MARTES 7/08 13ª ETAPA: KUSHIKAT – SHURCHA (58km/6h 05min) Ez da batere erreza Artusherako sarbidearen gaineko informazioa topatzea eta, gainera, gure mapa nahiko eskasa da, etxafuego botatzekoa ez inolaz ere. Ibilbidea gogorra da, ibaiaren ertzetik gertu ibiltzean, badakizue, berdin gora zein behera joan behar, baina beti alde handiak egiten. Zenbat zubi zeharkatu behar izan dugunaren kopurua ere galdu egin dugu baina, guztietan, kontua errepikatu egiten da, behin eta berriro: jaitsiera handia sartzeko eta ateratzeko, igoera latza. Tajikistango errepideek estu egiten gaituzte ia-ia egunero, bizikletaz kurritzeko, Peru baino gogorragoa esango nuke. Tregoarik ez, errepideak indarrak ez ezik, kemena ere hondatzen digu, desesperatzeko modukoa da. A las 8 comenzamos a pedalear. La carretera no es mala al principio, pero poco dura la alegría del cicloturista. En un primer momento, son sólo los tramos más pegados a la montaña, que se desmorona y cubre todo de piedras, pero después se generaliza, es incómodo pedalear. Afortunadamente, al menos de momento, el calor no es excesivo. Nos desviamos para entrar “trepando” en Urmetan, donde comemos y un paisano que habla inglés nos indica dónde coger el cruce que andamos buscando, aunque no puede concretar la distancia, porque nunca ha estado allí. Abandonamos el pueblo por donde hemos entrado, lo que supone trepar de nuevo una rampa con un firme que lo es más bien poco. Y aún nos esperan otras cuestas que a punto están de hacernos echar pie a tierra. Afortunadamente, una leve brisa ayuda a aguantar el calor. Competimos con un joven que monta un burro, a quien adelantamos cuesta abajo pero que hace lo propio cuando la carretera se empina. Según las indicaciones que nos han dado, debemos desviarnos a la izquierda después de pasar el último puente y salvar la posterior cuesta. El asunto, claro está, es que desconocemos cuál es el “ultimo” puente. La carretera es ahora asequible, aún le quedan algunos tramos de asfalto, aunque no sean muchos. Entramos así en un pueblo en el que nos explican que debemos continuar 5km más, hasta Shurcha, donde daremos con el desvío esperado. Hasta Shurcha, el recorrido nos da un ligero respiro, hasta el “último puente”, cuya entrada y salida, además de una pendiente del carajo, están cubiertas de piedra suelta (yo tengo que empujar la bicicleta en los últimos metros). Y así, muy cansados, nos desviamos al fin a la izquierda. Shurcha es un pueblo largo, demasiado incluso, que hay que atravesar cuesta arriba, además. A la salida, dudamos por el lugar de acampada, hasta que un paisano nos invita a seguirle. Atravesamos un canal de riego por una pasarela demasiado estrecha y nos acomodamos bajo unos árboles. Nos duchamos, cena fría y a las 20:15, nos acostamos, estamos reventados. |
MIÉRCOLES 8/08 14ª ETAPA: SHURCHA – “TURISTIK RESORT” (24km/3h) Gaur, Kuli-Kalon lakurantz doan bailaran barrena sartu gara. “Rudaki Mausoleo”raino, Artush herritik bi kilometroen faltan, harrituta utzi gaitu errepideak, uste baino askoz hobeto baitago, tarte batzuetan besterik ez ditugu harriak topatu bidean. Azkeneko lau kilometroak, baina, amesgaizto bihurtu dira, azkeneko 200mko arrapala batez ere, non bion artean bultzatu behar izan ditugu txirringak. Hala ere, ohikoa denez, ahaleginak saria dakar, “turistik resort bat tajikoen erara” kasu honetan, base ezin hobea biharko plana burutzeko, Kuli-Kalon lakura hjoateko, hain zuzen ere (zer esanik ez, oinez egingo duguna) Hemos descansado durante casi diez horas, cosa que necesitábamos imperiosamente. Y, como viene siendo habitual, son las 8 cuando nos ponemos en marcha. El paisaje que se empieza a adivinar al fondo es impresionante, queda aún bastante nieve en algunos picos. Y así, recorremos sin ningún problema los 20km que nos separan del Mausoleo de Rudaki, un monumento que no creo que pase a la historia. Se inicia ahora la parte complicada del día, los dos kilómetros que nos separan de Artush, aunque difíciles, creo que los salvamos echando pie a tierra sólo en una ocasión. Pero como se supone que aquí hemos de encontrar alojamiento, estamos totalmente relajados. Sin embargo, nuestro gozo en un pozo, va a resultar que lo más cercano lo hemos de encontrar junto al lago Kuli-kalon, hasta donde no tenemos nada claro cuánto nos falta: tres kilómetros, o quizás cuatro, o de nuevo cuatro cuando ya hemos recorrido más de uno,… No tenemos ni idea. Después, hay que hacer frente a la que va a ser la última rampa de la jornada, no