LUNES 29/07 11ª ETAPA: OPORTO – POCINHO (en tren)/ POCINHO–LUMBRALES (99 km/5h 30min) A eso de las 5 nos levantamos. Hacemos el equipaje y nos ponemos en camino hacia la estación. Nos lleva 20 minutos llegar a la estación y son las 6:30 cuando ya estamos buscando al interventor. Hay que esperar en el arcén; además, la “bileteira” está aún cerrada. Un operario de máquinas nos dice que el interventor no está en la estación, con lo cual nuestro nerviosismo va en aumento. Finalmente, aconsejados por el currela, metemos las bicicletas en el tren y Javi va en busca de los billetes, mientras yo trato de subir las bicis al tren, porque además del peso, los escalones al vagón son del carajo para arriba; afortunadamente, un señor me echa una mano: “obrigada”. Vuelve al fin Javi, pero sin billetes, pero con cara de desesperación: el ordenador no funciona y lo mismo les ocurría a las neuronas de la taquillera, así que hay que sacarlos en el trayecto. Promete ser un día duro. De nuevo discurre nuestro viaje junto al Douro. La niebla se ha disipado y deja ver, a derecha e izquierda, tan sólo viñedos. Los propietarios de las bodegas, ingleses, queman la vegetación autóctona para plantar viñas y obtener el preciado y peligroso “Oporto”, un vino seco, pero no en exceso. Llegamos a Peso da Regua, donde sacamos los billetes a Pocinho. Decidimos no preguntar si se puede o no meter las bicis al tren y las metemos directamente. Aunque el sitio es escaso, suponemos que, como hasta aquí, el tren irá prácticamente vacío. Sin embargo, cuando faltan 5 minutos para salir, llega otro tren y todos sus pasajeros, cargados de bultos, hacen trasbordo al nuestro. Algunos se quejan al pasar sus maletas sobre nuestras bicicletas; finaliza la invasión con 5 jóvenes mochileros. Estamos llegando a Pinhao y el paisaje se torna más interesante. El Douro, un inmenso río encajonado, sin amables riberas, se presenta un tanto hostil en su inmensidad. Llegamos al fin a Pocinho, el resto de viajeros se agolpa y nos increpa, pero para poder sacar nuestras bicis, antes hay que hacerlas retroceder, lo cual es imposible. Los nervios van en aumento y el personal pasa casi por encima nuestro en su afán de alcanzar el arcén, con miedo de perder un autobús de línea que les espera. Conseguimos por fin bajar del tren y comenzamos la etapa, subiendo. |
El sol cae plano sobre nuestras cabezas, un sol que no hace sombra, que te intimida. Seis kilómetros nos separan de Vilanova de Foz Coa; al llegar, reconocemos el camino, el puerto de descenso pero, sobre todo, el de ascenso, aunque lo peor no es la pendiente, sino el calor. Descendemos a 50 km/h y el viento nos quema. El asfalto reciente de las carreteras portuguesas remedadas con dinero de la CEE, recalienta aún más un paisaje que ni el Douro en su inmensidad consigue refrescar. Subimos y subimos y, afortunadamente, a medida que hemos ganado altura, el viento, aunque caliente, nos refresca algo. Aprovechamos las fuentes que encontramos en nuestro camino, pero es un remedio breve contra el calor.
En Almendra seguimos camino de Figueira do Castelo. Pasamos paisajes conocidos, atravesamos Escalhao; hasta Barca d´Alba todo es prácticamente llano o descenso, lo cual nos anima, ya que no hace el fuerte calor de las 4 de la tarde. El paisaje es un bello páramo salpicado de grandes moles de granito. Desgraciadamente, la carretera hace ya años que dejó de serlo y en su lugar, nos encontramos un continuo rosario de baches que impiden disfrutar del paisaje y de la bajada. En el mirador de la Sapinha hacemos la última foto antes de abandonar Portugal. Un prolongado descenso nos lleva al puente que, junto a Barca d´Alba, indica Espainha. Hasta La Fregeneda, un puerto que, en condiciones normales, calificaríamos de bonito, después del agitado día y del calor, se convierte en una tortura. Nos quedan 15 km hasta Lumbrales, fin de la larga etapa de hoy.
