VIERNES 17/08 19ª ETAPA: ISKANDER KÖL – “peaje” (82km/5h 40min) Beste etapa nagusia, gaurkoa. 82 kilometroei, Anzob tunelaren abentura gehitu behar zaie: lehendabiziko 8kmak izugarri gogorrak dira (hori bai, paisaia zoragarriak lagundurik), %8 eta 11 bitarteko aldatsekin. Bidean, ibilgailuetako erradiadoreen piezak, olioa eta ura nonahi. Behetik tuneleko sarreraraino, 18km daude eta ia-ia 1000 metroko desnibela igo behar. Eta 4x4 batean pasatu badugu ere, beldurgarria da esperientzia: 5 kilometroetan, bonbilla ziztrin batzuk baino ez, hondo gabeko zuloak urez beterik, leku batzuetan nekez sartzen dira bi ibilgailu. Lan baldintzak, latzak dira, kotxeen zipriztinak, aireztapen eta maskara eza, motor zaratatsu eta erraldoiak Azkeneko 200 metro besterik ez dira ibiltzeko modukoak. Kanpoan, jaitsiera polit bat daukagu zain eta Anzob mendaterako sarrera atzean geratu da, orain dela egun batzuk egin genuena, hain zuzen ere. “Bidesaria” eta oilasko anoa erraldoi bi beranduago, ibaiaren ondoan jarri dugu kanpin denda. Dushanbe eta bidaia honen amaieratik, 50km eskas faltan gaude. A las 7:45 pedaleamos ya marcha atrás, la salida del lago, cuesta arriba, resulta no ser tan terrible como esperábamos, pero el posterior descenso hay que hacerlo con precaución. Nos cruzamos con dos cicloviajeros, alemán uno, que viene desde su país, y canadiense el otro, desde China. Les damos algunos consejos sobre lo que ver o hacer arriba y sobre la cuesta que les espera. Creemos entender que vienen desde Dushanbe, con la esperanza de que se abran los Pamires (¿el día 22?). ellos nos cuentan que han cruzado el túnel de Anzob en un coche y que no es posible hacerlo pedaleando, hay grandes baches, balsas de agua, tráfico, nada de iluminación,… así durante 5km. Al parecer, hay quien lo ha cruzado, con la firme promesa de no volver a repetirlo jamás. Así, con 32km, estamos en el inicio de otra etapa reina, la que nos llevará al temido túnel: los primeros 8km son muy duros, con perfiles que andan entre el 8 y el 11% (y esta vez, parece que los desniveles son reales). No hace demasiado calor, afortunadamente, aún así varios coches hacen saltar la tapa del radiador (a uno de ellos, le llevo un par de juntas que recojo de paso). Los conductores se acercan al arroyo para rellenarlos cuando consiguen bajar un poco la temperatura del motor. Los camiones, muchos de ellos cisterna y cargados de combustible, se arrastran cuesta arriba y queman las zapatas al bajar. Hay rastros de agua y aceite por todas partes, el asfalto está deformado por las altas temperaturas,… pero el paisaje es magnífico. Tras estos 8km, vienen otros dos bastante más tranquilos, pero el túnel no aparece y el cansancio va haciendo mella. Junto a la carretera, una paisana insiste en que no es posible atravesar el túnel en bicicleta, que va a llamar a un chico para que nos lleve, pero no conseguimos acordar un precio justo. Continuamos pues, estamos atravesando una zona de extracción de carbón, los currelas cargan sacos y camiones a mano, duro trabajo. No nos demoramos más de quince minutos, la prioridad ahora es encontrar alguien que nos cruce el temible túnel de Anzob,… ¿para tanto será? Llegamos a la cercanía de otro, más corto, lugar que elegimos para hacer dedo, un todoterreno se detiene, va lleno, pero dice que en una media hora, puede estar de vuelta. Es una opción, pero enseguida para otro todoterreno, más corto, pero podría ser suficiente. El motor le hace un ruido extraño, así que el conductor no nos presta demasiada atención, abre el capó para encontrarse lo habitual, es decir, un manguito se ha rajado y se escapa el agua. El riachuelo pasa cerca, consigue enfriar