DOMINGO 10/11/2013
2ª ETAPA: RESERVA NACIONAL DEL ÑUBLE – RÍO DIGUILLÍN
(51km/4h 20min)
Atzo “yin” izan bazen, gaur, “yan”a egokitu zaigu: Chillanerako bidea hartu dugu eta lehenengo 21km ilea apenas nahasi gabe egin ditugu. Baina Zapallarerantz abiatu bezain pronto, 15km gorabeheratsuak topatu ditugu, gogorrak oso. Hasierako bostetan baino ez dugu asfaltorik topatu, beste hamarrak xoborrezkoak, gogorra benetan. Norabidearen aldaketarekin batera, Cirueliton, lasaitu egin da perfila eta bide-zoruak ere, nabarmen egin du hobera. Datorrenari aurre egiteko prestakuntza ote?
Nos despedimos de la agradable mujer que regenta este sitio, perfecto para nuestras necesidades: nos permite acampar, nos vigilan los trastos,… qué más queremos. Desandar los 7km hasta la carretera nos cuesta menos de lo esperado. Y menos aún los 21 hasta el cruce a Zapallar, con razón llegamos agotados anteayer, en algunos descensos cogemos 50km/h. En el desvío, nada presagia la que nos espera. El primer tramo está bien asfaltado, apenas si hay tráfico, pero enseguida comienzan las hostilidades: unos toboganes salvajes en los que alcanzamos los 50km/h en apenas 100m pero que, lógicamente, hay que remontar en la vertiente opuesta. Así, hasta media docena, cuando vemos un cartel de “fin de pavimento”. Hay 10km hasta Zapallar en los que echamos pie a tierra en más de una ocasión por la pendiente y por el desastroso estado de la pista (espero que el “ripio” de la austral no sea así).
En Ciruelito la carretera cambia d dirección y el perfil nos da un descanso. Nos quedan 5km hasta Zapallar, que hacemos “más cómodamente. No acompaña tampoco el paisaje, hemos dejado atrás hace tiempo los verdes campos de cultivo y vamos escoltados por plantaciones de eucalipto y pino, todas valladas. Es como si recorriéramos una gran pista forestal.
Pasado Zapallar (un par de casas desperdigadas y una tienda), cambiamos de nuevo la dirección, 180º ahora, hacia San Vicente de Diguillín. El perfil es tranquilo y el firme es hasta, en ocasiones, decente, de tierra pisada. Unos kilómetros más adelante, con el río más accesible ya, traspasamos una verja abierta y un empinado descenso nos lleva hasta la orilla, donde nos esperan unas mesas y bancos de madera, bajo los restos de unas cubiertas de palma. Este tramo es bastante abierto, estamos en realidad junto a un brazo que se separa de la corriente principal, es un lugar tranquilo.
Vamos poco a poco, intentando perfilar el recorrido. Nos gustaría acercarnos a algunos parques o reservas naturales que nos esperan por el camino, acampar en ellos y hacer alguna caminata. Sorprende este país, Marta escuchó el otro día que es uno de los que genera más desigualdades en el mundo y es posible que así sea. La mayor parte de la gente que encontramos es muy humilde, como sus casas y los pueblos.
2ª ETAPA: RESERVA NACIONAL DEL ÑUBLE – RÍO DIGUILLÍN
(51km/4h 20min)
Atzo “yin” izan bazen, gaur, “yan”a egokitu zaigu: Chillanerako bidea hartu dugu eta lehenengo 21km ilea apenas nahasi gabe egin ditugu. Baina Zapallarerantz abiatu bezain pronto, 15km gorabeheratsuak topatu ditugu, gogorrak oso. Hasierako bostetan baino ez dugu asfaltorik topatu, beste hamarrak xoborrezkoak, gogorra benetan. Norabidearen aldaketarekin batera, Cirueliton, lasaitu egin da perfila eta bide-zoruak ere, nabarmen egin du hobera. Datorrenari aurre egiteko prestakuntza ote?
