LUNES 18/07 5ª ETAPA: ÇAVDARHISAR – USAK (a unos 20km) (75km/3h 55min) Beroa gero eta handiagoa da, pedalei eragiten diegu “gaztelako” paisaia batean zehar, beti iturriren bat eskura. Gaur, Gedizen, "lokanta" batean sartuko gara lehen aldiz, bidaia honetan ezinbestekoak izango diren eguneko menuko jatetxe horietako batean. Jendeak adeitasunez hartzen gaitu, edozein aitzakiak esertzeko leku bat eta te bat eskaintzeko balio du. Hiriburuarekiko urruntasuna gero eta nabarmenagoa da prezioetan, neurrikoagoak baitira. |
Nos levantamos a eso de las 8 y la ropa está más húmeda de la que la dejamos ayer. Comenzamos los preparativos del nuevo día, desayunamos yogur con fruta y pan con aceite para acompañar al café (¡cómo me gusta desayunar así!). A las 9:45 estamos dispuestos para la marcha. Nos despedimos de nuestro nuevo amigo y no podemos evitar que nos invite a un café. Aprovecha la ocasión para enseñarnos fotos suyas de Antalya, donde trabaja un mes al año, en verano, de chófer y organizando rutas turísticas. Cuando está allí, se afeita el bigote y confiesa que no le gusta prolongar demasiado su estancia porque enseguida comienzan los problemas con las mujeres. Es un jeta, pero majo.
Levantamos campamento con un día azul y fresco. Seguimos una amplia carrera de buen firme y poco tráfico, atravesando paisajes que recuerdan a veces el norte de Burgos o la sierra de Málaga en otras ocasiones. Agua no nos falta, las fuentes son abundantes. Comenzamos una suave subida; coincidiendo con la llegada al alto, cambia el paisaje que se hace más seco. A medida que descendemos la fuerte pendiente (alcanzamos hasta 65km/h), el calor se hace más intenso.
Levantamos campamento con un día azul y fresco. Seguimos una amplia carrera de buen firme y poco tráfico, atravesando paisajes que recuerdan a veces el norte de Burgos o la sierra de Málaga en otras ocasiones. Agua no nos falta, las fuentes son abundantes. Comenzamos una suave subida; coincidiendo con la llegada al alto, cambia el paisaje que se hace más seco. A medida que descendemos la fuerte pendiente (alcanzamos hasta 65km/h), el calor se hace más intenso.
Llegamos a Gediz, pueblo repleto de comercios. Hacemos una incursión en busca de la bombona. Nos cuesta hacernos entender, piensan al principio que buscamos agua. Media calle se une a la búsqueda y alguien hace el esperado gesto afirmativo, indicando que esperemos. Nos hacen pasar a la tienda y nos ofrecen asiento, hasta que al momento aparece un joven con la ansiada botella en la mano, por 2YTL (uno más barato que en Iznik). Agradecemos su gran amabilidad y nos vamos en busca de un lugar en el que comer algo. Nos decidimos por un “lokanta”, el equivalente de un restaurante de menú del día de los de casa. Los platos están a la vista y el dedo es el mejor indicador. Optamos por unas deliciosas berenjenas con carne picada, unas sabrosas albóndigas y ensalada. Nos sacan además otros dos platos, con ensaladilla rusa (o algo similar) uno y con yogurt otro, además de guindillas y patatas fritas. Los hombres, porque yo soy la única mujer, comen apresuradamente, sin apenas levantar la vista del plato. Llama la atención, aunque ya empezamos a acostumbrarnos, la cantidad de empleados del pequeño local. Rematamos la faena con un té, pagamos 9YTL (dejamos 10) y marchamos. Las bicis están fuera, tal y como las dejamos, pero recalentadas, pues hace bastante calor. Parece que nos vamos adentrando en la Turquía más auténtica, por las altas temperaturas y los bajos precios. El calor resulta más soportable de lo esperado y el perfil ayuda. Con 60km en las piernas comenzamos la búsqueda de una sombra en la que acampar, estamos ya un poco saturados de sol. Junto a una carreterilla que sale a nuestra derecha, Javi ve una bomba de extracción de agua de las de antes, de manivela y funciona además, así que decidimos buscar un lugar tranquilo en sus inmediaciones. Con la bolsa termo llena, intentamos decidir el emplazamiento de la tienda. Estamos rodeados de garbanzos. Hay amplias zonas en las que ya se han recolectado y el rastrojo es bastante duro, a pesar de lo cual encontramos un sitio majo para acampar. Mientras Javi coloca la tienda, yo me ducho bajo un quejigo, haciendo movimientos de contorsionista, por si hay miradas indiscretas. Tras la ducha, cenamos los tres (el tercero, un mosquito, que lo hace a mi costa), Javi inmortaliza la preciosa puesta de sol y nos acostamos sin más novedades.Haz clic aquí para editar. |
MARTES 19/07
6ª ETAPA: USAK (a unos 20km) – SÜLÜMENLI
(70km/4h 05min)
Beroa eta paisaia ez dira aldatzen, pertsona horien izaera bezalaxe. Bidaia honen erritmoari programazio zorrotzik gabe egitearen xarma txertatu diogu eta horrek, Ulubeyn bizi izan dugun bezalako une bereziei bide emango die. Sülümenlin, etapa amaieran, Extremadurako inguru batean, nekazarien bizimoduaren hara eta hona ibiltzeak inguratzen gaitu.