más de 200m que tenemos que salvar empujando las bicicletas entre los dos y haciendo varias paradas intermedias. Y en alto al fin, vemos una casa que resulta ser parte del “turistik resort” que nos alojará un par de noches: es un terreno limitado por el arroyo, con 3 ó 4 bungalows bastante destartalados y otras tantas terrazas sobre el curso del agua. La rampa que parte de aquí nos ha dejado muy claro que es el momento de parar. Al despertar, está junto a nosotros un abuelo (resultará ser el padre del “gerente”), un paisano de 90 años con quien la conversación no resulta muy fluida, pero sí lo suficiente como para hacerle entender que nos gustaría acampar en este sitio, cosa que le parece una buena idea. Montamos la “palatka” (sólo la habitación) algo alejados del río, sobre una tarima de madera y bajo una techumbre e madera. Una chavala primero y el abuelo después, insisten en que nos alojemos en la “doma”, pero preferimos la comodidad de nuestra tienda. Y llega después el hijo, con quien nos entendemos bastante bien, es un artista de la mímica. Dice que es mucho mejor vivir aquí que en Dushanbé, que allí te ahogas y sólo beber el agua de las montañas te devuelve la salud. Le explicamos nuestro plan para mañana, subir andando a la montaña y bajar de nuevo a dormir aquí. Le parece una gran idea y nos recomienda levantarnos a las 5 mejor que a las 6, por el calor (nos decidimos, sin embargo, por la segunda opción, que mañana no hay que recoger trastos). Hoy contábamos con otro tipo de alojamiento, incluso con opción a cenar, así que andamos un poco justos de comida. A las 8:50 descansamos ya, con las baterías del gps y de la cámara, cargadas. Espero que las nuestras estén igual mañana. |
JUEVES 9/08
LAGO KULI-KALON
Gaur konturatu gara asmatu genuela atzo kanpatzeko lekua aukeratzean, azkena eta hoberena baita: atera bezain pronto, atzoko tankerako arrapala igo behar izan dugu eta ondoren toki laua eta aproposa topatu arren, lehenengo, honaino heldu behar txirringekin eta bigarren buruhaustea, zer egin ekipajearekin gaurko txangoa egiten dugun bitartean. Hiru ordu pasata behar izan dugu Kuli-Kalon lakutik 900 metroko tartea igotzeko eta ia-ia beste horrenbeste atzera egiteko, bide beretik. Benetan merezi du hona hurbiltzea. Jakin izan dugu oraindik ere, Pamir aldeko sarbideak itxita daudela.
Son cerca de las 7:30 cuando comenzamos a caminar con el forro puesto, porque hace fresco a la sombra. Tras la primera rampa, a los 2 ó 3km, vemos varias construcciones, una de ellas bien podría ser un albergue, pero hay también una especie de hangares, así como chabolas, hileras de “adosados”, pero todo ello vallado y con aspecto de abandono (al regresar por la tarde, el “gerente” nos confirma que hay restaurante y alojamiento, dice que cobran 30$ por colocar la tienda, pero lo dudo, más bien pienso que está preparando el terreno para la minuta que quiere pasarnos mañana, al marchar).
Asombra la cantidad de agua que nos rodea y sorprende también que el campo apenas está trabajado. Nos cruzamos con una pequeña caravana de burros que acarrean madera de sabina, abundante (por el momento) en la montaña. Algunos ejemplares son espectaculares. Y aunque hay mucha piedra suelta y polvo, se anda bien, el camino a seguir es muy evidente.
El lago Kuli-Kalon, flanqueado de montañas con rastros aún de nieve, es realmente hermoso; el agua, muy limpia, adquiere tonos turquesas con la luz del sol, si hiciera más calor, es fácil que acabáramos dándonos un chapuzón. No hay rastro, por supuesto, ni de restaurante, alojamiento o turistas, sólo un gran perro que nos sale al encuentro. Decidimos rodear el lago, es un paseo asequible y agradable. A punto de acabarlo, una mujer nos invita a acercarnos y a probar su “ayram”, aceptamos sin dudarlo. Un abuelo con aspecto de cansado nos indica que nos sentemos junto a él, sacan una esponjosa hogaza de pan para acompañar el yogur casero. Dos chavales, de unos 10 años él y unos dos años mayor ella, posan para la foto. Nos disponemos a marchar, no sabemos muy bien si pagar o no y menos aún cuánto, pero en cuanto el abuelo ve la cartera, sale de su aparente letargo y se apresura a pedir 10tjs por la “invitación”. Como andamos un poco justos de pan, queremos llevarnos medio que han sacado después pero, además de estar más duro “que la pata judas”, pide otros 5tjs más. ¡Anda que no es despierto el abuelo dormido! Y así se quedan con todo el pan, no será ésta una invitación que recordemos con especial cariño.