el motor y me ofrezco a ayudarle en el “parcheo”, empleando un trozo de cámara vieja, unas bridas y cinta americana. La “ñapa” queda aparente y guardamos después bicicletas y demás trastos atrás, un poco caóticamente. Marta y yo debemos compartir el asiento del copiloto. Nos dirigimos, al fin, a… ¿la mayor aventura del viaje, quizás? Atravesamos el primero de los túneles, a 2648m con vacas deambulando tranquilamente por él. Hemos comenzado la ascensión a 1730m, la entrada del infierno está 18km más allá y no como creíamos, bajo tierra, sino a 2695m. No es fácil hacerse una idea de lo que encontramos. En 5km de túnel, apenas si hay una triste bombilla, hay tramos en los que la oscuridad es total, los baches son gigantescos, llenos de agua casi siempre, el agua se filtra por las paredes y el techo, apenas queda espacio cuando nos cruzamos con algún camión (por cierto, hay mucho tráfico y camiones en su mayor parte). En ocasiones, se abren galerías hacia nuestra derecha, como buscando la salida al exterior, parece que hay trabajadores en ellas, quizás abriendo algún tipo de ventilación. Los currelas trabajan en condiciones infrahumanas, soportando las salpicaduras de los vehículos, a oscuras prácticamente, sin mascarillas ni ventilación alguna. Dispersos en el recorrido, hay grandes motores, compresores, no sé lo que son, pero hacen un ruido infernal. Y llegados a un punto, el gran atasco, unos grandes andamios preparados para reparar las paredes dejan el espacio justo para dos coches, ni pensar para dos camiones: bocinazos, acelerones,… Sólo los últimos 200m están en condiciones. |
Salimos a 2635m, todavía alucinados por lo que acabamos de experimentar. Descargamos los bártulos, intentamos pagar a nuestro salvador, pero se niega a coger dinero, incluso se ofrece a acercarnos más hacia Dushanbe. En ese momento, entran 5 ó 6 trabajadores en el túnel, arrastran entre todos unos enormes tubos, pero parece que hacen lo mismo con su espíritu, dan la impresión de ir encadenados. Y comenzamos un descenso que nos dejará en el peaje. La carretera es muy buena, el paisaje sigue quitando el hipo, pero no existe la perfección, tenemos un fuerte viento de cara que dificulta la marcha. Dejamos atrás la carretera que nos llevó a Anzob Pass en su día (inexplicablemente, los dos cicloviajeros de esta mañana, se la han pasado de largo). El recorrido es, pues, familiar, pero se nos está haciendo largo, el “peaje” parece estar más lejos de lo que recordábamos. Llegamos allí con casi 80km, cansados y con el estómago. Repetimos restaurante y devoramos dos sabrosas raciones de pollo con RC Cola (30tjs) con abundante pan, que nos ha de servir para el desayuno. Dos kilómetros más abajo, al otro lado del río, encontramos un hueco en el que acampar. La temperatura es agradable, el sonido del río se encarga de amortiguar el ruido de la cercana carretera en la que el tráfico de camiones se intensifica. Supongo que descansaremos bien tras esta etapa maratoniana. Estamos a escasos 50km del fin de este viaje. SÁBADO 18/08 20ª ETAPA: “peaje” – DUSHANBE (41km/2h) Azkeneko etxeko gosaria Tajikistanen, atzera egiteko azkeneko ere 41kmak. Harreta handiagoa jarri dugu luxu baldarrezko etxeetan, iturri susmagarriaren diruarekin eraikita, inolako zalantzarik gabe. Eta goizeko hamaikak jotzear daudela, Marian’s GHen gaude berriro ere. Hemos hecho un camino fácil, superamos rampas del 12% tajiko con plato grande y piñón pequeño. En la GH, las cajas nos esperan. Nos duchamos, limpiamos las alforjas, dejamos una bolsa con ropa sucia para la lavadora (incluido en el desorbitado precio) y salimos de compras. Comemos en el Café Merve, un local recomendado