Nos despedimos de la agradable mujer que regenta este sitio, perfecto para nuestras necesidades: nos permite acampar, nos vigilan los trastos,… qué más queremos. Desandar los 7km hasta la carretera nos cuesta menos de lo esperado. Y menos aún los 21 hasta el cruce a Zapallar, con razón llegamos agotados anteayer, en algunos descensos cogemos 50km/h. En el desvío, nada presagia la que nos espera. El primer tramo está bien asfaltado, apenas si hay tráfico, pero enseguida comienzan las hostilidades: unos toboganes salvajes en los que alcanzamos los 50km/h en apenas 100m pero que, lógicamente, hay que remontar en la vertiente opuesta. Así, hasta media docena, cuando vemos un cartel de “fin de pavimento”. Hay 10km hasta Zapallar en los que echamos pie a tierra en más de una ocasión por la pendiente y por el desastroso estado de la pista (espero que el “ripio” de la austral no sea así).
En Ciruelito la carretera cambia d dirección y el perfil nos da un descanso. Nos quedan 5km hasta Zapallar, que hacemos “más cómodamente. No acompaña tampoco el paisaje, hemos dejado atrás hace tiempo los verdes campos de cultivo y vamos escoltados por plantaciones de eucalipto y pino, todas valladas. Es como si recorriéramos una gran pista forestal.
Pasado Zapallar (un par de casas desperdigadas y una tienda), cambiamos de nuevo la dirección, 180º ahora, hacia San Vicente de Diguillín. El perfil es tranquilo y el firme es hasta, en ocasiones, decente, de tierra pisada. Unos kilómetros más adelante, con el río más accesible ya, traspasamos una verja abierta y un empinado descenso nos lleva hasta la orilla, donde nos esperan unas mesas y bancos de madera, bajo los restos de unas cubiertas de palma. Este tramo es bastante abierto, estamos en realidad junto a un brazo que se separa de la corriente principal, es un lugar tranquilo.
Vamos poco a poco, intentando perfilar el recorrido. Nos gustaría acercarnos a algunos parques o reservas naturales que nos esperan por el camino, acampar en ellos y hacer alguna caminata. Sorprende este país, Marta escuchó el otro día que es uno de los que genera más desigualdades en el mundo y es posible que así sea. La mayor parte de la gente que encontramos es muy humilde, como sus casas y los pueblos.
LUNES 11/11/2013
3ª ETAPA: RÍO DIGUILLÍN – YUNGAY
(53km/3h 50min)
Egun erosoa, hasierako xaborrezko 15 kilometroak “jan” arren. Geroztik, Chillánetik datorren errepidea nahiko lasaia da, trafikoa ez da oso bizia. Herrialdeari hartzen diogun itxura, bizi-maila xumeko herrialdearena da, etxebizitzak, dendak, pertsonen irudia,… Eguna, Yungayn eman dugu amaitutzat, udal kanpin xume batean. Ez dugu gehiagorik behar.
Amanecemos hacia las 7 de un día fresco y gris, una espesa niebla lo humedece todo y nos mete el frío en el cuerpo. Nos reincorporamos al ripio que, sin hacernos sufrir demasiado, en unos 15km nos lleva a recuperar el ansiado asfalto. Sólo 3 ó 4km más tarde, en El Carmen, nos animamos a quitarnos el chubasquero, que no protegía de la lluvia (el día ha despejado), sino del frío.
Hacemos alguna compra y charlamos con el amable tendero. Necesita ahorrar tres millones y medio (unos 5000€) para marchar de viaje con su esposa a un “tour” por Europa. Ahora bien, una vez allí, “ni sacar las manos de los bolsillos”, que el € está descontrolado para su economía. Para terminar, afirma que la gente tiene más dinero del que aparenta, que lo guardan en casa… no sé, no sé.
