JUEVES 27/07
6ª ETAPA: DOGUBAYAZIT – KÜLLÜK
(75km/4h 15min)
Egun luze eta beroa. Zati handi batean, Ararat mendiko elur betiraunkorrak lagun izan ditugu. Ibilbidean, Igdir, uste genuena baino hiri handiagoa. Bitxikerien atalean, tokiko egunkari baterako elkarrizketatu gaituzte. Eta Küllükeko landa eremu batean amaituko dugu, Yildish eta bere familiaren amaigabeko abegikortasunaren eta auzokoen jakin-minaren pean.
6ª ETAPA: DOGUBAYAZIT – KÜLLÜK
(75km/4h 15min)
Egun luze eta beroa. Zati handi batean, Ararat mendiko elur betiraunkorrak lagun izan ditugu. Ibilbidean, Igdir, uste genuena baino hiri handiagoa. Bitxikerien atalean, tokiko egunkari baterako elkarrizketatu gaituzte. Eta Küllükeko landa eremu batean amaituko dugu, Yildish eta bere familiaren amaigabeko abegikortasunaren eta auzokoen jakin-minaren pean.
A las 6 de la mañana ya estamos recogiendo. Tenemos que preguntar por la carretera hacia Igdir, que tomamos después de corregir la dirección, pues habíamos salido al revés. Un poquito más adelante, nos paran en un control del ejército y tras preguntarnos hacia dónde vamos, nos indican la dirección y seguimos camino sin más contratiempos. El viento arrecia y dificulta el pedaleo, teniendo en cuenta además que estamos subiendo un puertecico. Llevamos un buen rato rodeando el Ararat, contemplando sus nieves perpétuas y así llegamos al alto del puerto, donde nos reagrupamos, comenzando unos kilómetros a lo largo y ancho de una extensa llanura, hasta el descenso que nos ha de dejar en Igdir. Diez kilómetros más tarde, estamos en Igdir, que resulta ser una ciudad mayor de lo que pensábamos. El calor y la humedad nos obligan a parar para descansar bajo una sombra. Nos ponemos en marcha, en busca de un lugar en el que plantar la tienda, pues el cuenta marca ya 70km. A la salida, varios perros nos salen al encuentro y mientras intentamos librarnos de ellos, nos percatamos que, desde un coche, nos sacan fotos y sonrientes, nos piden que nos detengamos. Nosotros seguimos adelante, estamos molestos por su actitud, parece que les hace gracia nuestra situación. Sin embargo, unos metros más adelante, ante su insistencia, nos detenemos. Al descender del vehículo, nos enseñan sus carnets de periodistas, al parecer de un diario local. No hablan inglés, así que la comunicación es compleja pero, aún así, entendemos que quieren saber nuestros nombres y detalles del viaje. Nos hacen varias fotos y nos graban, mientras nos piden que digamos “¡Türkiye güzel!” ¡Quién pillara este periódico! |
Llegamos hasta un camino que se adentra en los campos, a nuestra izquierda, a los pocos metros se acaba, justo frente a una casa cuyos propietarios, como es habitual, no tardan en invitarnos a pasar y disfrutar de un té, sentados en la alfombra, a la entrada. Estamos sofocados y nos apetece darnos un baño y ellos se ofrecen a acompañarnos a un lugar apropiado para ello. Acabado el té, nos ponemos en camino, acompañados por el hombre de la casa, sus hijos y un vecino. El lugar elegido para el chapuzón, es un ancho canal de riego donde el agua circula con fuerza. Se nos han unido unos cuantos chavales, picados por la curiosidad y pasamos un buen rato.
