LUNES 5/04
BILBAO – MADRID – ATENAS – HANIA
5:45ak dira, kotxea hartuta, Madrilerantz abiatu garenean, eguerdiko ordu bata egazkinera igotzeko deia itxaroten garenean eta nekeak eta hartutako garagardoak zeharo erlajatuta, hasiera eman diot eguneroko honi. Espero dut bere izenari ohoreegitea eta "asterokoa" ez bilakatzea.
Hacia las dos de la tarde salimos de Barajas. Aterrizamos en Atenas con la barriga llena en un moderno aeropuerto que para sí quisiera Madrid y embarcamos a las 21:20, tras una larga espera, en un avioncito de hélices no apto para cardiacos. Con la noche como aliada y un ruido infernal aterrizamos en Hania a las 22:15. Recuperamos sanas y salvas nuestras bicicletas y una señorita de la compañía nos explica que la única forma de llegar al centro de la ciudad, es el taxi. En la parada, no hay ninguno que se adecúe al tamaño de nuestro equipaje, preguntamos a los taxistas y tras un rato de conversación en un idioma totalmente incomprensible, nos dicen que la única solución es coger dos taxis. El precio, 16€ cada uno, pero nos lo dejan en 15. En el trayecto, le consultamos al conductor sobre algún alojamiento a buen precio, se pone en contacto con alguien a través del móvil y quedamos a la puerta del hotel, 5 minutos más tarde. Aparece el dueño, nos da la bienvenida y la mano y nos dice que el precio de la habitación es de 40€, que se quedarían en 35 si hacemos una noche más. Es tarde, los taxistas esperan y estamos cansados, así que aceptamos.
Tras dejar las bicicletas, subimos a la habitación, totalmente nueva, con baño, una pequeña cocina y fregadero. El amable dueño, nos recomienda que hagamos una noche más en Hania para poder recorrer los alrededores. Es una decisión que dejamos para mañana, porque estamos agotados.
BILBAO – MADRID – ATENAS – HANIA
5:45ak dira, kotxea hartuta, Madrilerantz abiatu garenean, eguerdiko ordu bata egazkinera igotzeko deia itxaroten garenean eta nekeak eta hartutako garagardoak zeharo erlajatuta, hasiera eman diot eguneroko honi. Espero dut bere izenari ohoreegitea eta "asterokoa" ez bilakatzea.
Hacia las dos de la tarde salimos de Barajas. Aterrizamos en Atenas con la barriga llena en un moderno aeropuerto que para sí quisiera Madrid y embarcamos a las 21:20, tras una larga espera, en un avioncito de hélices no apto para cardiacos. Con la noche como aliada y un ruido infernal aterrizamos en Hania a las 22:15. Recuperamos sanas y salvas nuestras bicicletas y una señorita de la compañía nos explica que la única forma de llegar al centro de la ciudad, es el taxi. En la parada, no hay ninguno que se adecúe al tamaño de nuestro equipaje, preguntamos a los taxistas y tras un rato de conversación en un idioma totalmente incomprensible, nos dicen que la única solución es coger dos taxis. El precio, 16€ cada uno, pero nos lo dejan en 15. En el trayecto, le consultamos al conductor sobre algún alojamiento a buen precio, se pone en contacto con alguien a través del móvil y quedamos a la puerta del hotel, 5 minutos más tarde. Aparece el dueño, nos da la bienvenida y la mano y nos dice que el precio de la habitación es de 40€, que se quedarían en 35 si hacemos una noche más. Es tarde, los taxistas esperan y estamos cansados, así que aceptamos.
Tras dejar las bicicletas, subimos a la habitación, totalmente nueva, con baño, una pequeña cocina y fregadero. El amable dueño, nos recomienda que hagamos una noche más en Hania para poder recorrer los alrededores. Es una decisión que dejamos para mañana, porque estamos agotados.
MARTES 6/04
1ª ETAPA: HANIA – KOUNOUPIDIANA – KAMPANI – MONASTERIO DE AGIA TRIADA – MONASTERIO DE GOUVERNETOU – MONASTERIO DE AGIOS IOANNOU – HANIA
(43km/2h 35min)
Lehendabiziko kontaktua irlarekin, bere hirigintza-garapen nahaspilatuarekin, baina baita ere mediterraneoko ur gardenekin, urritiko mendiekin, elurtuta oraindik eta gaur, batez ere, monasterio eta bertoko bizilagun bitxiekin.
1ª ETAPA: HANIA – KOUNOUPIDIANA – KAMPANI – MONASTERIO DE AGIA TRIADA – MONASTERIO DE GOUVERNETOU – MONASTERIO DE AGIOS IOANNOU – HANIA
(43km/2h 35min)
Lehendabiziko kontaktua irlarekin, bere hirigintza-garapen nahaspilatuarekin, baina baita ere mediterraneoko ur gardenekin, urritiko mendiekin, elurtuta oraindik eta gaur, batez ere, monasterio eta bertoko bizilagun bitxiekin.