Regresamos a la carretera que viene de Chillán, es buena y el tráfico no agobia. El paisaje es agrícola y algo adehesado, mejor que las plantaciones de eucalipto que han estado acompañándonos. El trazado es igualmente cómodo, sólo los toboganes ligados a cualquier río que cruzamos. Unos 10km más adelante cruzamos Temuco, una de esas comunas formadas por barrios de casitas baja que se extienden a ambos lados de la carretera. Hay mercado, que aprovechamos para comprar fruta y empanadas (“¡pero qué flacos están!”, exclama la tendera).
Y de nuevo en camino, nos restan otros 15km hasta Yungay. Hay grandes extensiones de cereal y de regadío, todo muy verde, que contrasta con las montañas nevadas con las cuales nos reencontramos. Tal como había dicho el tendero de El Carmen, justo antes de entrar a Yungay vemos, a la izquierda, un área de acampada con mesas y bancos de madera. La “recepción”, una gris y destartalada casita a cuya puerta nos reciben un crío y su madre. No está muy claro si el “camping” está en funcionamiento, pero la amable mujer no pone ninguna pega en que montemos la tienda, por dos “lucas”, cosa que hacemos junto al río.
No son aún las 14:30, la tarde ha mejorado considerablemente, es un buen momento y lugar para dar por finalizada la etapa. Una ducha, organizar los trastos y dando un paseo, nos acercamos a Yungay. Es largo, nos lleva un buen rato dar con el centro y su habitual parque arbolado. Localizamos un súper en el que avituallarnos y dudando si cenar fuera o “en casa”, la simpática cajera nos anima a probar en “La Casona.
Llegamos al mencionado restaurante y una vez más las dotes persuasivas de Marta nos sacan del apuro, pues sólo sirven cenas a las personas alojadas (“pensionistas”), en este caso trabajadores del monte. Pero hacen una excepción y nos acomodan. De menú, ensalada y un gran plato de carne de vacuno cocida (rica y jugosa), con guarnición de pasta cocida con albahaca y orégano. sacan dos pequeños recipientes con un equivalente de nuestro pimentón uno de ellos y con ají el otro (imposible comerlo solo, pero rico mezclado con la pasta). Y todo regado con dos cervezas chilenas rubias “Volcanes del Sur”, muy ricas. El local es agradable, la cena deliciosa y pagamos 8 “lucas” (más 1 de propina). Mientras cenamos, tres generaciones de mujeres (la abuela, la más fina, aún trajina en la cocina) y el marido de la madre, toman un “once” (té acompañado por cualquier tipo de comida, dulce o salada). Y cuando nosotros marchamos, se van acomodando los currelas.
Regresamos paseando, otra vez ha quedado un atardecer muy chulo y la caminata ayuda a bajar la cena. Son poco más de las nueve cuando llegamos, pagamos la estancia y nos retiramos. No ha resultado mal el día.
3ª ETAPA: RÍO DIGUILLÍN – YUNGAY
(53km/3h 50min)
Egun erosoa, hasierako xaborrezko 15 kilometroak “jan” arren. Geroztik, Chillánetik datorren errepidea nahiko lasaia da, trafikoa ez da oso bizia. Herrialdeari hartzen diogun itxura, bizi-maila xumeko herrialdearena da, etxebizitzak, dendak, pertsonen irudia,… Eguna, Yungayn eman dugu amaitutzat, udal kanpin xume batean. Ez dugu gehiagorik behar.
Amanecemos hacia las 7 de un día fresco y gris, una espesa niebla lo humedece todo y nos mete el frío en el cuerpo. Nos reincorporamos al ripio que, sin hacernos sufrir demasiado, en unos 15km nos lleva a recuperar el ansiado asfalto. Sólo 3 ó 4km más tarde, en El Carmen, nos animamos a quitarnos el chubasquero, que no protegía de la lluvia (el día ha despejado), sino del frío.
Hacemos alguna compra y charlamos con el amable tendero. Necesita ahorrar tres millones y medio (unos 5000€) para marchar de viaje con su esposa a un “tour” por Europa. Ahora bien, una vez allí, “ni sacar las manos de los bolsillos”, que el € está descontrolado para su economía. Para terminar, afirma que la gente tiene más dinero del que aparenta, que lo guardan en casa… no sé, no sé.