Estamos en zona agrícola y los mosquitos y tábanos hacen su agosto cuando salimos el agua. Regresamos a la casa y ya parece estar meridianamente claro que hoy dormiremos bajo techo. Nos ayudan a desmontar las alforjas y nos indican la ducha, una manguera en el baño, pero de agua templada. Yildish (“estrella” en turco), es la perfecta anfitriona. Habla un poquito de inglés, pues estuvo unos años trabajando en Holanda. Nos ha preparado espaguetis, patatas guisadas, ensalada y yogur. Cenamos todos juntos, excepto los hijos, y hasta la madre de él se nos une. De postre, sandía, melón y unos enormes platos de pipas. La velada se va alargando. Se ha corrido la noticia de nuestra llegada, nos visita la familia de nuestros anfitriones y también algún que otro vecino. Yildish está encantada, comienza la sesión de fotos, para la cual le regalo un pañuelo que había comprado en Dogubayazit. Al fin, cansados, nos retiramos. Nos han habilitado una amplia habitación, echando un par de colchones al suelo y además, nos dejan un ventilador para intentar paliar algo el calor. Esta gente no deja de sorprenderte nunca. |
VIERNES 28/07
7ª ETAPA: KÜLLÜK – DIGOR
(74km/5h 45min)
Eguneko onena, Yildish eta bere familiaren abegikortasunetik "ihes egitea" lortu arte igaro dugun denbora. Bidean, militarren presentzia handia da, sandia ere partekatu dugu haiekin dokumentazio-kontrol batean. Etapa "pick up" baten gainean amaitu dugu, haizeak lehenengo eta euriak gero, infernu bihurtu baitituzte azken 30 kilometroak basamortu antzeko eremu batetik. Digorrek atseden hartzeko aterpe xume bat eskaini digu, nahikoa.
7ª ETAPA: KÜLLÜK – DIGOR
(74km/5h 45min)
Eguneko onena, Yildish eta bere familiaren abegikortasunetik "ihes egitea" lortu arte igaro dugun denbora. Bidean, militarren presentzia handia da, sandia ere partekatu dugu haiekin dokumentazio-kontrol batean. Etapa "pick up" baten gainean amaitu dugu, haizeak lehenengo eta euriak gero, infernu bihurtu baitituzte azken 30 kilometroak basamortu antzeko eremu batetik. Digorrek atseden hartzeko aterpe xume bat eskaini digu, nahikoa.
Por la mañana ya, no cesan los gestos de hospitalidad. Tras tomar un café, comenzamos a preparar las alforjas, mientras la familia insiste en que nos quedemos un día más con ellos. Les explicamos que no puede ser y que, además, no queremos retrasar demasiado la salida, a causa del calor. Aún así, disfrutamos de un espléndido desayuno. Estamos muy a gusto, es gente realmente amable, pero no podemos demorarnos, así que tras abrazos y besos, nos despedimos. Circulamos ya en un día caluroso y con calima. La carretera está en obras y hay mucho tráfico de camiones. Ainhoa se va quedando atrás, parece que no es su día. Toca ascender un puerto de 6km que convendrá tomarse con tranquilidad, la pendiente es seria y el calor, también. Abajo, el curso de un río marca la frontera entre la zona semidesértica que nos rodea y el verde frescor de sus márgenes. Cuesta arriba, a ambos lados se dejan ver las garitas de vigilancia, como inmensas palomeras, nos sentimos controlados. Los camiones bajan con el freno motor, pues la pendiente es importante. En el alto, se despliega ante nosotros un inmenso páramo azotado por fuerte viento el cual, por definición, es en contra. Jesus y Ainhoa se retrasan, y ya reunidos los cuatro, en un puesto de control del ejército, nos paran para controlar la documentación. El jefe del puesto nos invita a descansar en el interior, e incluso nos invita a sandía. Agua no pueden darnos mucha, ellos también andan escasos. El jefe es de Estambul, habla algo de inglés. Pregunta por lo que sabemos de Turquía y Jesus, diplomático, le menciona Estambul, Capadocia, los “derviches”. Él, por su parte, inicia el esperado alegato antikurdo a los que, según dice, no le queda más remedio que proteger, a pesar de despreciarlos pues, cuenta, se pasan el día jugando a cartas, dejan que las mujeres hagan todo el trabajo, calzan “adidas torsion” y comen pescado, todo ello con la ayuda de los Estados Unidos. Insiste que abandonemos lo antes posible el este del país para visitar otras zonas. Él sueña con visitar Ibiza. |
En camino, tenemos que hacer frente a un viento como pocas veces he tenido que sufrir, no recuerdo haber hecho nunca 30km tan duros. El páramo es infinito, el viento arrecia y para rematarlo, cuando el cansancio hace ya mella, comienza la lluvia, suave al principio, pero que se hace más intensa, hasta empaparnos. El ruido del viento se te mete hasta los huesos, te puede volver loco. Cuando quedan apenas 10km para llegar a Digor, un “pick-up” se para justo delante. En su parte trasera, entre ladrillos, dos bicicletas y en la cabina, sus propietarios, nuestros compañeros de viaje. Subimos nuestras bicicletas, que quedan sobre la carga, sujetas así como “tente mientras cobro”. Nos amontonamos en la cabina y temiendo por la suerte de nuestras “burras”, cuesta abajo ahora, llegamos a Digor. Nos despedimos agradecidos de nuestro taxista.