6ª ETAPA: USAK (a unos 20km) – SÜLÜMENLI
(70km/4h 05min)
Beroa eta paisaia ez dira aldatzen, pertsona horien izaera bezalaxe. Bidaia honen erritmoari programazio zorrotzik gabe egitearen xarma txertatu diogu eta horrek, Ulubeyn bizi izan dugun bezalako une bereziei bide emango die. Sülümenlin, etapa amaieran, Extremadurako inguru batean, nekazarien bizimoduaren hara eta hona ibiltzeak inguratzen gaitu.
Esta mañana la tienda está seca, el sol calienta suavemente y se agradece. Como viene siendo habitual, hacia las 9:45 estamos ya recorriendo los 5km que nos separan de la carretera general que conduce a Usak. Es una autovía con doble carril que impresiona, pero el arcén es amplio y hay poco tráfico. Lo peor es el trazado, tipo canadiense, con grandes toboganes de fuerte desnivel. En las afueras de Usak encontramos un súper que aprovechamos para aprovisionarnos y un jardín cercano nos comemos un yogur con fruta. Tenemos suerte, pues el desvío hacia Ulubey aparece antes de entrar en la ciudad. Nos adentramos así en Campos de Castilla, rodeados de amplias extensiones de cereales y garbanzos. Sin nada que destacar, llegamos a Ulubey, donde tratamos de encontrar algo similar a un bar donde tomar un refresco, pero no son habituales en la tierra del no alcohol. Optamos por comprar un par de latas en una tienda y tomarlas en un banco, a la sombra de los árboles de una pequeña plaza. Enseguida nos convertimos en foco de atención de las gentes del lugar, que inician las maniobras de aproximación, con un par de tés al principio, que les sirven de excusa para sentarse junto a nosotros. Nos vemos rodeados por los jóvenes (y los que no lo son tanto) del lugar, que se interesan sinceramente por nosotros y nuestro viaje. Uno de ellos habla inglés. Conocen, cómo no, al Athletic, la Real y son hinchas del Galatasaray. Como por allá, el fútbol es su auténtica religión. Insisten en que visitemos un cañón, cercano al pueblo y para ello, dos chavales nos acompañan en sus bicis. La salida ha merecido la pena y nos sorprende el paraje, el segundo cañón más grande del país (del mundo, para uno de ellos), de 75km de longitud según cuentan. En el fondo, una pista recorre una zona de verdes huertas que invitan a visitarlo, sin embargo, hace demasiado calor. Charlamos con los jóvenes, terriblemente futboleros. Su inglés es muy bueno. Nos acompañan hasta coger la carretera dirección a Emeç, mientras nos enseñan el pueblo: el liceo, la escuela y la escuela coránica a la que asiste uno de ellos,... Nos despedimos agradecidos y al de unos 4km, tomamos un desvío dirección Güney como nos habían explicado. Son las 4 de la tarde; lo que se suponía una parada técnica para tomar un refresco, se ha convertido en un descanso de cerca de tres horas que hemos disfrutado. Recorremos ahora unos parajes de dehesas que recuerdan Extremadura. Cuando llevamos unos 70km, entramos en Sülümenly, un pueblecico que nos recibe con una generosa fuente. Encontramos un lugar discreto en el que acampar junto a unos árboles, en lo alto de una pequeña loma. Colgando el pareo entre dos árboles, nos damos una reconfortante, aunque algo estresada también, ducha, el sol de estas tierras cansa tanto como las cuestas. Son