Ayer, el viaje duró 19 horas, así que el cansancio hace que nos decidamos a aceptar la propuesta de nuestro anfitrión. Estamos cansados y nos cuesta pensar en la bicicleta, pero metemos lo necesario en una alforja y nos disponemos a visitar la península de Akrotiri, con sus monasterios. Salimos airosamente dirección al aeropuerto, atravesamos con soltura y acierto la ciudad (parecemos de aquí de toda la vida). Las afueras de Hania, ciudad de unos 60.000 habitantes, son un ejemplo de desarrollismo del peor, con construcciones de nulo valor estético e inacabadas por doquier. Junto al camino, un autobús abandonado tiene como únicas pasajeras a unas cabras. Ya a lo lejos se puede ver Agia Triada, un bello monasterio en el que aún viven curas. Una empinada carretera continúa y acaba en el monasterio de Gouvernetou. Desde allí, hacia las montañas y en claro descenso, se observa un camino, así que dejamos las bicicletas y descendemos los cerca de 100 escalones que conducen al monasterio de Katholiko, enclavado en plena montaña, el más antiguo de la isla, fundado alrededor del año 1000. Más abajo, un camino pedregoso nos conduce hasta un mar de aguas cristalinas. El viento en estas tierras es racheado, fuerte y fresco, no sé si por el mar que nos rodea, o por las montañas nevadas que se divisan majestuosas sobre Hania, cerca, muy cerca. De regreso, paramos en el monasterio de Gouvernetou y posteriormente, en el de Agia Triada. En este último no nos permiten acceder a la iglesia ortodoxa debido a nuestra poco ortodoxa indumentaria de “txirrins”. Paseamos por el exterior y no puedo reprimir la tentación de fotografiar a un cura, ortodoxo él también, con sus largos hábitos negros. La suerte pone no a uno, sino a cuatro, frente a mí. Uno de ellos, el más joven, fotografía al resto con su móvil. La foto no tiene desperdicio. Volvemos a Hania, donde la luz del atardecer posada sobre los edificios de su puerto veneciano, hace honor a su fama de belleza. En la ciudad, sesión fotográfica y de vuelta al hotel, tras la cena, dedico un rato a este diario y a dormir, que mañana será otro día. |
MIÉRCOLES 7/04
2ª ETAPA: HANIA – KOLIMBARI – KASTELI KISSAMOU – KALYVIANI – PLAYA DE BALOS
(63km/4h 20min)
Berriro ere, kontrol gabeko hirigintza-garapenak ozpindu dizkigu etaparen lehenengo kilometroak baina Kastelin, egingo dugu apustua eta erabakiko dugu gaua ematea Baloseko hondartzan. Igoera latza izan arren, bete-betean asmatu dugu, lekua ederra da benetan.
2ª ETAPA: HANIA – KOLIMBARI – KASTELI KISSAMOU – KALYVIANI – PLAYA DE BALOS
(63km/4h 20min)
Berriro ere, kontrol gabeko hirigintza-garapenak ozpindu dizkigu etaparen lehenengo kilometroak baina Kastelin, egingo dugu apustua eta erabakiko dugu gaua ematea Baloseko hondartzan. Igoera latza izan arren, bete-betean asmatu dugu, lekua ederra da benetan.
Pedaleamos dirección Kasteli Kissamou. Las afueras de Hania se prolongan en un sinfín de bungalows, hoteles y apartahoteles, con sus chiringuitos playeros, muchos de ellos con una segunda planta sin acabar, con las varillas del hormigón al aire. Un absoluto espanto. Afortunadamente, la nueva carretera ha respetado la antigua, la cual ofrece un tranquilo paseo, sobre todo desde Kolimbari hasta Kasteli. Este pueblo no difiere de lo visto hasta ahora, así que decidimos alargar nuestra etapa hasta la playa de Balos, saliéndonos de la carretera en Kalyviani. En este pueblecito nos informan de que hay 10km de carretera más 20 minutos andando hasta la playa. El tiempo parece que no acaba de definirse y hay un buen número de nubes negras que presagian lo peor, pero el paisano del bar nos ha asegurado que de agua, nada. Esperemos que no se equivoque.
Cogemos la carretera hacia la playa que se va a convertir en pista al de un escaso kilómetro. El recorrido es exigente (es una manera suave de decirlo), tanto por las pendientes, como por el firme, que lo es bien poco. En un par de ocasiones hemos de empujar la bicicleta y en otro par, poco nos falta para dejar los dientes en el suelo. Pero, eso sí, el paisaje que recorre el litoral es incomparable, las aguas nos descubren a la luz del sol ese color turquesa tan propio del Mediterráneo. Llegamos al fin de la pista. Allí mismo están levantando un chiringuito de piedra que aprovechamos para dejar las bicicletas. Bajamos hacia la playa, de arena blanca y fina, hay que reconocerle la fama que la precede. El agua, remansada por la barrera que forma una isla frente a nosotros, se extiende plácidamente en forma de una balsa de escasa profundidad. A pesar de los cerca de 100 escalones de piedra que hemos descendido, decidimos desandarlos para coger todos los bártulos necesarios para pasar la noche en esta maravillosa playa de Balos. Protegidos del viento por los matorrales, instalamos la tienda y preparamos la cena. Tomamos un té con pastas mientras el sol se oculta por el horizonte, enrojeciendo lentamente, escondiéndose como vergonzoso. Nosotros, nos retiramos también, cansados pero contentos. |
JUEVES 8/04
3ª ETAPA: PLAYA DE BALOS – KALYVIANI – PLATANOS – SFINARI – KEFALI
(56km/4h 35min)
Latza izango da pedalei eragitea Cretan, atengabe ari gara gora eta behera eta bietan, handia da aldapa. Itsasoak, mediterraneoko paisaiak, izen bereziko sakabanaturiko herriek (Plátanos, Spinari, Kefali, Kampos,…) harrituta gaituzte. Eta Kretako gastronomia, beste plazer bat.