Vadeando los arroyos en varias ocasiones, retomamos el camino de subida y el descenso no es tan incómodo como suponía. Tropezamos al poco rato con un mochilero americano bastante asfixiado. No lleva tienda de campaña, así que como se le ocurra pedirle hospedaje al abuelo, le va a salir a precio Ritz. A falta de un par de kilómetros, un paisano se ofrece a acercarnos en su coche, cosa que aceptamos gustosos.
Y de esta manera, hacia las tres de la tarde, estamos “en casa”. Cenamos pronto, a las seis y media, pasta con ajos y guindilla más una lata de carne y sin pan, que reservamos para el desayuno. Un té con cuatro pastas que quedan por ahí, da por finalizada la jornada.
LAGO KULI-KALON
Gaur konturatu gara asmatu genuela atzo kanpatzeko lekua aukeratzean, azkena eta hoberena baita: atera bezain pronto, atzoko tankerako arrapala igo behar izan dugu eta ondoren toki laua eta aproposa topatu arren, lehenengo, honaino heldu behar txirringekin eta bigarren buruhaustea, zer egin ekipajearekin gaurko txangoa egiten dugun bitartean. Hiru ordu pasata behar izan dugu Kuli-Kalon lakutik 900 metroko tartea igotzeko eta ia-ia beste horrenbeste atzera egiteko, bide beretik. Benetan merezi du hona hurbiltzea. Jakin izan dugu oraindik ere, Pamir aldeko sarbideak itxita daudela.
Son cerca de las 7:30 cuando comenzamos a caminar con el forro puesto, porque hace fresco a la sombra. Tras la primera rampa, a los 2 ó 3km, vemos varias construcciones, una de ellas bien podría ser un albergue, pero hay también una especie de hangares, así como chabolas, hileras de “adosados”, pero todo ello vallado y con aspecto de abandono (al regresar por la tarde, el “gerente” nos confirma que hay restaurante y alojamiento, dice que cobran 30$ por colocar la tienda, pero lo dudo, más bien pienso que está preparando el terreno para la minuta que quiere pasarnos mañana, al marchar).
Asombra la cantidad de agua que nos rodea y sorprende también que el campo apenas está trabajado. Nos cruzamos con una pequeña caravana de burros que acarrean madera de sabina, abundante (por el momento) en la montaña. Algunos ejemplares son espectaculares. Y aunque hay mucha piedra suelta y polvo, se anda bien, el camino a seguir es muy evidente.
El lago Kuli-Kalon, flanqueado de montañas con rastros aún de nieve, es realmente hermoso; el agua, muy limpia, adquiere tonos turquesas con la luz del sol, si hiciera más calor, es fácil que acabáramos dándonos un chapuzón. No hay rastro, por supuesto, ni de restaurante, alojamiento o turistas, sólo un gran perro que nos sale al encuentro. Decidimos rodear el lago, es un paseo asequible y agradable. A punto de acabarlo, una mujer nos invita a acercarnos y a probar su “ayram”, aceptamos sin dudarlo. Un abuelo con aspecto de cansado nos indica que nos sentemos junto a él, sacan una esponjosa hogaza de pan para acompañar el yogur casero. Dos chavales, de unos 10 años él y unos dos años mayor ella, posan para la foto. Nos disponemos a marchar, no sabemos muy bien si pagar o no y menos aún cuánto, pero en cuanto el abuelo ve la cartera, sale de su aparente letargo y se apresura a pedir 10tjs por la “invitación”. Como andamos un poco justos de pan, queremos llevarnos medio que han sacado después pero, además de estar más duro “que la pata judas”, pide otros 5tjs más. ¡Anda que no es despierto el abuelo dormido! Y así se quedan con todo el pan, no será ésta una invitación que recordemos con especial cariño.
Vadeando los arroyos en varias ocasiones, retomamos el camino de subida y el descenso no es tan incómodo como suponía. Tropezamos al poco rato con un mochilero americano bastante asfixiado. No lleva tienda de campaña, así que como se le ocurra pedirle hospedaje al abuelo, le va a salir a precio Ritz. A falta de un par de kilómetros, un paisano se ofrece a acercarnos en su coche, cosa que aceptamos gustosos.
Y de esta manera, hacia las tres de la tarde, estamos “en casa”. Cenamos pronto, a las seis y media, pasta con ajos y guindilla más una lata de carne y sin pan, que reservamos para el desayuno. Un té con cuatro pastas que quedan por ahí, da por finalizada la jornada.