Desde la carretera, el pueblo no parece gran cosa. Nuestra prioridad ahora es localizar un “lokantha”, estamos hambrientos y lo encontramos rápidamente. Ainhoa está derrotada. Nos saluda un paisano que se presenta como el “ministro de cultura” del pueblo (de Bilbao del “sentro”, éste). Como habla un poquito de inglés, le preguntamos por alojamiento en Digor y hotel, no hay, pero nos ofrece la posibilidad de quedarnos en la casa del maestro, lo cual aceptamos sin dudar. Un señor nos acompaña hasta una casa bastante grande, en cuya planta baja quedan alojadas nuestras bicicletas. Sus jinetes, o sea, nosotros cuatro, ocupamos una habitación en la primera planta. Contamos con ducha, cosa que nos alegra enormemente. Al de un rato, llega el maestro, acompañado de una ruidosa mujer y sus no menos escandalosos 5 hijos, no hay manera de echarles, ni con aceite hirviendo. Al fin, dejándose de sutilezas, Jesus consigue que nos dejen en paz. Duchados y descansados, nos embadurnamos de Relec y nos disponemos a pasar la noche, con el permiso de la legión de mosquitos con quienes compartimos habitación. Sigue lloviendo. |
SABADO 29/07 8ª ETAPA: DIGOR – KARS (46km/3h 15min) Kostatu zaio, baina azkenean lasaitu egin da eguraldia eta pedalei eragiten jarraitzeko aukera eman digu. 50 kilometro baino ez ditugu egin Karseraino, eta handik, taxi bat hartuta, Anni hiriaren hondakinak bisitatzeta hurbildu gara, bere garaian gune garrantzitsua zetaren ibilbidean. Armenia harrikada batera dago. |
Y aún lo hace a las 5:30, con viento además, cuando nos despertamos. Tras el desayuno continúa lloviendo y ha refrescado, así que decidimos dar un paseo por Digor, que resulta ser más grande de lo que pensábamos. Somos el centro de atención (a pesar de no ir en bici), no debe llegarles mucho turismo. En cuanto vemos que el tiempo levanta, preparamos los bultos y nos ponemos en marcha. Los primeros 10km transcurren cuesta arriba, con el cielo amenazadoramente encapotado pero, al menos, sin viento. En Digor nos han dicho que existe una carretera asfaltada desde el cercano pueblo de Doqpinar hasta las ruinas de Anni, que nos apetece ver. Llegados al pueblo en cuestión y de nuevo p´arriba, en al alto vemos una pista que sale a nuestra derecha, pero ni está asfaltada ni hay letrero alguno, por lo que decidimos continuar hasta Kars. De camino, vamos dejando detrás varios poblados de ganaderos nómadas y en uno de ellos tenemos que ponernos serios con unos críos que comienzan a arrojarnos piedras. Sin más novedades, salvo que parece que el día está decidido a mejorar, llegamos a Kars, donde lo primero que hacemos es buscar un hotel. Una vez alojados, merendamos algo y contratamos un taxi que nos lleve hasta las ruinas de Anni. De los 70YTL que nos pedían al principio, conseguimos llegar a 60, por llevarnos, esperar dos horas y traernos de vuelta. Ya estamos rumbo a las ruinas, en un taxi viejo cuyo conductor fuma. Es un trayecto de alrededor de 30km que cubrimos rápidamente, porque el colega le mete zapatilla. Nos deja a las puertas de la muralla y tras pagar 5YTL por cabeza, durante dos horas recorremos los escasos restos de una ciudad que llegó a ser de importancia, por estar situada en plena ruta de la seda pero que, guerras y terremotos, han reducido a ruinas, mejor o peor conservadas, de varias iglesias y alguna fortificación. De Armenia tan sólo nos separa un río que discurre por un profundo y verde cañón. De nuevo en el taxi, recorremos a buena velocidad el camino de vuelta amenizados por un espléndido y rojizo atardecer. En Kars, buscamos un Internet café, Jesus y Ainhoa quieren buscar un vuelo de Trabzon a Estambul y nosotros aprovechamos el rato para tomar un “ayram”. Tras la cena, directamente, nos retiramos al hotel. |