por la Lonely que resulta ser una especie de McDonalds tajiko. Nos reencontramos con las francesas que tropezamos camino de Iskander Köl. La más rellenita dice que la ascensión a Anzob Pass no le resultó especialmente dura, que quizá lo fuera más por la otra vertiente (sorprende, pero cada cual tiene su percepción). De postre probamos el “baklava”, unos dulces muy dulces consistentes en hojaldre relleno de una especie de crema de pistacho mezclado con miel o algo similar para darle consistencia. Los empastes chirrían. Regresamos a la habitación, hace un calor terrible, el a.a. no funciona y no hacen nada para solucionarlo. Lo cierto es que el Marian’s GH está supermegahipervalorado: aparte del precio, la piscina que publicitan no pasa de ser un hueco de cemento en el que el agua verdea con el paso del tiempo; el jardín está totalmente abandonado; nuestras sábanas están agujereadas y tiene algún que otro pelo, da la sensación de que no se han cambiado; había, además, dos toallas usadas en el baño. Hemos hecho varias fotos para colgarlas en internet. Salimos a cenar, aunque yo me limito a acompañar, no tengo bien el estómago y el corte del pie me molesta bastante al andar. Andamos planeando el regreso a casa. Pedro está fuera y si no nos gestiona un alojamiento alternativo, saldremos directamente en tren hacia Collado Villalba o alrededores (hay varios campings). |
DOMINGO 19/08
DUSHANBE
Mis molestias de estómago no eran un buen presagio, vuelvo a tener una fuerte descomposición y lo peor es que no sé a qué achacarlo, parece como si no hubiese conseguido digerir nada de lo que comí ayer.
Dejamos la habitación a las 14:00. Hemos pedido que nos vengan a buscar a las 23:00. Aunque el avión no sale hasta las 5 de la mañana, no queremos hacer venir más tarde al taxista ni, por supuesto, tener que pagar otra noche más en este carísimo alojamiento. Me quedo en el salón mientras tanto, mandando algún correo y poniendo al día estas notas.
El conductor ha llegado dos horas antes de lo previsto, son aún las 21:00. Ya conocíamos el aeropuerto, pero nos encontramos con la terminal de salidas en obras. Mi caja apenas si entra en el escáner, pero la de Marta se resiste y no hay más remedio que abrirla. Hay mucha gente local, suponemos que esperando algún vuelo interno. Un tipo les ayuda a rellenar un impreso, cobrándoles por ello, por supuesto. Me temo que la noche va a ser larga. Afortunadamente, el Tiorfan ha hecho su trabajo. Hemos vuelto a coincidir con las dos cicloviajeras francesas. No tienen cajas, salieron ayer mismo en busca de alguna sin tener en cuenta que, además de domingo, era el último día del Ramadán y que la mayor parte de los comercios estarían cerrados. Tan sólo han conseguido unos plásticos y alguna pequeña caja. Les ayudamos a protegerlas como buenamente podemos, no desmontan ni desinflan las ruedas, construimos una “armadura” chapucera pero que, en Tajikistan, parece ser suficiente.
En la guía ponía que “no esperes otra cosa que caos en el aeropuerto de Dushanbe” y se quedaron cortos: funcionarios absolutamente incompetentes permiten que los pasajeros a San Petersburgo, Estambul y Moscú peleemos hasta por el último cm de terreno, sin importarles qué vuelo embarca antes. La pelea para conseguir acceder a los mostradores con las cajas es dura, una absoluta locura. Empujones, gritos, juramentos (los nuestros, fijo que los son, los de los tajikos, lo suponemos). Son más de las tres de la mañana cuando conseguimos atravesar las atestadas puertas, es agotador. Lo cierto es que lo peor de este país es cualquier individuo uniformado, lo mismo da el color y a quién o qué represente, da por saco mil veces.
