LUNES 31/07
10ª ETAPA: DOGRUYOL – ARDAHAN
(67km/4h)
Gaueko hotzak -1800 metrora gaude- eta inguruan militarren gehiegizko presentziak, etapa Ardahango hotel batean bukatzera behartu gaituzte. Eguna, atzokoa baino gogorragoa izan arren, oso atsegina izan da, belar moztuzko zelai erraldoiak, ia ahaztutako irudiak gogorarazten dizkigutenak, gure aitona-amonei lotuak. Ardahanen, herri handi samarrean, Frantziako bidaia-ziklo "profesional" batekin partekatu dugu mahaia, bere istorioekin gaualdia atsegin egiten duena. Etapa amaiera ona.
10ª ETAPA: DOGRUYOL – ARDAHAN
(67km/4h)
Gaueko hotzak -1800 metrora gaude- eta inguruan militarren gehiegizko presentziak, etapa Ardahango hotel batean bukatzera behartu gaituzte. Eguna, atzokoa baino gogorragoa izan arren, oso atsegina izan da, belar moztuzko zelai erraldoiak, ia ahaztutako irudiak gogorarazten dizkigutenak, gure aitona-amonei lotuak. Ardahanen, herri handi samarrean, Frantziako bidaia-ziklo "profesional" batekin partekatu dugu mahaia, bere istorioekin gaualdia atsegin egiten duena. Etapa amaiera ona.
Son las seis de la mañana cuando amanezco. Salgo a ver el día que hace y veo que el lago descansa tranquilo, ajeno al suave oleaje que el viento levanta en su superficie. Hace fresco aún, la tienda está mojada, pero el cielo está despejado. Aprovecho la tranquilidad del momento para ir poniendo al día este diario. Son las siete y media cuando el resto de la cuadrilla va asomando de las tiendas. Desayunamos plácidamente y mientras recogemos, observamos que la señora de la casa y su madre no nos quitan ojo. La abuela se acerca y coge el katilu blanco de porcelana, el más viejo y golpeado, observándolo con especial interés. Es la hija quien se anima a pedírnoslo y por supuesto, se lo regalamos. Hacia las 9:30 ya estamos de nuevo bordeando el lago. El perfil es un poco rompe piernas, pero la carretera es bonita y apenas si hay tráfico. Salimos de Çildir ascendiendo, pero hoy el viento es a favor (¿será un detalle de San Ignacio?). Con las compras hechas, retomamos el paisaje de la mañana de ayer, campos de hierba cortada a guadaña que amontonan los carros tirados por caballos. Es una estampa bucólica, pero sin sentido en pleno siglo XXI. Una única parada a descansar y comer algo nos lleva hasta Ardahan, en cuyo café municipal celebramos la agradable etapa y el día del patrón. Hemos decidido buscar un hotel pues, por una parte, la zona está tomada por los militares y por otra, estamos a 1.800 metros, lo que significa que refrescará por la noche. La elección no es sencilla, Ardahan es mayor de lo que suponíamos y la oferta es amplia, pero nos decidimos al fin por uno que va a ser de lo más lujoso que hemos disfrutado hasta ahora, 50YTL desayuno incluido. Las bicicletas quedan reposando en una lonja cercana, bien amarradas. Hacemos la colada y nos duchamos, eso sí, con agua fría, como es habitual, que hasta las 8 no se calienta. Cuando salimos de la habitación, tropezamos con el vecino de enfrente, un francés que, como nosotros, viaja en bicicleta. Viene desde Uzbekistán (muy duro, una inmensa llanura con viento en contra), atravesando Georgia (país de gente muy amable, pero totalmente desquiciada por el alcohol), siguiendo el trazado de un oleoducto que le ha de llevar, por Erzurum, hasta el Mediterráneo, por Siria, Líbano,… Su trabajo consiste en viajar y preparar luego exposiciones sobre sus rutas. Cenamos con él en un “pide salonu”, es ameno y cuenta cosas interesantes, como su teoría de que el nivel de corrupción de un país se puede medir en función del número de capas en el asfaltado de las carreteras, inversamente proporcionales uno y otras. De las carreteras rusas dice que son nefastas, es imposible no caer en sus baches. Viaja ahora solo, el recorrido a caballo lo hizo acompañado de su novia, pero sus contínuos desvelos por ella la hacían enfadar y prefiere ahora la soledad, aunque reconoce que no es sencillo viajar solo. Domina perfectamente el ruso, lo cual le ha facilitado mucho las cosas hasta ahora. |
Cenamos muy bien, aunque alguno de los platos está un poco subido de picante. Invitamos a nuestro acompañante y él nos devuelve el detalle en una pequeña pastelería, donde comemos unos pasteles excesivamente dulces y un té. Tras las despedidas, cada uno nos retiramos a nuestra habitación.