alrededor de las 5 de la tarde y el pueblo entero se moviliza hacia las huertas, aprovechando que el calor baja algo en intensidad. Unos, van a recolectar los garbanzos, que arrancan y reúnen en matas que se irán secando para que después un tractor las vaya recogiendo; otros recogen las hojas verdes del tabaco, las de la parte inferior del tallo, más grandes. Durante el día, ya a la sombra, las van insertando en un pincho para dejarlas luego en los secaderos. Pasan ante nosotros en sus bonitos motos con sidecar, o en un “R-12” familiar; algunos no tendrán más de 12 años y ya conducen tractores. Es la vida del campo, que les hace madurar y envejecer prematuramente. Nos retiramos nosotros a nuestro pequeño campamento para preparar la cena. Ya va anocheciendo, pero la luna llena hace innecesario el descarado frontal. La temperatura es muy agradable, la tranquilidad total y la noche parece que resultará apacible. |
MIERCOLES 20/07
7ª ETAPA: SÜLÜMENLI – YENICEKENT
(48km/3h 05min)
Bero egun itogarria, Cazorla mendilerrotik gaur, txitxarrak eta guzti. Kasualitatez, ur termaleko ostatu batean amaituko dugu, Fatima eta familiaren abegikortasunaz ere gozatuz. Baina tartean eroriko tuntun bat izan dut, zorionez urraturen batean geratu dena, eta hauts asko arropa eta alforjetan.
A las 7 de la mañana ya estamos arriba, con una temperatura muy agradable y el sol en su sitio. Para las 9:15 ya estamos llenando los botellines en la fuente, nos adentramos en parajes de pinar que recuerdan a la Sierra de Cazorla, con carreteras de fuertes pendientes, algunas de hasta el 15%. Hace un calor seco y el “cantar” de las cigarras nos acompaña incesante. Afortunadamente, hay fuentes a lo largo del camino que nos lleva hasta el cartel de “Guney Centrum”, donde emprendemos un descenso en picado hacia ahí precisamente, al “centrum” (como haya que subir esto luego, vamos a “flipar”).
En una tienda el tendero nos recomienda que visitemos una cercana cascada, más cercana para unos que para otros, que ahí andan discutiendo, que si son 5km, que si son 7... En una pared tienen una foto del lugar y puede merecer la pena, así que decidimos ir, a pesar del fuerte calor. Seguimos descendiendo hacia el fondo del valle (sudando un sudor frío al pensar que igual después habrá que volver a subir todo lo bajado), hacemos 7km sin ver nada, nos metemos por un sendero que acaba en una casa en la que trabaja un matrimonio ya mayor, ensartando hojas de tabaco. Mucha información no nos ofrecen, pero sí unas viejas sillas en las que descansar y té. Volvemos a la carretera y al fin vemos el cartel que hemos pasado por alto y que nos indica que hemos de coger una polvorienta pista que desciende hacia el fondo del valle, no se sabe cuántos kilómetros. De pronto, ante la perspectiva que se nos presenta, con un calor sofocante, la cascada pierde todo su interés.
7ª ETAPA: SÜLÜMENLI – YENICEKENT
(48km/3h 05min)
Bero egun itogarria, Cazorla mendilerrotik gaur, txitxarrak eta guzti. Kasualitatez, ur termaleko ostatu batean amaituko dugu, Fatima eta familiaren abegikortasunaz ere gozatuz. Baina tartean eroriko tuntun bat izan dut, zorionez urraturen batean geratu dena, eta hauts asko arropa eta alforjetan.