Al fin en el destino. Ya son 100 km y a estas alturas, sólo quiero dejar la bicicleta. Por fin vemos la indicación tan esperada y nos dicen que el camping está cerrado por algún problema con el agua caliente, pero aún así nos permiten acampar. Nos aconsejan poner la tienda bajo un árbol, para que tengamos sombra por la mañana. La tarde está preciosa, pero el cansancio nos puede. El camping es nuevo y los servicios están limpios. La ducha fría reconforta, igual que quitarse el disfraz de ciclista volviendo a ser peatón.
En Almendra seguimos camino de Figueira do Castelo. Pasamos paisajes conocidos, atravesamos Escalhao; hasta Barca d´Alba todo es prácticamente llano o descenso, lo cual nos anima, ya que no hace el fuerte calor de las 4 de la tarde. El paisaje es un bello páramo salpicado de grandes moles de granito. Desgraciadamente, la carretera hace ya años que dejó de serlo y en su lugar, nos encontramos un continuo rosario de baches que impiden disfrutar del paisaje y de la bajada. En el mirador de la Sapinha hacemos la última foto antes de abandonar Portugal. Un prolongado descenso nos lleva al puente que, junto a Barca d´Alba, indica Espainha. Hasta La Fregeneda, un puerto que, en condiciones normales, calificaríamos de bonito, después del agitado día y del calor, se convierte en una tortura. Nos quedan 15 km hasta Lumbrales, fin de la larga etapa de hoy.
Al fin en el destino. Ya son 100 km y a estas alturas, sólo quiero dejar la bicicleta. Por fin vemos la indicación tan esperada y nos dicen que el camping está cerrado por algún problema con el agua caliente, pero aún así nos permiten acampar. Nos aconsejan poner la tienda bajo un árbol, para que tengamos sombra por la mañana. La tarde está preciosa, pero el cansancio nos puede. El camping es nuevo y los servicios están limpios. La ducha fría reconforta, igual que quitarse el disfraz de ciclista volviendo a ser peatón.
MARTES 30/07 12ª ETAPA: LUMBRALES - CIUDAD RODRIGO (55 km/2h 40min) Las estrellas se han apagado y amanece un sol rojizo que paso a paso, va ganando altura. Ponemos rumbo a Ciudad Rodrigo, paramos en San Felices de los Gallegos y visitamos, por fuera, su castillo (las visitas por dentro, sólo en agosto). Un poco más adelante, aprovechamos la incomparable sombra de una encina para almorzar pan y queso. Continuamos hasta Castillejo de Martín Viejo. Ya en Ciudad Rodrigo, nos dirigimos al camping “La Pesquera”, en la carretera de Cáceres, junto al río, a unos 2 km de la ciudad. Es pequeño, pero está cuidado y limpio. Nos parece paraíso, con el río cerca y parcelas sombreadas. Tal vez nos quedemos un par de días. Por la tarde, nos acercamos al bullicioso río Agueda, que da vida a esta ciudad. Más tarde, tras una ducha, paseamos por la imponente Ciudad Rodrigo, doblemente amurallada. En su interior, palacios, iglesias y hasta un castillo (el Parador Nacional). Con tanta piedra, una no sabe dónde mirar y se sienta a contemplar la plaza mayor con su bello ayuntamiento, a la luz del atardecer, mientras se toma una cerveza. ¡Dura vida la del ciclista! MIÉRCOLES 31/07 13ª ETAPA: CIUDAD RODRIGO - LA ENCINA - HERGUIJUELA DE CIUDAD RODRIGO - EL SAHUGO - MARTIAGO - PASTORES - CIUDAD RODRIGO (63 km/3h 18min) Siguiendo las recomendaciones de un catálogo, optamos por esta ruta. El día ha amanecido ventoso y como es habitual, sopla de frente. Aún así, se agradece, porque atenúa el calor. Tomamos dirección Agueda del Caudillo, pero un paisano nos informa de que el camino hacia La Encina es una pista en muy mal estado, así que regresamos a la carretera general. Llegamos a La Encina, seguimosa a Herguijuela, camino de Martiago, paramos a observar un nutrido grupo de buitres, por si hubiera algo más interesante infiltrado, pero no es así; lo que no hay ningún problema para ver, es el abejaruco. Desde Martiago nos dirigimos de vuelta a Ciudad Rodrigo. El cuenta marca 60 kms y hemos pasado dos dificultades