Regresamos a la carretera que viene de Chillán, es buena y el tráfico no agobia. El paisaje es agrícola y algo adehesado, mejor que las plantaciones de eucalipto que han estado acompañándonos. El trazado es igualmente cómodo, sólo los toboganes ligados a cualquier río que cruzamos. Unos 10km más adelante cruzamos Temuco, una de esas comunas formadas por barrios de casitas baja que se extienden a ambos lados de la carretera. Hay mercado, que aprovechamos para comprar fruta y empanadas (“¡pero qué flacos están!”, exclama la tendera).
Y de nuevo en camino, nos restan otros 15km hasta Yungay. Hay grandes extensiones de cereal y de regadío, todo muy verde, que contrasta con las montañas nevadas con las cuales nos reencontramos. Tal como había dicho el tendero de El Carmen, justo antes de entrar a Yungay vemos, a la izquierda, un área de acampada con mesas y bancos de madera. La “recepción”, una gris y destartalada casita a cuya puerta nos reciben un crío y su madre. No está muy claro si el “camping” está en funcionamiento, pero la amable mujer no pone ninguna pega en que montemos la tienda, por dos “lucas”, cosa que hacemos junto al río.
No son aún las 14:30, la tarde ha mejorado considerablemente, es un buen momento y lugar para dar por finalizada la etapa. Una ducha, organizar los trastos y dando un paseo, nos acercamos a Yungay. Es largo, nos lleva un buen rato dar con el centro y su habitual parque arbolado. Localizamos un súper en el que avituallarnos y dudando si cenar fuera o “en casa”, la simpática cajera nos anima a probar en “La Casona.
Llegamos al mencionado restaurante y una vez más las dotes persuasivas de Marta nos sacan del apuro, pues sólo sirven cenas a las personas alojadas (“pensionistas”), en este caso trabajadores del monte. Pero hacen una excepción y nos acomodan. De menú, ensalada y un gran plato de carne de vacuno cocida (rica y jugosa), con guarnición de pasta cocida con albahaca y orégano. sacan dos pequeños recipientes con un equivalente de nuestro pimentón uno de ellos y con ají el otro (imposible comerlo solo, pero rico mezclado con la pasta). Y todo regado con dos cervezas chilenas rubias “Volcanes del Sur”, muy ricas. El local es agradable, la cena deliciosa y pagamos 8 “lucas” (más 1 de propina). Mientras cenamos, tres generaciones de mujeres (la abuela, la más fina, aún trajina en la cocina) y el marido de la madre, toman un “once” (té acompañado por cualquier tipo de comida, dulce o salada). Y cuando nosotros marchamos, se van acomodando los currelas.
Regresamos paseando, otra vez ha quedado un atardecer muy chulo y la caminata ayuda a bajar la cena. Son poco más de las nueve cuando llegamos, pagamos la estancia y nos retiramos. No ha resultado mal el día.
MARTES 12/11/2013
4ª ETAPA: YUNGAY – ABANICO
(73km/6h)
Ahaleginek saria daukatela, esaten dute eta gaur bete egin da, zinez. Hasi gara eroso pedaleatzen, ezer ez nabarmentzekoa Huépil herriraino. Trupánerantz abiatu bezain pronto, Antuco sumendia (2995m) eta Velluda Mendi lerroa, izan ditugu bide lagun. Polcuran, bazkaltzeko geldialditxoa eta 23kmko xoborrezko bideari ekin behar izan diogu. Baina, zalantzarik gabe, txarrenak, etapako azkeneko bostak izan dira, ustekabekoak, benetan gogorrak. Baina amaiera bikaina izan du egunak, kanpin polit batean, izugarrizko ikuspegiekin.