La llamada a la oración nos despierta a las 5 de la mañana, le sigue mi despertador a las 6, pero no es hasta las 7 cuando nos levantamos. Jesus y yo tenemos las tripas mal (el picante de ayer, fijo), así que nos dedicamos de lleno al huevo duro. Más tarde Javi se une al club. Enfilamos hacia Artvin. Los primeros 14km discurren llanos y plácidos, hasta las primeras rampas del puerto, que no resulta demasiado duro por no ser largo y dar descansos entre rampa y rampa. A punto de coronar Javi y yo, caen las primeras gotas que han de transformarse poco más tarde en una señora tormenta. Aceleramos buscando el resguardo del balcón en una casa que ocupan los trabajadores de la carretera, a los que sorprendemos en pleno descanso. No ha pasado un minuto cuando ya estamos degustando un té caliente; el segundo se lo dejamos a Jesus y Ainhoa, que acaban de llegar, empapados. Tras disfrutar del té, nos invitan a entrar en la casa, a un salón con TV y estufa (que Ainhoa aprovecha para secarse un poco). Comemos un sabroso pollo con arroz que nos asienta un poco las tripas mientras conversamos con los currelas. Uno dice que próximamente irá a Sagunto en un mercante; otro bromea, no cree que Javi no sea turco. Tras el té de despedida marchamos, agradecidos. La foto junto al cartel del geçidi precede el descenso hacia el fondo del valle. Si hace unos días parecía que recorríamos Mongolia y Escocia después, hoy parece que entramos en el Tirol, por el paisaje fundamentalmente, porque es seguro que las carreteras las tengan bastante mejor conservadas por allá. En las casas, de madera, van sustituyendo los tejados por antiestética chapa. Pasamos un control de la “gendarma” para llegar a Savsat, un grande y feo pueblo, con multitud de viviendas de pisos en construcción y que desluce el paisaje. Abandonamos Savsat aún cuesta abajo, hacía mucho que no avanzaba tanto sin pedalear, a pesar del viento, en contra. Estamos en el fondo del valle ya, el río discurre a nuestra izquierda, encajonado entre altas montañas, atrás hemos dejado un arco iris casi perfecto. Quedan más de 30km para llegar a Artvin, luego es evidente que habremos de buscar un lugar en el que acampar antes. Encontramos un meandro en el que acampar, a resguardo del viento y de miradas indiscretas. Montado el campamento, nos damos un buen baño en las, sorprendentemente, templadas y bravas aguas del arroyo. El hambre aprieta y cocinamos arroz al curry, además de queso como entremés. De postre, “biskrem” (la galleta nacional de Turquía) con té. Caen cuatro gotas, pero no pasan de ahí. Son apenas las 9 cuando nos acostamos. |
MIERCOLES 02/08 12ª ETAPA: hasta YUSUFELI (92km/5h) Oso etapa luzea. Atzean utziko ditugu mapan ere agertzen ez diren herrixka txikiak, mendietan zintzilikatuak. Distantzia handia izan arren, nahiko ibilbide erosoa izan da, nahiz eta hesteetako desordenak gerra pixka bat sortzen ari zaizkigun egunotan. Yusufeli leku ona da geldialdi biologikoa egiteko. |
Para las 6:20 ya estamos arriba, la temperatura es agradable pero el cielo está cubierto, así que hoy saldremos con las alforjas cubiertas, por lo que pudiera ser. Ya en ruta, seguimos con el mismo paisaje de ayer e igualmente, descendiendo, por lo que los kilómetros pasan sin apenas darnos cuenta. Si a esto añadimos que el tiempo parece que va mejorando, esto está siendo como jugar al mus y ganar. En un cruce, la carretera se empina sin piedad, dirección a Artvin; afortunadamente, no es la nuestra que, dirección Erzurum, sigue en suave descenso y con escaso tráfico. Mantenemos el río a la izquierda, atravesado en ocasiones por pasarelas de madera hacia pequeñas aldeas que asoman en la orilla opuesta, colgadas en las laderas de las montañas. En un pueblecillo nos