montañosas, eso sí, no muy grandes. En la 2ª, aprovecho que Javi se pone la visera para demarrar y animada por la conductora de un coche con matrícula de Navarra y el copiloto de otro, esta vez de la tierra, tiro hacia delante, abriendo un importante hueco. Cuando estoy culminando, me vuelvo y… ¿qué veo?: una bicicleta que me adelanta por la izquierda. Corono en segunda posición, que tampoco está mal. Llegamos al camping y tras medio sestear a la sombra de los árboles de la parcela, nos damos una ducha y vamos al pueblo, en cuya plaza disfrutamos de otra cerveza - ¡cómo entran! –, del sol del atardecer y de una ración de “patatas meneás” típicas de la tierra y que no podíamos dejar de probar. Como no podía ser menos, son altas en colesterol, con mucho pimentón y grasa de torrezno. |
JUEVES 1/08
14ª ETAPA: CIUDAD RODRIGO – LA ALBERCA
(45 km/2h 55min)
Salimos, como siempre, cuesta arriba, pero con un fuerte y fresco viento que nos hace echar mano del wind-stopper. Volvemos a los trazados que tanto nos disgustan, de inacabables rectas. Nos avituallamos en la carnicería de Moras Verdes. En esta tierra, cuna del embutido y el buen queso, nosotros cometemos el sacrilegio de comer jamón york y queso de barra pero, esta vez, sucumbimos a la tentación y salimos con 150 gr de salchichón. Hemos hecho la mitad del recorrido y continuamos hacia El Maíllo, lugar en el que ocurre un drástico cambio de paisaje, tornándose verde de castaños y encinas. Recorremos estas arboladas avenidas hasta encontrar una indicación de camping, a unos 5 km de La Alberca, cuando nos habían dicho que estaba tan sólo a 2. Consultamos y, efectivamente, hay otro, “Al-Bereka” – lugar de agua, en árabe -, al que nos dirigimos y donde plantamos nuestra tienda, tras lo cual, cae un refrescante baño en la piscina.
14ª ETAPA: CIUDAD RODRIGO – LA ALBERCA
(45 km/2h 55min)
Salimos, como siempre, cuesta arriba, pero con un fuerte y fresco viento que nos hace echar mano del wind-stopper. Volvemos a los trazados que tanto nos disgustan, de inacabables rectas. Nos avituallamos en la carnicería de Moras Verdes. En esta tierra, cuna del embutido y el buen queso, nosotros cometemos el sacrilegio de comer jamón york y queso de barra pero, esta vez, sucumbimos a la tentación y salimos con 150 gr de salchichón. Hemos hecho la mitad del recorrido y continuamos hacia El Maíllo, lugar en el que ocurre un drástico cambio de paisaje, tornándose verde de castaños y encinas. Recorremos estas arboladas avenidas hasta encontrar una indicación de camping, a unos 5 km de La Alberca, cuando nos habían dicho que estaba tan sólo a 2. Consultamos y, efectivamente, hay otro, “Al-Bereka” – lugar de agua, en árabe -, al que nos dirigimos y donde plantamos nuestra tienda, tras lo cual, cae un refrescante baño en la piscina.
A las 5 de la tarde, paseamos los 2 km hasta La Alberca. Sus casas, como las de la Sierra de Francia, tienen una arquitectura peculiar. Las paredes se levantan introduciendo piedra y adobe entre las vigas de castaño, separadas entre sí medio metro, más o menos. El pueblo es conjunto histórico-artístico y las casas están muy arregladas, incluso demasiado. Las calles, repletas de chiringuitos de venta de camisetas, almendras garrapiñadas, turrón y obleas de la tierra, así como artesanía de todas partes. Todo tiene un fuerte olor a turismo que le resta autenticidad. De lo poco genuino que queda, son tres paisanas ataviadas con trajes típicos de la zona, haciendo una madeja una de ellas. Les pregunto si podría hacerme una foto con ellas y responden, con muy mala leche que no, que no quieren más fotos, que están más que hartas de fotografías. Lo entiendo perfectamente y aquí no ha pasado nada. |
VIERNES 2/08
15ª ETAPA: CAMPING – PEÑA DE FRANCIA – SAN MARTÍN DEL CASTAÑAR – CASAS DEL CONDE – MOGARRAZ – LA ALBERCA – CAMPING
(55km/3h 10min)
15ª ETAPA: CAMPING – PEÑA DE FRANCIA – SAN MARTÍN DEL CASTAÑAR – CASAS DEL CONDE – MOGARRAZ – LA ALBERCA – CAMPING