No hay mucho que contar del trayecto hasta Huépil, salvo que es cómodo y que las cumbres nevadas de los Andes no nos quitan ojo. Como ayer, nos escoltan bastos campos de cereales, adehesados, lo cual les añade encanto.
En Huépil nos informamos del camino hacia Antuco, “no hay problema”, nos contestan (una vez más se cumple lo avisado por Karmelo, en Chile siempre te contestan, aunque no tengan la menor idea de lo que preguntas). Seguimos, pues, hacia Trupán, enseguida nos saludan el volcán Antuco (“de libro”) y Sierra Velluda, formidables. El pedaleo sigue siendo fácil, dejamos Trupán y un pequeño lago atrás (con cisne de de cabeza negra, fochas y algo parecido a un somormujo). Llegamos a Polcura, otro de esos pueblecillos humildes. Queremos comer algo y lo hacemos en una pequeña taberna restaurante, donde nos espera un gran plato de lentejas con arroz. En la televisión, nos enteramos de la subida de precios de los ultimos días en el país: el calabacín, un 146%; la "papa", un 50%; zanahorias y fruta en general, entre el 20 y 25%. ¡Tela marinera! Pero también a nosotros nos esperan malas noticias, el camino corto a Antuco no existe, falta el supuesto puente sobre el río (figura de nuevo en las promesas electorales de este año). No hay más opción que el camino largo, 23km de ripio que, en un principio, a pesar de todo, es cómoda. Sin embargo, he de echar pie a tierra en un par de ocasiones, el ripio se concentra en algunos lugares y es complicado mantener el equilibrio. Alcanzamos la central de Endesa y pedaleamos por asfalto los 300m anteriores y posteriores, no más, se ve que los beneficios que obtienen de este país que explotan, no son suficientes para dejar algo de provecho. La temperatura es agradable, el río fluye con un buen caudal, las flores amarillas de la aulaga (o lo que sea) ofrecen un precioso contraste con la nieve del volcán, muy fotogénico.
Alcanzamos el momento en el cual, tras dejar atrás un puesto de control, nos desviamos a la derecha en busca de la carretera principal, que nos ha de llevar a Chacay (¡je!). Está asfaltada, pero sólo lo justo para ponernos los dientes largos, porque estos últimos 4km acaban con nuestras fuerzas, el firme está en muy malas condiciones. Aún así, desembocamos al fin en la ansiada carretera, asfaltada y con ligero aire a favor. Ahora bien, de Chacay, ni rastro. Un paisano lo sitúa cerca de la Laguna de la Laja (a la que quedan 17km), pero en el cercano Abanico encontraremos, al parecer, lo que andamos buscando, una tienda. También dice que un poco más adelante, una mujer que arrienda cabañas nos dejará acampar.
Y entramos en Abanico, definitivamente, el mapa está mal. Compramos pan y alguna otra cosilla y proseguimos otro kilómetro, nos han informado de que encontraremos un camping camino de la Laguna de la Laja. Se nos acaba el asfalto, pero la pista es muy buena y alcanzamos enseguida el camping “Malalcura”, un sitio precioso con robles, chopos, arrayanes, campas, fabulosos bancos y mesas,… ¡Qué más se puede pedir! Cobran 5000 por tienda, un poco más caro, pero qué vas a regatear a las dos mujeres y el crío que nos reciben: viven en unas modestas casitas sin luz eléctrica, viven de lo que les da el camping más los extras de la artesanía que anuncia el cartel de entrada. Y como es habitual, gente muy cálida y amable.
Estamos un poco destemplados y nos calientan una tetera para mezclar el agua en nuestra ducha. El baño es una casetilla con ducha de agua fría, lavabo y taza. hay que hacer equilibrios para gestionar el escaso espacio. Pero la ducha nos deja como nuevos.
Se ha alargado un poco la etapa, preparamos unos espaguetis con ajos y guindilla, pero el té tendrá que esperar, la cocina vuelve a fallar, parece atascada. Mañana veremos.