A las 7 de la mañana ya estamos arriba, con una temperatura muy agradable y el sol en su sitio. Para las 9:15 ya estamos llenando los botellines en la fuente, nos adentramos en parajes de pinar que recuerdan a la Sierra de Cazorla, con carreteras de fuertes pendientes, algunas de hasta el 15%. Hace un calor seco y el “cantar” de las cigarras nos acompaña incesante. Afortunadamente, hay fuentes a lo largo del camino que nos lleva hasta el cartel de “Guney Centrum”, donde emprendemos un descenso en picado hacia ahí precisamente, al “centrum” (como haya que subir esto luego, vamos a “flipar”).
En una tienda el tendero nos recomienda que visitemos una cercana cascada, más cercana para unos que para otros, que ahí andan discutiendo, que si son 5km, que si son 7... En una pared tienen una foto del lugar y puede merecer la pena, así que decidimos ir, a pesar del fuerte calor. Seguimos descendiendo hacia el fondo del valle (sudando un sudor frío al pensar que igual después habrá que volver a subir todo lo bajado), hacemos 7km sin ver nada, nos metemos por un sendero que acaba en una casa en la que trabaja un matrimonio ya mayor, ensartando hojas de tabaco. Mucha información no nos ofrecen, pero sí unas viejas sillas en las que descansar y té. Volvemos a la carretera y al fin vemos el cartel que hemos pasado por alto y que nos indica que hemos de coger una polvorienta pista que desciende hacia el fondo del valle, no se sabe cuántos kilómetros. De pronto, ante la perspectiva que se nos presenta, con un calor sofocante, la cascada pierde todo su interés.
De vuelta a Guney, un taxista que se interesa por nuestro camino y nos dice que no hay por qué retroceder para ir a Denizli, que la carretera que traíamos nos llevará hacia allí, que está asfaltada, es más corto y cuesta abajo. Las razones parecen de peso y damos la vuelta, suponemos que por última vez el día de hoy. Todo marcha sobre ruedas (dos), hasta llegar a una curva cerrada cubierta de gravilla. Echo el freno y ocurre lo inevitable, que me voy al suelo. Sangro por la rodilla y la mano y tengo el culotte totalmente cubierto de polvo, pero me levanto enseguida, no ha sido nada. La bici está también intacta, así que lavamos un poco las heridas con agua y seguimos camino. A medida que descendemos hacia el valle, el aire se hace más intolerablemente caliente, debemos estar por encima de los 40º. Abajo, la carretera acaba en un pequeño embalse y discurre después paralela al río. La vega es asombrosamente fértil y verde. No sabemos muy bien cuántos km nos separan de Denizli y el calor es sofocante. Pero tenemos suerte, encontramos un bar que va a resultar ser también hotel con agua termal. Enseguida salen a recibirnos Mustafá y Fátima, dos hermanos que, junto a sus respectivas parejas, regentan el lugar. Nos invitan a sentarnos con ellos y tomamos un refrigerio. Hemos decidido acabar aquí la etapa de hoy, nos enseñan la habitación, con una gran bañera de piedra a la que se abren dos grifos que han dejado una gran mancha rojiza en el fondo debido al contenido mineral del agua, buena al parecer para todo tipo de mal mayor o menor. Nos anima a beberla como sale del grifo, caliente y con un olor un poco desagradable, mano de santo para las tripas según dice. |
Nosotros llenamos nuestra bañera, lo cual me viene muy bien para limpiar las heridas. Hemos quedado para cenar a las 20:30, lo hacemos en familia: patatas con cordero, yogurt con guindillas picantes y no picantes, arroz, espaguetis, berenjenas en vinagreta y pan hecho por ellos, en realidad una especie de masa de crepe, pero sin mantequilla; de postre, uvas de la zona, melón y ¡pepino!, que comen en grandes rodajas. Hacemos una agradable sobremesa, es una gente muy maja y con Fátima nos entendemos bastante bien en inglés. Su madre me tiende una encerrona para que le compre unos pañuelos para la cabeza que hace ella misma. Al principio, me los enseña para que alabe su buen hacer, cosa que hago aunque no me gusten demasiado y cuando ya está tendido el cebo, me dice el precio, dos por uno. Mañana hablaremos, hoy estoy demasiado cansada.