sentamos en el txai-toki. Al poco rato, uno de los paisanos que encontramos en este rincón, viene con tres panes y una degustación a base de quesos (uno, fibroso y salado; el otro, muy fuerte), algo parecido a un alga cocida que deja regusto amargo, unas guindas y un plato de aceitunas, fuertecillas también. Nuestro anfitrión, muy amable, resulta ser el médico (se hace difícil creer que haya uno para estas cuatro casas) y no conforme con lo que nos ha traído, se empeña en invitarnos también al té. Se está muy bien sentados a la fresca de la sombra de las higueras, en la terraza, pero la etapa de hoy será larga y no queda más remedio que continuar. El río se va encajonando, avanzamos fácilmente, sin sobresaltos, a pesar del calor. Nos llama la atención un rincón del río, una cascada de aguas rojizas, como las rocas que la rodean. Atravesamos varios pueblos que ni tan siquiera aparecen marcados en el mapa, muchos de ellos comunicados con las casas de la otra orilla mediante tirolinas. Las casas cuelgan a veces de lugares que parecen imposibles, como los caminos que a ellas conducen. Sólo paramos para comer algo ligero, pero no hay tiempo para el relajo, el cielo empieza a cubrirse. El río nos lleva hasta el cruce hacia Erzurum, que dejamos para seguir hacia Yusufeli. Es el momento en que comienzan a caer las primeras gotas, que nos obligan a retroceder de nuevo al cruce. Jesus y Ainhoa tardan bastante en aparecer, Ainhoa anda anda con las tripas bastante mal y va bastante floja. Sólo faltan 9km para Yusufeli, pero es que hemos hecho ya 83. Unas turkish colas y un té más tarde, emprendemos el último tramo. Se ve que hay más turismo por aquí, hay varios hoteles anunciados. Ya en nuestro destino, en la oficina de turismo nos indican la dirección del camping, el Green Peace. Sólo encontramos otra tienda ocupada por un padre e hijo eslovenos. Nos damos una fantástica ducha caliente, hacemos la colada y nos acercamos al pueblo. Cenamos en un “lokantha”, pollo con arroz y lo mismo de postre. Después, en una taberna, dos cervezas en tres vasos y un té para Ainhoa, que no conseguimos que sea con limón. A la salida ha refrescado y la humedad del ambiente delata la proximidad del río. |
JUEVES 03/08
YUSUFELI
Atseden-eguna, aprobetxatzen dugu zona honetan ohikoa den rafting bat egiteko.
Excepto Javi, que acompaña el pan con capuchino, el resto, más conservadores, nos tomamos un té, por aquellode la astringencia.
Ayer, el encargado del camping nos comentó que organizan raftings, pero no acabamos de concretar nada. Hoy, vemos que se está preparando para salir con un matrimonio y sus dos hijas adolescentes. Le preguntamos si aún habría tiempo de unirnos al grupo y sí, salen en diez minutos. Nos acompaña el hijo del hombre del camping, muy majo y muy adolescente también. Va a ser quien dirija nuestro descenso. Cogemos la carretera hacia Ispir, la misma que tendremos que seguir cuando sigamos nuestra ruta. Es dura, pero el entorno es muy bonito.
YUSUFELI
Atseden-eguna, aprobetxatzen dugu zona honetan ohikoa den rafting bat egiteko.
Excepto Javi, que acompaña el pan con capuchino, el resto, más conservadores, nos tomamos un té, por aquellode la astringencia.
Ayer, el encargado del camping nos comentó que organizan raftings, pero no acabamos de concretar nada. Hoy, vemos que se está preparando para salir con un matrimonio y sus dos hijas adolescentes. Le preguntamos si aún habría tiempo de unirnos al grupo y sí, salen en diez minutos. Nos acompaña el hijo del hombre del camping, muy majo y muy adolescente también. Va a ser quien dirija nuestro descenso. Cogemos la carretera hacia Ispir, la misma que tendremos que seguir cuando sigamos nuestra ruta. Es dura, pero el entorno es muy bonito.