4ª ETAPA: YUNGAY – ABANICO
(73km/6h)
Ahaleginek saria daukatela, esaten dute eta gaur bete egin da, zinez. Hasi gara eroso pedaleatzen, ezer ez nabarmentzekoa Huépil herriraino. Trupánerantz abiatu bezain pronto, Antuco sumendia (2995m) eta Velluda Mendi lerroa, izan ditugu bide lagun. Polcuran, bazkaltzeko geldialditxoa eta 23kmko xoborrezko bideari ekin behar izan diogu. Baina, zalantzarik gabe, txarrenak, etapako azkeneko bostak izan dira, ustekabekoak, benetan gogorrak. Baina amaiera bikaina izan du egunak, kanpin polit batean, izugarrizko ikuspegiekin.
No hay mucho que contar del trayecto hasta Huépil, salvo que es cómodo y que las cumbres nevadas de los Andes no nos quitan ojo. Como ayer, nos escoltan bastos campos de cereales, adehesados, lo cual les añade encanto.
En Huépil nos informamos del camino hacia Antuco, “no hay problema”, nos contestan (una vez más se cumple lo avisado por Karmelo, en Chile siempre te contestan, aunque no tengan la menor idea de lo que preguntas). Seguimos, pues, hacia Trupán, enseguida nos saludan el volcán Antuco (“de libro”) y Sierra Velluda, formidables. El pedaleo sigue siendo fácil, dejamos Trupán y un pequeño lago atrás (con cisne de de cabeza negra, fochas y algo parecido a un somormujo). Llegamos a Polcura, otro de esos pueblecillos humildes. Queremos comer algo y lo hacemos en una pequeña taberna restaurante, donde nos espera un gran plato de lentejas con arroz. En la televisión, nos enteramos de la subida de precios de los ultimos días en el país: el calabacín, un 146%; la "papa", un 50%; zanahorias y fruta en general, entre el 20 y 25%. ¡Tela marinera! Pero también a nosotros nos esperan malas noticias, el camino corto a Antuco no existe, falta el supuesto puente sobre el río (figura de nuevo en las promesas electorales de este año). No hay más opción que el camino largo, 23km de ripio que, en un principio, a pesar de todo, es cómoda. Sin embargo, he de echar pie a tierra en un par de ocasiones, el ripio se concentra en algunos lugares y es complicado mantener el equilibrio. Alcanzamos la central de Endesa y pedaleamos por asfalto los 300m anteriores y posteriores, no más, se ve que los beneficios que obtienen de este país que explotan, no son suficientes para dejar algo de provecho. La temperatura es agradable, el río fluye con un buen caudal, las flores amarillas de la aulaga (o lo que sea) ofrecen un precioso contraste con la nieve del volcán, muy fotogénico.
Alcanzamos el momento en el cual, tras dejar atrás un puesto de control, nos desviamos a la derecha en busca de la carretera principal, que nos ha de llevar a Chacay (¡je!). Está asfaltada, pero sólo lo justo para ponernos los dientes largos, porque estos últimos 4km acaban con nuestras fuerzas, el firme está en muy malas condiciones. Aún así, desembocamos al fin en la ansiada carretera, asfaltada y con ligero aire a favor. Ahora bien, de Chacay, ni rastro. Un paisano lo sitúa cerca de la Laguna de la Laja (a la que quedan 17km), pero en el cercano Abanico encontraremos, al parecer, lo que andamos buscando, una tienda. También dice que un poco más adelante, una mujer que arrienda cabañas nos dejará acampar.
Y entramos en Abanico, definitivamente, el mapa está mal. Compramos pan y alguna otra cosilla y proseguimos otro kilómetro, nos han informado de que encontraremos un camping camino de la Laguna de la Laja. Se nos acaba el asfalto, pero la pista es muy buena y alcanzamos enseguida el camping “Malalcura”, un sitio precioso con robles, chopos, arrayanes, campas, fabulosos bancos y mesas,… ¡Qué más se puede pedir! Cobran 5000 por tienda, un poco más caro, pero qué vas a regatear a las dos mujeres y el crío que nos reciben: viven en unas modestas casitas sin luz eléctrica, viven de lo que les da el camping más los extras de la artesanía que anuncia el cartel de entrada. Y como es habitual, gente muy cálida y amable.