JUEVES 21/07 8ª ETAPA: YENICEKENT – PAMUKKALE (35km/2h 45min) Pamukkale bisitatzeko gomendioa onartu genuenean, zalantzak genituen eta ez geunden oker. Milaka turista biltzen dituen leku bat da, eta igerileku "naturalak" ez dira hain naturalak, gauez “txorrota” ixten baitute urak harria herdoildu eta ilundu ez dezan, bere erakargarritasuna galduz. Hierapolis zirraragarria da, baina argazkietan ere ikus daiteke. Bero handia egiten du. Nolanahi ere, hauek guztiak eragozpenak baino ez dira, arazoak beste zerbait dira. |
Ayer nos acostamos hacia las 10, con un calor terrible que presagiaba una noche larga y de insomnio, pero no ha sido así, hemos dormido mejor de lo esperado. Hemos quedado a las 9 para desayunar y tenemos tiempo de preparar los bártulos antes.
Siguiendo las indicaciones que nos han dado en el hotel, llegamos a Tepeköy y de allí, a Akköy por una pista sin asfaltar. Desde aquí, una fuerte rampa nos deja en Karahayit, donde se supone que hay camping, pero que resulta ser una pensión no demasiado atractiva pero, eso sí, con piscina.
Siguiendo las indicaciones que nos han dado en el hotel, llegamos a Tepeköy y de allí, a Akköy por una pista sin asfaltar. Desde aquí, una fuerte rampa nos deja en Karahayit, donde se supone que hay camping, pero que resulta ser una pensión no demasiado atractiva pero, eso sí, con piscina.
Seguimos después hacia Pamukkale y Hierápolis. En las ruinas de Hierápolis, pagamos las 500 pelas de la entrada y recorremos cerca de 1km por una polvorienta pista, rodeados de enormes sepulcros de piedra. En una explanada aparcan decenas de autobuses y coches de los que, lógicamente, baja muuucha gente. Si a esto añadimos el calor sofocante, se puede perfectamente tratar de la antesala del infierno. El tiempo que nos lleva encontrar un lugar en el que dejar las bicis, corrobora la norma de que el número de turistas, es inversamente proporcional a la amabilidad con que te han de tratar. Y comienza ahora el vía crucis, cuando decidimos acercarnos a las famosas piscinas de travertino, donde se agolpa alrededor de un millón de personas. Al parecer, hay un paseo que lleva hasta el mismo Pamukkale, pero ni nos lo planteamos. Sólo para darse una ducha, hay que guardar turno. Es un horror (¡que me devuelvan el dinero de la entrada!). Es alrededor de la una del mediodía y no dejan de llegar autobuses repletos de turistas que, como nosotros, acuden también a visitar las ruinas de Hierápolis, antigua ciudad griega de la que queda especialmente bien conservado el anfiteatro. En él, poquita gente, no en vano hay que subir una buena cuesta poco apetecible con el calor que hace. Finalmente nos acercamos a Pamukkale, a pesar que en la oficina de turismo nos aseguran que no hay camping. Se equivocan, nada más entrar, lo encontramos en un restaurante. Son 15€ con derecho a piscina y 10 sin ella y no lo dudamos, el baño nos ha de sentar bien. La tienda la colocamos en una amplia campa a la exigua sombra de unos también exiguos arbolillos. Comemos un poco de pan con queso y nos vamos a la piscina, a bañarnos y tumbarnos en una hamaca, que es lo que se supone que la gente hace cuando está de vacaciones. El agua está muy buena, tiene un fuerte sabor y olor a hierro. En una piscina más pequeña, chorros a diferente altura dan una especie de hidromasaje. Tras la ducha, salimos a dar un paseo por el pueblo, organizado a ambos lados de una calle principal con abundantes hoteles y comercios que va a desembocar al paseo que asciende hacia las piscinas de travertino. Buscamos un lugar en el que tomar una cerveza cuando un simpático tabernero nos asalta para invitarnos a hacerlo en su restaurante. Aceptamos y sentados ya en la terraza decidimos cenar aquí mismo (con las cervezas, nos ha sacado la carta por si “cuela”). Son las 20:30 y el sol se oculta ya tras las montañas. Desde la mesa vemos cómo el paseo del travertino está aún colapsado. De vuelta al camping hace calor e intentamos dormir fuera; digo “intentamos”, porque los mosquitos me obligan a batirme en retirada. Javi aguanta el tirón, su sangre es menos jugosa que la mía. |