(55km/3h 10min)
Son las 10 de la mañana y aprovechamos el fresco mañanero para iniciar los 12 km de ascensión a la Peña de Francia. La subida se nos hace tan agradable, que apenas reparamos en su longitud. Son aún escasos los vehículos que turban la tranquilidad. Hacia la mitad del recorrido, topamos con una hermosa fuente de agua fresquísima, de ésas que abundan por estos lares. Ya arriba – hemos tardado poco menos de una hora en subir -, la canícula nos impide disfrutar del paisaje pero, aún así, es de gran belleza. Nos dirigimos a visitar la iglesia gótica sin adornos, parte del convento de los dominicos y se nos acerca un padre dominico para invitarnos a que le sigamos. “¿Habéis subido hasta aquí en bicicleta?” - pregunta asombrado -. “¡Qué majos!, os habéis merecido esto” – dice – y nos larga un par de calendarios del 2003 con la imagen de la virgen, que hemos visto se venden a 20 céntimos - Javi confiesa que él pensaba que nos iba a invitar a unas pastitas, un pinchito,… algo así -. Se lo agradecemos igualmente y a cambio, nos pide que escribamos algo en el libro de dedicatorias, así que, con más bien poquita gracia, algo pongo, en euskera y se lo traduzco. Al despedirse Angel, que así se llama el páter, nos pregunta nuestros nombres sin dejar de repetir aquello de “¡Qué majos! ¡Cómo me gusta veros!”. Repostamos agua en la fuente y al bajar, tomamos dirección San Martín del Castañar, hacia Casas del Conde después y de aquí, a Mogárraz. Es un increíble paseo entre castaños, que completa una jornada memorable. De regreso a La Alberca, hacemos las compras y en el camping, un bañito, ducha y cena. No sé cómo nos lo montamos para no acostarnos nunca antes de las once. SÁBADO 3/08 LA ALBERCA Hoy ha hecho menos frío y hemos dormido mejor. Mientras desayunamos, decidimos coger un día sabático. |
DOMINGO 4/08
16ª ETAPA: CAMPING – LA ALBERCA – MIRANDA – CEPEDA – SOTOSERRANO – LAS MESTAS – LA ALBERCA – CAMPING
(62 km/3h 05min)
16ª ETAPA: CAMPING – LA ALBERCA – MIRANDA – CEPEDA – SOTOSERRANO – LAS MESTAS – LA ALBERCA – CAMPING
(62 km/3h 05min)
Como un día sabático es más de lo que nuestro cuerpo nos permite, para hoy tenemos preparada una interesante etapa de montaña. Salimos a las nueve de la mañana, con un cielo que aún se despereza donde asoman algunas nubes, pero que no anuncian lluvia. Cogemos dirección La Alberca e iniciamos un prolongado descenso (el mismo que ascendimos hace dos días), atravesando Mogárraz, dirección Cepeda, que finaliza en la bifurcación entre este pueblo y Salamanca. Se comienza entonces un moderado ascenso, volviendo a bajar tras el paso por Cepeda, para llegar a Sotoserrano primero y Riomalo de Abajo después, éste último ya en Cáceres. En el cruce de Las Mestas se inicia el ascenso al puerto de Las Batuecas, encontrándose el pueblo en plena cuesta. Continúa la carretera adentrándose en un incomparable paisaje de encina y peñas, desde las que levantan el vuelo los buitres. El río Batuecas discurre encajonado y nosotros continuamos a buen ritmo animados por cortas bajadas de descanso. Javi va muy bien y yo trato de seguir su ritmo. El tramo se endurece y tengo que meter un piñón más grande; las curvas son de ésas que hay que coger en segunda. Apenas me queda agua en el botellín, cuando al fin diviso el cartel del puerto. Javi está junto a él con la cámara de fotos, dispuesto a inmortalizar el momento. Recompongo mi figura como puedo, tratando de darle apariencia de dignidad y parece que no me sale del todo mal. Descendemos los 3,5km hasta La Alberca, donde el gentío nos obliga a descender de las bicicletas para poder llegar hasta nuestro bar, el bar de pueblo al que somos fieles desde el primer día. Al atardecer, hemos decidido acercarnos al río, pero el camino, poco transitado, estaba lleno de maleza. Hemos visto un par de jabalíes y al pico menor – o eso cree Javi, al menos -. |