Estamos un poco destemplados y nos calientan una tetera para mezclar el agua en nuestra ducha. El baño es una casetilla con ducha de agua fría, lavabo y taza. hay que hacer equilibrios para gestionar el escaso espacio. Pero la ducha nos deja como nuevos.
Se ha alargado un poco la etapa, preparamos unos espaguetis con ajos y guindilla, pero el té tendrá que esperar, la cocina vuelve a fallar, parece atascada. Mañana veremos.
MIÉRCOLES 13/11/2013
LAGUNA DE LA LAJA
(32km/3h 20min)
Duatloi eguna: xoborrezko 32km gehi ibilaldi polit bat, “Senderos de Chile” ezagutuz. Lehendabiziko harremana Patagoniako haize zakarrarekin. Indartsuago ere topatuko dugulaz zalantza izpirik ez daukat baina, gaurkoak ere, kikildu egiten zaitu. Zoragarria da Parke Nazional hau, sumendi-lurraldea alde batetik, La Laja urmaela bestetik, ehun urtetako “coigüe”ak, ibai ertzean,…
Nos lo tomamos con tranquilidad. Dos guías que andaban ayer por aquí nos dijeron que la pista está pisada y en buenas condiciones, porque quieren abrir el paso fronterizo de Pichachén (en este caso, no sé si se cumple el teorema de Karmelo, o es que ellos definen “lo bueno y lo malo” teniendo como referencia un 4X4 como vehículo). Nos contaron que hay unos 2000 volcanes en Chile y que alrededor de 500 muestran algún grado de actividad. Pero más miedo da el episodio de los 45 soldados que, en 2005, murieron de frío en unas maniobras militares junto a la laguna. El mando que les dirigía, se empeñó en llevarlas hasta el fin, a pesar de las durísimas condiciones meteorológicas (nieve, frío,…). El responsable vive cómodamente hoy en una prisión militar. Esto, de verdad que sí da miedo.
La cocina nos retrasa mucho la salida, se obstruye continuamente (pensamos que el problema puede ser del combustible). A poco de ponernos en marcha, ya queda claro que el día va a ser duro, subimos y la pista no está todo lo bien que nos habían prometido. Con casi 8km recorridos, llegamos a la caseta del CONAF, donde recibimos los consejos de una amable pareja de guardas. La entrada vale 1200CHF, pero hoy no cobran. Nos advierten de que el índice de radiación ultravioleta es del 10/11, extremo (en el centro/norte de Chile, tienen un agujero en la capa de ozono del copón de la baraja).
El paisaje es asombroso, de negra roca volcánica que contrasta con el blanco inmaculado de la cumbre del volcán Antuco. Remontamos los 13km hasta la Laguna de la Laja, atrás ha quedado Chacay, que ha resultado ser dos o tres casuchas abandonadas, y la zona de acampada de Lagunillas, cerrada (debería estar a cargo del CONAF, pero no hay recursos). Arriba, una supuesta estación de esquí, un refugio de montaña, locales para alquilar equipo, un restaurante,… lo habitual en estos casos, pero en total estado de abandono. Nos está rompiendo los esquemas Chile, a veces da la sensación de que hemos regresado a Tajikistán.
Durante 3km más, bordeamos el lago, siempre rodeados de roca volcánica, pero no nos queda otro remedio que refugiarnos del fuerte viento, cosa que hacemos tras un muro del monumento en recuerdo a los soldados muertos. Fueron quedando en el camino uno a uno, cada pocos metros, encontramos una lápida con el nombre de un soldado.