Nos cobran esta vez 90€ por cada bici (30 por el trayecto hasta Estambul y 60 hasta Madrid), tendremos que hacer la reclamación (cuando nos contesten a ella, nos enteraremos que en el viaje hasta aquí nos cobraron 30€ de menos). Despegamos a las 6 de la mañana en Dushanbe y llegamos a la T1 a las 5 de la tarde. En la T4 montamos las bicicletas, junto a la estación de tren. Cuando aún no son las ocho de la tarde,con una paradita para una caña reparadora, ya estamos con nuestros amables anfitriones, charlamos, picamos salmorejo (qué rico), cenamos algo y a eso de las once estamos ya acostados, estamos cansados. Me duele el pie bastante, lo tengo además algo más hinchado debido al viaje. Hace mucho calor en Madrid y según nos cuentan, la semana pasada ha sido aún peor.
Finaliza así esta primera parte del viaje que tendrá su continuidad mañana desde Cercedilla.
DUSHANBE
Mis molestias de estómago no eran un buen presagio, vuelvo a tener una fuerte descomposición y lo peor es que no sé a qué achacarlo, parece como si no hubiese conseguido digerir nada de lo que comí ayer.
Dejamos la habitación a las 14:00. Hemos pedido que nos vengan a buscar a las 23:00. Aunque el avión no sale hasta las 5 de la mañana, no queremos hacer venir más tarde al taxista ni, por supuesto, tener que pagar otra noche más en este carísimo alojamiento. Me quedo en el salón mientras tanto, mandando algún correo y poniendo al día estas notas.
El conductor ha llegado dos horas antes de lo previsto, son aún las 21:00. Ya conocíamos el aeropuerto, pero nos encontramos con la terminal de salidas en obras. Mi caja apenas si entra en el escáner, pero la de Marta se resiste y no hay más remedio que abrirla. Hay mucha gente local, suponemos que esperando algún vuelo interno. Un tipo les ayuda a rellenar un impreso, cobrándoles por ello, por supuesto. Me temo que la noche va a ser larga. Afortunadamente, el Tiorfan ha hecho su trabajo. Hemos vuelto a coincidir con las dos cicloviajeras francesas. No tienen cajas, salieron ayer mismo en busca de alguna sin tener en cuenta que, además de domingo, era el último día del Ramadán y que la mayor parte de los comercios estarían cerrados. Tan sólo han conseguido unos plásticos y alguna pequeña caja. Les ayudamos a protegerlas como buenamente podemos, no desmontan ni desinflan las ruedas, construimos una “armadura” chapucera pero que, en Tajikistan, parece ser suficiente.
En la guía ponía que “no esperes otra cosa que caos en el aeropuerto de Dushanbe” y se quedaron cortos: funcionarios absolutamente incompetentes permiten que los pasajeros a San Petersburgo, Estambul y Moscú peleemos hasta por el último cm de terreno, sin importarles qué vuelo embarca antes. La pelea para conseguir acceder a los mostradores con las cajas es dura, una absoluta locura. Empujones, gritos, juramentos (los nuestros, fijo que los son, los de los tajikos, lo suponemos). Son más de las tres de la mañana cuando conseguimos atravesar las atestadas puertas, es agotador. Lo cierto es que lo peor de este país es cualquier individuo uniformado, lo mismo da el color y a quién o qué represente, da por saco mil veces.
Nos cobran esta vez 90€ por cada bici (30 por el trayecto hasta Estambul y 60 hasta Madrid), tendremos que hacer la reclamación (cuando nos contesten a ella, nos enteraremos que en el viaje hasta aquí nos cobraron 30€ de menos). Despegamos a las 6 de la mañana en Dushanbe y llegamos a la T1 a las 5 de la tarde. En la T4 montamos las bicicletas, junto a la estación de tren. Cuando aún no son las ocho de la tarde,con una paradita para una caña reparadora, ya estamos con nuestros amables anfitriones, charlamos, picamos salmorejo (qué rico), cenamos algo y a eso de las once estamos ya acostados, estamos cansados. Me duele el pie bastante, lo tengo además algo más hinchado debido al viaje. Hace mucho calor en Madrid y según nos cuentan, la semana pasada ha sido aún peor.
Finaliza así esta primera parte del viaje que tendrá su continuidad mañana desde Cercedilla.