantentze eskasa nabariak izan. Beste muturrean, Rupea, ez ezinbestekoa, guztiz hondatuta baitago.
5ª ETAPA: SOARS – VISCRI – RUPEA – SOARS
(79km/4h 40min)
Aintzat hartuko dugu Andradaren gomendioa eta Viscri herriko eliza gotortua ikustera hurbilduko gara. Sara andreaz galdetu behar bertan, bera arduratzen baita erakusteaz. Merezi izan du bisitak eta bidean, deituriko “saxoi herriak” zeharkatu ditugu, haien bereizgarri harresiztatu etxeekin, nahiz eta denboraren poderioa eta mantentze eskasa nabariak izan. Beste muturrean, Rupea, ez ezinbestekoa, guztiz hondatuta baitago.
Bien cebaditos, arrancamos en un día caluroso, rodeados de un relajante paisaje de suaves colinas y bellos pueblos sajones que, vistos de cerca, dejan ver las cicatrices de largos años de penuria. Tras un relajado paseo y un tramo final de pista, llegamos a Viscri, donde un grupo de turistas nos indica el camino a la iglesia, de la que sale Sara justo en el momento en que llegamos nosotros. Es una bella construcción fortificada que están empezando a restaurar, aunque queda mucha labor por delante. En un folleto explicativo que nos cuesta 3.000lei (en concepto de entrada o pago a esta mujer, más que nada), se cuenta algo de historia del lugar. Junto a la puerta de entrada, varias fotos de visitas ilustres, entre ellas la de Carlos de Inglaterra, pues la familia real tiene, al parecer, su origen por estas tierras. Al salir, tomamos un zumo de manzana en una tienda solidaria que utiliza el dinero para pagar a una enfermera que viene al pueblo dos veces por semana, pues carecen de sanidad y tampoco existe un transporte público que les acerque a Dacia, pueblo cercano con médico. Ahora nos acercaremos a Rupea, pueblo con fortaleza que, evidentemente, no merece el esfuerzo de pedalear hasta allí, porque su estado es lamentable y el pueblo tampoco es gran cosa. De vuelta al hogar repitiendo el camino de ida, nos duchamos y cenamos tan ricamente como ayer. Durante la tertulia posterior hay apagón general en el pueblo (se oye la tormenta a lo lejos). Nos despedimos de Andrada madre, pues tiene que trabajar mañana (lo hace a días alternos), le pagamos y damos así por finalizada la jornada de hoy. |