Amanece en Balos. Aquí no es el gallo quien te despierta, sino los cencerros y balidos de las cabras que corretean por las peñas. Tras un frugal desayuno, recogemos los bártulos y nos dirigimos al encuentro de nuestras bicicletas. El día ha amanecido despejado, sin una sola nube y el viento ha amainado. Los kilómetros de pista que hicimos ayer, a pesar de su dureza, han merecido la pena, no hay duda. El descenso por la pista es bonito, pero el mal estado en que se encuentra te impide levantar la vista del suelo
3ª ETAPA: PLAYA DE BALOS – KALYVIANI – PLATANOS – SFINARI – KEFALI
(56km/4h 35min)
Latza izango da pedalei eragitea Cretan, atengabe ari gara gora eta behera eta bietan, handia da aldapa. Itsasoak, mediterraneoko paisaiak, izen bereziko sakabanaturiko herriek (Plátanos, Spinari, Kefali, Kampos,…) harrituta gaituzte. Eta Kretako gastronomia, beste plazer bat.
Amanece en Balos. Aquí no es el gallo quien te despierta, sino los cencerros y balidos de las cabras que corretean por las peñas. Tras un frugal desayuno, recogemos los bártulos y nos dirigimos al encuentro de nuestras bicicletas. El día ha amanecido despejado, sin una sola nube y el viento ha amainado. Los kilómetros de pista que hicimos ayer, a pesar de su dureza, han merecido la pena, no hay duda. El descenso por la pista es bonito, pero el mal estado en que se encuentra te impide levantar la vista del suelo
Continuamos trayecto en dirección a Plátanos, siempre hacia arriba, lo cual tememos que vaya a ser la tónica del día. Ya en este pueblo nos vamos a Falasarna Beach que, como no podía ser de otro modo, está al nivel de mar, lo que implica descender los 5km que antes habíamos subido. Desde lo alto se divisa un “El Ejido” en miniatura, cosa que resta encanto al paisaje. Hace viento, así que la poca gente que hay, busca refugio entre las dunas. Desde Plátanos, la carretera discurre entre olivos y retamas, un paisaje típicamente mediterráneo de gran belleza. A lo lejos, el mar, siempre presente. El trazado es exigente, siempre ascendente o descendente, llegando así a Spinari, pueblo con bella playa pero con una carretera de salida abrumadoramente ascendente. A pesar del sol, que pega de plano, conseguimos salvar el desnivel, cosa que creíamos imposible hace un rato. Iniciamos ahora el descenso hacia Kampos. Los pueblos de esta zona son pequeños, el turismo no ha llegado hasta ellos y el inglés deja de ser idioma universal. En la taberna, que no es sino un inmenso salón lleno de jarrones con flores de plástico, la paisana no entiende que las coca-colas que le pedimos nos gustarían frías, echa mano de las que tiene en una caja, las abre y nos las pone delante. Tampoco nos trae hielo, pero sí dos pajitas. El sitio es auténtico. La televisión en la cocina es, como en todas partes, protagonista. Están emitiendo un culebrón griego que abuelo y nietos siguen con atención. Abandonamos Kampos, p´arriba como es habitual y cuando ya, por fin, parece que no se puede subir más, nos ponemos manguitos y casco para el descenso hasta Kefali. En el camino, atravesamos pequeños pueblos semi abandonados, de los que la gente joven ha marchado seguramente a Hania en busca de un futuro diferente. En Kefali encontramos una habitación por 30€. En el bar del pueblo cae una cerveza de medio litro y unas patatas y ya, medio cocidos, entramos en lo que es la combinación de tienda de ultramarinos y restaurante que, en nuestro hotelito, regentan un matrimonio, de edad avanzada. No hablan inglés, así que pedimos más bien de oreja que de oído. Elegimos ensalada griega (tomate, pepino, queso “feta”, olivas negras y aliñada con aceite de oliva), estofado y algo que suena como “tzatziki”, una mezcla de yogur griego, pepinillo y ajo (¡extraordinario!); de postre, yogur griego y todo ello acompañado de un estupendo pan de esta tierra. Es ésta una parte de la Grecia que nos apetecía conocer, aunque con alguna cuesta menos, mejor nos sabría. Son las 9 de la noche y las estrellas alumbran en el firmamento perfectamente ordenadas, como es habitual. Nos retiramos a disfrutar del merecido descanso. |