Tras comer algo, desandamos el camino hecho, aunque hacemos una parada para, sin bicicleta, recorrer un sendero recomendado por los guardas. En poco más de una hora, pasamos del paisaje extremo volcánico, al bosque de coigüe que recorre (aunque no lo vemos), el “picaflor”. En casa, limpiamos un poco las bicicletas, comprobamos que los tornillos (de las parrillas, especialmente) están en su sitio, y nos duchamos. La cocina se porta bastante bien, al segundo intento, tras otra limpieza, funciona a la perfección. Son las 10 cuando termino estas notas.
LAGUNA DE LA LAJA
(32km/3h 20min)
Duatloi eguna: xoborrezko 32km gehi ibilaldi polit bat, “Senderos de Chile” ezagutuz. Lehendabiziko harremana Patagoniako haize zakarrarekin. Indartsuago ere topatuko dugulaz zalantza izpirik ez daukat baina, gaurkoak ere, kikildu egiten zaitu. Zoragarria da Parke Nazional hau, sumendi-lurraldea alde batetik, La Laja urmaela bestetik, ehun urtetako “coigüe”ak, ibai ertzean,…
Nos lo tomamos con tranquilidad. Dos guías que andaban ayer por aquí nos dijeron que la pista está pisada y en buenas condiciones, porque quieren abrir el paso fronterizo de Pichachén (en este caso, no sé si se cumple el teorema de Karmelo, o es que ellos definen “lo bueno y lo malo” teniendo como referencia un 4X4 como vehículo). Nos contaron que hay unos 2000 volcanes en Chile y que alrededor de 500 muestran algún grado de actividad. Pero más miedo da el episodio de los 45 soldados que, en 2005, murieron de frío en unas maniobras militares junto a la laguna. El mando que les dirigía, se empeñó en llevarlas hasta el fin, a pesar de las durísimas condiciones meteorológicas (nieve, frío,…). El responsable vive cómodamente hoy en una prisión militar. Esto, de verdad que sí da miedo.
La cocina nos retrasa mucho la salida, se obstruye continuamente (pensamos que el problema puede ser del combustible). A poco de ponernos en marcha, ya queda claro que el día va a ser duro, subimos y la pista no está todo lo bien que nos habían prometido. Con casi 8km recorridos, llegamos a la caseta del CONAF, donde recibimos los consejos de una amable pareja de guardas. La entrada vale 1200CHF, pero hoy no cobran. Nos advierten de que el índice de radiación ultravioleta es del 10/11, extremo (en el centro/norte de Chile, tienen un agujero en la capa de ozono del copón de la baraja).
El paisaje es asombroso, de negra roca volcánica que contrasta con el blanco inmaculado de la cumbre del volcán Antuco. Remontamos los 13km hasta la Laguna de la Laja, atrás ha quedado Chacay, que ha resultado ser dos o tres casuchas abandonadas, y la zona de acampada de Lagunillas, cerrada (debería estar a cargo del CONAF, pero no hay recursos). Arriba, una supuesta estación de esquí, un refugio de montaña, locales para alquilar equipo, un restaurante,… lo habitual en estos casos, pero en total estado de abandono. Nos está rompiendo los esquemas Chile, a veces da la sensación de que hemos regresado a Tajikistán.
Durante 3km más, bordeamos el lago, siempre rodeados de roca volcánica, pero no nos queda otro remedio que refugiarnos del fuerte viento, cosa que hacemos tras un muro del monumento en recuerdo a los soldados muertos. Fueron quedando en el camino uno a uno, cada pocos metros, encontramos una lápida con el nombre de un soldado.
Tras comer algo, desandamos el camino hecho, aunque hacemos una parada para, sin bicicleta, recorrer un sendero recomendado por los guardas. En poco más de una hora, pasamos del paisaje extremo volcánico, al bosque de coigüe que recorre (aunque no lo vemos), el “picaflor”. En casa, limpiamos un poco las bicicletas, comprobamos que los tornillos (de las parrillas, especialmente) están en su sitio, y nos duchamos. La cocina se porta bastante bien, al segundo intento, tras otra limpieza, funciona a la perfección. Son las 10 cuando termino estas notas.