DOMINGO 30/07 9ª ETAPA: KARS – DOGRUYOL (67km/4h 45min) Oso etapa lasaia, mendi-bizkar suabeko paisaia zeharkatzen duten errepide txikienetik, Çildir Gölu beti begi-bistan. Bere uren ondoan polizia talde batek atseden egunean arrantzatu berri duen "yelllow fish" bat probatuko dugu. Saihestezina da, PKKren gaia sortzen da, ETArena, Armeniako sarraski "faltsua", hala ere, une atsegina pasatzen dugu. Eta lakuko uren ondoan amaituko da etapa. |
Luce el sol por la mañana, pero hace bastante frío. Con los bultos preparados, pedaleamos de mañana rumbo a Çildir Gölü, muy a gusto, con la fresca. Los 34km que nos separan de Arpaçay, discurren entre campos de cereal en los que trabajan carros tirados por caballos, una bonita estampa si no fuera que significa un atraso notable de esta zona. El pueblo resulta ser tranquilo y aprovechamos una terraza soleada para tomar un té. Con pan y plátanos recién comprados, salimos de nuevo a la carretera. No sé cómo serán las “high lands” en Escocia, pero las imagino como el paisaje que atravesamos, una estrecha carretera que bordea un inmenso lago, entre suaves lomas cubiertas de verde césped. Nos acercamos al agua. Cerca, un grupo de cinco jóvenes pesca empleando una red que lanzan como si fuera una honda. Como era de esperar, se acercan para invitarnos a probar el “yellow fish”, esta vez no gratis del todo, pues Javi acompaña a uno de ellos a limpiarlos en un caño cercano. Después, los asan envueltos en papel de aluminio en una hoguera. Están algo sosos, pero acompañados con pan casero de Trabzon, entran muy ricamente. Los pescadores son policías en Kars. Uno de ellos, que habla un poco inglés, charla de política. Sabe de ETA y nos dice que ellos también tienen un problema similar con el PKK; sobre los armenios, opina que tienen la lengua muy larga y que no aprecian a los turcos por una matanza de cerca de un millón de ellos que les achacan y que este policía, niega (a pesar de que la historia diga lo contrario). Como era de esperar, también sale el asunto del fútbol a relucir. Por último, tras unas fotos y la promesa de enviarles una copia, retomamos el camino, con el deseo del policía de que un día seamos libres. Continuamos rodeando el lago, con una magnífica luz de atardecer. Dogruyol resulta ser un humilde pueblecico con apenas una veintena de casas y, cómo no, un cuartel mayor que el pueblo en sí. A pesar de ello, hay 3 ó 4 tiendas en las que podemos proveernos de todo lo necesario. Tras cargar agua, emprendemos la búsqueda de un lugar en el que acampar, que va a resultar ser una pequeña lengua de tierra que se adentra en el lago, junto a unas casas. La escasez de leña de estas tierras, hace que la gente emplee las boñigas del ganado para hacer fuego y en eso deben estar en la casa, pues huele fatal. Pedimos permiso para poner la tienda, como era de esperar, no hay ninguna pega. Está refrescando y tenemos que ponernos toda la ropa para cenar. Son sólo las 9 cuando nos acostamos. |