Estamos ya en el punto de partida. Bajamos la balsa, nos vestimos chalecos y cascos y llega la hora de la clase teórica, las tres o cuatro órdenes que nos va a dar: “forward”, “back”, “hold on”. A bordo, Jesus será nuestra “marca” y el padre holandés, el del otro lado. Estamos atentos a las órdenes del patrón, joven pero experto y llegamos a puerto con bien. No ha sido un rafting muy fuerte pero, para los principiantes, suficiente. De vuelta en el camping, salimos a comer al que ya es nuestro restaurante, hoy toca albóndigas con arroz y yogurt. De regreso a la tienda, hace mucho calor y cada uno aprovecha el tiempo a su manera: Javi, limpiando y engrasando las bicis; yo, actualizando este diario y Ainoa, descansando, tiene las tripas mal (a lo que contribuye, sin duda, su escaso fundamento cuidando la alimentación). Ya por la tarde, salimos a dar un paseo al pueblo. La oficina de turismo está cerrada, no tenemos mapas de las “Kazkar Mountains” pero un paisano nos dice que no hay necesidad de mapa para ir a las montañas, tan sólo hemos de dirigirnos a un pueblo llamado Parhal y desde allí, salir al monte. Con la información procesada, deambulamos un rato. Ainhoa nos abandona precipitadamente, sus tripas de nuevo. El resto, buscamos un “pide salonu” en el que damos buena cuenta de tres “pides” con queso. Con la tripa llena, regresamos al camping. Como es habitual, hay humedad a estas horas, se nota que estamos junto al río. |
VIERNES 04/08
13ª ETAPA: YUSUFELI – SINEGOL – PARHAL (y vuelta)
(60km/4h 40min)
Parhalera txangoa, "Kazkar Mountains"eko sarrerara. Terraza batetik ikustearekin konformatzen gara, herrira igotzea nahikoa da gaurko egunerako. Ingurua oso polita da.
13ª ETAPA: YUSUFELI – SINEGOL – PARHAL (y vuelta)
(60km/4h 40min)
Parhalera txangoa, "Kazkar Mountains"eko sarrerara. Terraza batetik ikustearekin konformatzen gara, herrira igotzea nahikoa da gaurko egunerako. Ingurua oso polita da.
Hoy decidimos subir a Parhal en bicicleta. Ainhoa se queda, sus tripas, lejos de arreglarse, parece que van a peor. Javi también ha necesitado de un chupito de Fortasec (¡vaya racha llevamos!) que parece hacer efecto y se anima a acompañarnos. El paisano del camping nos dice que para poder hacer una excursión en condiciones a las montañas, deberíamos quedarnos en Parhal a pasar la noche. No es posible, así que nos limitamos a meter unas zapatillas en la mochila, por si pudiéramos, al menos, dar un paseo. A las diez estamos ya en marcha. Hasta Sarigol, donde paramos a tomar un refresco y comprar plátanos y pan (menú del día) el camino es bueno y el paisaje, espectacular. Vamos ascendiendo un estrecho valle, el río discurre a nuestra derecha y encontramos varias tirolinas en el trayecto, el sistema tan utilizado por aquí para comunicar ambas márgenes. Cerca ya de Parhal, nos detenemos en una sombra y aprovechamos para refrescar en el río nuestros recalentados pies. Llegados al pueblo, nos habían dicho que la gente de Parhal no es demasiado sociable y, en efecto, nos ignora por completo. El paseo ha sido largo y aún nos queda la vuelta, por lo que nos limitamos a tomar “ice tea” en una terracita antes de desandar el camino. Continuamos plácidamente el descenso a Yusufeli, placidez sólo alterada por coches y pequeños autobuses (“dolmuz”) que suben a gran velocidad y muchas veces, por el medio de la carretera. Llegamos con bien al camping, Ainhoa nos espera tumbada, parece que no ha pasado mal día. Tras la ducha, vamos a cenar a nuestro restaurante habitual. Aunque Javi ya tiene las tripas mejor, cena sólo arroz y yogur de postre; Ainhoa, sin embargo, pide pollo con el arroz y para acabar la faena, lo único que deja en el plato es el arroz. Pues de nuevo entre niebla y retortijones, regresamos al camping. |